jueves, 26 de abril de 2012

CONCIERTO EXTRAORDINARIO 3 Viernes 23 de Abril 2012


Ultimo concierto de temporada de la Orquesta Ciudad de Granada en el Auditorio Manuel de Falla. Obras de Eduard Toldrá, Felix Mendelssohn y Johannes Brahms.

Despedida de Salvador Más director titular durante los últimos cuatro años al que deseamos muchos exitos.

Verano de 1884. Mürzzuschlag, una villa situada cerca de Viena. En aquel año y en aquel lugar,  Johannes Brahms (1833-1897) pasaría sus vacaciones estivales y se dedicaría a iniciar su Sinfonía número 4 en mi menor, opus 98, obra que concluiría en el verano del siguiente año en el mismo lugar. De esa forma, sólo emplearía un año en componer su última sinfonía, quien necesitó veinte años para terminar su primera sinfonía. Sería su última sinfonía.


En carta escrita a su amiga Elizabeth von Herzogenberg, Brahms anunciaba los primeros esbozos de su cuarta sinfonía en estos términos: “¿Puedo atreverme a enviarle un fragmento de mí mismo? Como las cerezas tardan en madurar por estos lares, no le importe decirme si no le gusta su sabor. No estoy tan impaciente como para escribir una pésima número 4″.
El primer movimiento se inicia con un tema introducido por los violines, que Brahms desarrolla con gran complejidad contrapuntística, alternándolo con otro secundario, más ligero, que contrasta con la densidad del primero. El fabuloso tratamiento de las terceras descendentes y las sextas ascendentes que conforman el núcleo del tema inicial se proyecta a lo largo de los cuatro movimientos que la conforman.
Un solo de trompa inicia el segundo movimiento, que es inmediatamente repetido por la madera. El segundo tema, de carácter totalmente diferente al presentado por la trompa, es una bellísima melodía expuesta por los violonchelos.
Elizabeth von Herzogenberg la describió perfectamente cuando en octubre de 1885 escribió a Brahms diciéndole: “¡Cómo debe gozar cada violonchelista con esta maravillosa canción, suave retazo del aliento estival!… Éstas deben de ser, presumo yo, las cerezas que no querían madurar en Mürzzuschlag…”.
Las características rítmicas y el marcado carácter alegre del jubiloso tercer movimiento podrían inducirnos a pensar en el clásico scherzo. Lo es, a pesar de la utilización de un compás de 2/4 y de que su estructura está indudablemente más cerca de la forma sonata que del scherzo propiamente dicho. Paradójicamente, este movimiento fue escrito después del allegro que cierra la Sinfonía número 4. Es el único scherzo que existe en las cuatro sinfonías de Brahms. En él, incorpora Brahms a la plantilla orquestal un triángulo, un flautín y un contrafagot.
El último movimiento se inicia con la presentación del pasacalle que dará pie a toda una serie de prodigiosas variaciones. El tema que servirá de soporte a estos formidables diez últimos minutos de la sinfonía lo toma Brahms prestado de la chacona final de la Cantata BWV 150, Nach dir, Herr, tradicionalmente atribuida a Bach y cuya autoría es actualmente cuestionada.
Treinta variaciones (sin considerar la coda final) de ocho compases cada una, agrupadas en tres secciones claramente diferenciadas entre sí, en las que Brahms rinde culto y homenaje al barroco.
Hasta pronto.-