sábado, 20 de abril de 2013

Orquesta Ciudad de Granada (Concierto extraordinario, fuera de abono) viernes 19 abril 2013 Auditorio Manuel de Falla, 20.30 h



Concierto con motivo
de la reunión anual de la
Asociación Europea
de Festivales 2013



Enrique GRANADOS
Goyescas, intermezzo

Joaquín TURINA
Danzas gitanas, op. 55

Manuel de FALLA
El sombrero de tres picos, suite I

Manuel de FALLA
El amor brujo (1925)


Marina Heredia cantaora
DOMINGO HINDOYAN director
 

En colaboración con el
FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA Y DANZA DE GRANADA



 Granados y Goya
Granados sentía una verdadera pasión por el tiempo de Francisco de Goya y el ambiente casticista que el pintor supo retratar. Consideraba a Goya como "el genio representativo de España". Poseía varias obras del pintor y, dado que Granados tenía buena mano para el dibujo y la pintura, llegó a retratarse a sí mismo disfrazado de "goyesco" y produjo varias láminas con motivos inspirados en la obra de Goya. De esta devoción nacen los dos cuadernos de Goyescas, para piano, con el subtítulo Los majos enamorados. Estas impresiones musicales en 7 escenas, ilustran el desarrollo de una pasión amorosa entre dos "majos", desde su primer encuentro hasta la trágica muerte del "mayoría" y la posterior aparición de su espectro. Goyescas ha sido considerada desde diversos puntos de vista; a veces como una especie de conjunto de improvisaciones, otras como una narración continua con el uso del leitmotiv de inspiración wagneriana, otras veces se ha criticado la excesiva tendencia a la repetición de pasajes o frases, desembocando en una cierta monotonía, que sólo puede salvar el acertado tratamiento de los temas, del color, del ritmo y de la armonía. Goyescas se estrenó en 1911 en el Palacio de la Música Catalana. La consagración mundial de Granados tuvo lugar con el estreno de Goyescas en la Sala Pleyel de París en 1914. Tan grande fue el éxito que se le concedió al músico la Legión de Honor de la República Francesa. Hijas de la pasión por los ambientes "goyesco" son también las Tonadillas, para voz y piano, escritas sobre unos desafortunados textos de Fernando Periquet. Se trata de una serie de 10 canciones en las que Granados trata de recrear el ambiente madrileño de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, inspirado en las obras de Goya, desde la luminosidad de los cartones para tapices al dramatismo de los Caprichos.

Enrique GRANADOS (1867-1916).
Goyescas, intermezzo



Op. 55 Cinco danzas gitanas Joaquin Turina (1882-1949) (Espagne)
Danzas gitanas, pour orchestre (1930)
Dir : Juan de Udaeta

1- Zambra (4.03)
2- Danza de seduccion (4.50)
3- Danza ritual (2.52)
4- Generalife (2.04)
5- Sacro Monte (1.54)


DANZAS GITANAS, Op. 55

Son, sus Danzas gitanas, una de las cumbres de su repertorio pianístico, sin lugar a dudas, y me atrevería a decir que de la música española de toda su época y nos reflejan la madurez musical y la chispa de un genio del cual todos los andaluces deberíamos sentirnos orgullosos. En palabras del estudioso de su obra Antonio Iglesias en “... sus cinco fragmentos, el elemento gitano está latente, queridamente muy cercano, fundamental en sus pentagramas; su extensión es la justa, el teclado espléndido, y la expresión, no por directamente apoyada en el dato popular, deja de ser personalísima en el trazo definitivo, genial en verdad” inspirada toda ella en los aires y paisajes granadinos, la suite para piano consta de cinco números;
El primero de ellos se titula Zambra, que según Covarrubias era una danza morisca que se bailaba al son de dulzainas y flautas y que en opinión del excelente músico Felipe Pedrell, fueron cantos que recogieron y trasladaron hasta la actualidad nuestros gitanos.
Danza de la Seducción se titula el segundo número de un sabor oriental intenso y de una dulzura exquisitas.
Danza Ritual es la tercera de éstas magníficas piezas cuyo “motivo de auténtico baile y hasta quejumbroso cante, quedará sin comentarios en un enigma ritual”, como acertadamente diría A. Iglesias. Generalife nos traslada a los parques cuyo discurrir de aguas y fuentes nos transportan a los encantadores surtidores de la Alhambra y nos presenta, a modo de copla, un Polo gitano para su baile y su cante, genuino baile popular andaluz donde lo alegre y lo bullicioso están establecidos con una concisión admirables, siendo una de sus piezas más cortas de duración.
Para la última de las Danzas gitanas, Sacromonte, Turina nos propone una “farruca tomada al vivo, quiero decir, acercándome todo lo más posible a las fórmulas auténticas gitanas”, en palabras del propio maestro andaluz, intercalando unas coplillas, obteniendo un conjunto sumamente atractivo, que junto al Generalife, supone la cumbre de estas Danzas Gitanas compuestas en primera serie, ya que con número de opus 84, compuso una segunda serie de danzas con este mismo nombre. Dedicadas al gran pianista José Cubiles, las estrenó él mismo en el Teatro de la Comedia de Madrid el 15 de Enero de 1932.

   La orquestación de las Danzas gitanas fue realizada por el autor a petición del director de orquesta Arturo Saco del Valle. En la partitura autógrafa, con las cuatro primeras danzas orquestadas, figura la fecha, 1 de noviembre de 1930. 



MANUEL DE FALLA (1876-1946)
El amor brujo


Pocos músicos en la historia han estado tan cerca de esa fascinante forma de expresión musical popular que es el cante jondo como Manuel de Falla (1876-1946). De hecho, una de sus obras más notables, El amor brujo, fue concebida y desarrollada íntegramente a partir de la fina percepción que Falla tenía de la música flamenca o, para mayor precisión y para evitar la añeja controversia sobre qué es lo flamenco, la música gitana. Esa música fogosa y apasionada inspiró a Falla no sólo una buena cantidad de ideas sonoras propias, sino que además le hizo escribir algunos de los textos más interesantes que se hayan redactado sobre el cante jondo, que es la expresión suprema de la musicalidad andaluza.
Si bien hoy es conocida fundamentalmente como una obra de concierto, El amor brujo nació como un ballet. Y nació, como tantas otras cosas, de la inspiración de una mujer. Hacia los primeros años del siglo XX, Pastora Imperio era una de las grandes figuras en el mundo del cante jondo, y fue ella la que expresó su deseo de interpretar una obra de canto y baile compuesta por Falla y escrita por el notable dramaturgo y novelista Gregorio Martínez Sierra. La creación de El amor brujo se realizó en circunstancias que no dejan duda respecto a la autenticidad de sus fuentes, tanto musicales como dramáticas. Durante un prolongado período, Falla ocupó su tiempo en escuchar el canto de Pastora Imperio y de su madre, Rosario de la Mejorana, y en tomar cuidadosa nota de las inflexiones vocales de las dos gitanas. Al mismo tiempo, Martínez Sierra pasaba algunas tardes tomando una copa con Doña Rosario y escuchando a la vieja gitana contar ancestrales historias de amores, desamores, traiciones, redenciones... y fantasmas. El material obtenido así por el dramaturgo y el compositor se convirtió, al paso del tiempo, en un ballet de cámara. En su primera versión, el libreto presentaba solamente a dos personajes: la bella y joven gitana Candelas y su nuevo novio, Carmelo. Y como dicen por ahí, sí hay cariño entre esa pareja de gitanos, pero también hay un intruso: es el recuerdo de un amante anterior de Candelas, malo, infiel y traidor. Este recuerdo empaña la relación de Candelas y su nuevo amante, hasta que la joven logra exorcizar al fantasma y rescatar su nuevo amor. Musicalmente, esta primera versión del libreto llevaba un complemento instrumental muy económico: piano, flauta, oboe, trompeta, corno, viola, violoncello y contrabajo. El amor brujo, tal y como lo habían concebido originalmente Falla y Martínez Sierra, fue estrenado en el Teatro Lara de Madrid el 15 de abril de 1915 con Pastora Imperio en el papel protagónico. Dicen los enterados que el estreno emocionó sólo a los gitanos que asistieron a él.
Sin perder de vista su intención original, los creadores de El amor brujo revisaron su trabajo y produjeron una segunda versión del ballet, que es la que ha quedado establecida en el repertorio. Desde el punto de vista teatral, en esta segunda versión aparecen nuevos personajes, incluyendo el fantasma del antiguo amante de Candelas. Por su parte, Falla amplió la dotación instrumental hasta llegar a una orquesta que incluye piccolo, dos flautas, oboe, corno inglés, dos clarinetes, fagot, dos cornos, dos trompetas, timbales, piano, campanas y una sección completa de cuerdas. Bajo esta nueva forma, El amor brujo se estrenó en París el 22 de mayo de 1927 y resultó un éxito rotundo.
Después de una poderosa, casi salvaje introducción orquestal y una sutil escena nocturna, Falla propone el primero de los fragmentos cantados, en la voz de Candelas, quien no puede olvidar a su antiguo enamorado:

¡Ay! No sé qué siento
Ni sé qué me pasa
Cuando este mardito gitano me farta...


A partir de esto, Falla va tejiendo una trama musical sumamente atractiva, llena de los giros e inflexiones del cante jondo, matizados por su propio estilo claro, directo y poderoso. Todas estas cualidades justifican plenamente el hecho de que varios de los trozos orquestales de El amor brujo hayan adquirido vida autónoma en las salas de concierto. Entre ellos destaca la famosa Danza ritual del fuego, cuya razón de ser es la de ahuyentar a los malos espíritus. Es evidente que este exorcismo musical realizado por Falla ha resultado más que efectivo, porque al final de El amor brujo el fantasma del antiguo amante de Candelas desaparece, dejando a la joven gitana libre para aceptar sin limitaciones el amor de Carmelo.
Amanece, suenan las campanas, llega la redención:

Ya está despuntando el día
Cantad, campanas, cantad
Que vuelve la gloria mía.

Parte de esa gloria es para Manuel de Falla, quien supo, como nadie, fundir el vibrante mundo del cante jondo con las formas de la música de concierto para crear algunos de los momentos cumbre del nacionalismo musical español.

Orquesta de Postsmout
Director: John Rosten
Contralto: Dolores Arriaga




Fuente WIKIPEDIA. 
El sombrero de tres picos, ballet de Manuel de Falla y coreografía de Léonide Massine basado en la novela homónima del escritor decimonónico Pedro Antonio de Alarcón. Se estrenó el 22 de julio de 1919 en el Alhambra Theatre de Londres bajo la batuta de Ernest Ansermet y decorados y figurines de Pablo Picasso. Los intérpretes principales fueron el propio Léonide Massine como el molinero (cuya intervención estelar será la interpretación de la farruca) y Tamara Karsávina en el papel de la molinera. La jota  final es uno de los números más conocidos de la obra, ejemplo de estilización del folclore tanto en el baile (en el que todavía prevalece coreográficamente el elemento ruso) como en la música del maestro Falla.
  • En la historia de la danza teatral del siglo XX, 'El sombrero de tres picos' de Pedro Antonio de Alarcón puede reclamar un lugar tan significativo como el de la Petrushka de Ígor Stravinski. Ambas obras fueron producidas por el gran empresario Serguéi Diáguilev y representadas por sus Ballets Rusos. Las dos rompen con las primitivas tradiciones temáticas que poblaban el género de princesas, apariciones y cisnes. Pero todavía más importante, quizás, es su visión de la buguesía con una cierta simpatía. En este sentido, en El sombrero... se reflejan las actitudes y aspiraciones de la Andalucia  rural.
  • Tras su estreno en Londres, la obra tuvo un rotundo éxito, elogiándose la acertada síntesis de música, baile, drama y decorado.
  • Una primera versión de la obra, llamada El corregidor y la molinera, fue representada en 1917 en el Teatro Eslava de Madrid en forma de pantomima en dos partes. Más tarde, Diáguilev conoció a Falla y lo convenció de la necesidad de retocar la obra con la intención de dotarla de mayor estructura teatral; el autor modificó su obra para adaptarla al género de la danza, eliminando gran parte de los elementos descriptivos (incluso irónicos) y expandiendo las partes bailables
  • El ballet está basado en un cuento folclórico que comparte el espíritu de Beaumarchais, su brío y su profundo respeto por los recursos y el espíritu del segundo estrato de la sociedad.
Tras el estreno del ballet, Falla compuso dos suites orquestales con el mismo título, la n.º 1 y la n.º 2, que se suelen representar más que el propio ballet. En ellas, retiró algunos fragmentos vocales y de transición que contenía la obra original.




 El Sombrero de Tres Picos - Suite

Orquesta Nacional de España
Jesús López Cobos - Conductor

Suite no. 1
Introducción, La Tarde, Danza de la Molinera, El Corregidor, Las Uvas.





 Suite no. 2
09:50 Los Vecinos
13:09 Danza del Molinero
16:04 Danza Final
 No interpretada en éste concierto.
 Enlace directo del programa de mano.

http://www.orquestaciudadgranada.es/img/descargas/OCG-12-13-Extraordinario.pdf



Hasta pronto.-

jueves, 11 de abril de 2013

CONCIERTO SINFÓNICO Nº 14 ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA SABADO 13 ABRIL 2013



 AUDITORIO MANUEL DE FALLA


SERIE A (14)

Johannes BRAHMS
Variaciones sobre un tema de Haydn, op. 56ª

Concierto para piano a determinar
55º Concurso Internacional de Piano de Jaén

Joseph HAYDN
Sinfonía núm. 90 en Do mayor, Hob.I/90

Ganador del 55 Concurso Internacional de Piano de Jaén, piano solista
PAUL MANN
director

Con la colaboración de
55 CONCURSO INTERNACIONAL DE PIANO DE JAÉN
DIPUTACIÓN DE JAÉN



 
 De origen alemán, es uno de los compositores más importantes del siglo XIX, cuyas obras combinan lo mejor de los estilos clásico y romántico. Brahms nació en Hamburgo el 7 de mayo de 1833. Después de estudiar violín y violonchelo con su padre, contrabajista del teatro de la ciudad, Brahms se especializó en el piano y comenzó a componer bajo la tutela del maestro alemán Eduard Marxsen, cuyo conservador gusto musical dejó una profunda huella en él. En 1853 inició una gira de conciertos como acompañante del violinista húngaro Eduard Reményi. Durante esta gira conoció al violinista, también húngaro, Joseph Joachim, quién lo presentó al compositor alemán Robert Schumann. Schumann se quedó tan sorprendido con las composiciones de Brahms, obras aún no editadas, que escribió un apasionado artículo en una revista de la época sobre el joven compositor. Brahms cobró un sincero afecto a Schumann y su mujer, la famosa pianista Clara Josephine Schumann, y esta amistad y el aliento que recibió de ellos le proporcionaron energías para trabajar sin descanso. Muchos biógrafos han escrito sobre la atracción que sentía Brahms por Clara, aunque nunca se la reveló abiertamente, ni siquiera tras la muerte de Schumann en 1856, y jamás se casó.


En 1857, Brahms fue nombrado director del teatro de la corte en Delmont, donde permaneció hasta 1859; después, viajó durante varios años por Alemania y Suiza. Su primera gran obra presentada al público fue el Concierto nº 1 para piano y orquesta en re menor, que fue ejecutado por él mismo en Leipzig en el año 1859. Sin embargo, la composición no fue muy bien recibida ya que por entonces los conciertos donde aparecían pasajes virtuosísticos eran los que gustaban al público, y éste primero de Brahms carecía de ellos.
 El compositor marchó a Viena en 1863, donde lo nombraron director de la Singakademie (Academia de Canto), aunque abandonó el puesto un año después. En 1868, Brahms adquirió fama en toda Europa debido al estreno de su Requiem alemán, llamado así porque el texto está tomado de la traducción alemana que hizo Lutero de la Biblia, en vez de utilizar el texto en latín, como normalmente se hacía. La obra, dividida en siete partes, se centra más en el dolor y los lamentos de aquellos cuyos seres queridos se han ido, que en la reacción entre el destino y la muerte. Brahms se estableció en Viena en 1871, donde sería nombrado director de la Gesellschaft der Musikfreunde (Sociedad de los Amigos de la Música), aunque en 1874 renunció a este puesto para, de esta manera, dedicar todo su tiempo a la composición.
Hasta 1873 Brahms había escrito sobre todo música para piano, el instrumento que mejor conocía, y para coro y orquesta (continuó escribiendo música para piano hasta su muerte). Ese año compuso las Variaciones sobre un tema de Haydn en versión orquestada. Estas variaciones demostraron su maestría en la composición de música para orquesta y fue el comienzo de sus grandes obras, que se cuentan entre lo mejor de la composición musical de todos los tiempos. Entre sus obras maestras se encuentra la majestuosa Sinfonía nº 1 en do menor op. 68 (1876); la suave y dulce Sinfonía nº 2 en re mayor op. 73 (1877); la Obertura del festival académico op. 80 (1880), que contiene canciones de estudiantes alemanes; la sombría Obertura trágica (1881); la poética Sinfonía nº 3 en fa mayor op. 90 (1883), y la Sinfonía nº 4 en mi menor op. 98 (1885), con su emocionante y brillante final.
 Todas estas obras muestran una estructura muy compleja, heredada de la tradición vienesa clásica. Al contrario que sus coetáneos, Brahms rechazó el uso superfluo de nuevos efectos armónicos y cromatismos
.
Se esforzó más bien por componer música de gran coherencia interna, utilizando los efectos nuevos o infrecuentes sólo para subrayar los matices estructurales internos. Así pues, sus mejores obras no contienen añadidos innecesarios: cada tema, figura y modulación están anunciadas en los pasajes precedentes.
El clasicismo de Brahms fue un fenómeno único en sus días, ya que no seguía las tendencias marcadas por la moda musical de su época, representada por el compositor alemán Richard Wagner. A pesar de que Brahms hizo revivir una tradición musical como ningún otro compositor había conseguido desde Ludwig van Beethoven, no estuvo completamente aislado, y la riqueza emocional del espíritu romántico impregna su música. Por desgracia, es poco lo que se sabe sobre el método de trabajo de Brahms. Era tan autocrítico que quemó todo lo que compuso antes de los 19 años, al igual que los borradores de obras más tardías. Es sabido que solía reelaborar una misma pieza pasados incluso diez o doce años de una creación, y que antes de dar a la obra su forma final, la transcribía para distintas combinaciones de instrumentos. Brahms murió en Viena el 13 de abril de 1897. Su obra abarca todo tipo de música menos ópera. Otros trabajos importantes aparte de los anteriormente mencionados son la Schicksalslied (Canción del destino, 1871), una versión musical de un poema escrito por el autor alemán Friedrich Hölderlin, para coro y orquesta; el Concierto para violín en re mayor op. 77 (1878), que se ha transformado en obra obligada en el repertorio violinístico; tres cuartetos de cuerda; cinco tríos; un quinteto para clarinete; varias composiciones para música de cámara combinando distintos instrumentos, y más de 150 canciones.



El estreno de las Variaciones Haydn tuvo lugar el 2 de noviembre de 1873 en un concierto dirigido por el compositor. Desde ese día, la obra constituye uno de los puntos de referencia esenciales de su producción y es, posiblemente, su trabajo más popular


Chorale St. Antoni. Andante - Poco più animato - Più vivace - Con moto - Andante con moto.
Orchestra Sinfonica Nazionale della RAI
Direttore: Lawrence Foster



 

  Vivace (V + VI) - Grazioso - Presto ma non troppo - Finale. Andante
  



Franz Joseph Haydn

(Rohrau, Austria, 1732 - Viena, 1809) Compositor austriaco. Con Mozart y Beethoven, Haydn es el tercer gran representante del clasicismo vienés. Aunque no fue apreciado por la generación romántica, que lo consideraba excesivamente ligado a la tradición anterior, lo cierto es que sin su aportación la obra de los dos primeros, y tras ellos la de Schubert o Mendelssohn, nunca habría sido lo que fue. Y es que a Haydn, más que a ningún otro, se debe el definitivo establecimiento de formas como la sonata y de géneros como la sinfonía y el cuarteto de cuerda, que se mantuvieron vigentes sin apenas modificaciones hasta bien entrado el siglo XX.
Nacido en el seno de una humilde familia, el pequeño Joseph Haydn recibió sus primeras lecciones de su padre, quien, después de la jornada laboral, cantaba acompañándose al arpa. Dotado de una hermosa voz, en 1738 Haydn fue enviado a Hainburg, y dos años más tarde a Viena, donde ingresó en el coro de la catedral de San Esteban y tuvo oportunidad de perfeccionar sus conocimientos musicalesAllí permaneció Haydn hasta el cambio de voz, momento en que, tras un breve período como asistente del compositor Nicola Porpora, pasó a servir como maestro de capilla en la residencia del conde Morzin, para quien compuso sus primeras sinfonías y divertimentos.

El año 1761 se produciría un giro decisivo en la carrera del joven músico: fue entonces cuando los príncipes de Esterházy –primero Paul Anton y poco después, a la muerte de éste, su hermano Nikolaus– lo tomaron a su servicio. Haydn tenía a su disposición una de las mejores orquestas de Europa, para la que escribió la mayor parte de sus obras orquestales, operísticas y religiosas.

El fallecimiento en 1790 del príncipe Nikolaus y la decisión de su sucesor, Paul Anton, de disolver la orquesta de la corte motivó que Haydn, aun sin abandonar su cargo de maestro de capilla, instalara su residencia en Viena. Ese año, y por mediación del empresario Johann Peter Salomon, el músico realizó su primer viaje a Londres, al que siguió en 1794 un segundo. En la capital británica, además de dar a conocer sus doce últimas sinfonías, tuvo ocasión de escuchar los oratorios de Haendel, cuya impronta es perceptible en su propia aproximación al género con La Creación y Las estaciones.
Fallecido Paul Anton ese mismo año de 1794, el nuevo príncipe de Esterházy, Nikolaus, lo reclamó de nuevo a su servicio, y para él escribió sus seis últimas misas, entre las cuales destacan las conocidas como Misa Nelson y Misa María Teresa. Los últimos años de su existencia vivió en Viena, entre el reconocimiento y el respeto de todo el mundo musical.

 La aportación de Haydn fue trascendental en un momento en que se asistía a la aparición y consolidación de las grandes formas instrumentales. Precisamente gracias a él, dos de esas formas más importantes, la sinfonía y el cuarteto de cuerda, adoptaron el esquema en cuatro movimientos que hasta el siglo XX las ha caracterizado y definido, con uno primero estructurado según una forma sonata basada en la exposición y el desarrollo de dos temas melódicos, al que seguían otro lento en forma de aria, un minueto y un rondó conclusivo.
No es, pues, de extrañar que Haydn haya sido considerado el padre de la sinfonía y del cuarteto de cuerda: aunque ambas formas existían como tales con anterioridad, por ejemplo entre los músicos de la llamada Escuela de Mannheim, fue él quien les dio una coherencia y un sentido que superaban el puro divertimento galante del período anterior. Si trascendental fue su papel en este sentido, no menor fue el que tuvo en el campo de la instrumentación, donde sus numerosos hallazgos contribuyeron decisivamente a ampliar las posibilidades técnicas de la orquesta sinfónica moderna. 

Franz Joseph Haydn (1732 - 1809)

Symphony No. 90

Austro - Hungarian Haydn Orchestra

La sinfonía presenta la forma típica en cuatro movimientos y está escrita para flauta, dos oboes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas, timbales, bajo continuo (clavecin) y cuerdas.
  1. Adagio - Allegro assai, 3/4.
  2. Andante, 2/4.
  3. Menuetto: Allegretto, 3/4.
  4. Finale: Allegro assai, 2/4.
El segundo movimiento está en forma de variación doble.
 
El finale contiene una de las bromas más célebres de Haydn. Poco después de que comience la recapitulación, la música llega a un entusiasta e inesperado "final" en do mayor, seguido por cuatro compases de silencio que hace que el público crea que la sinfonía concluye en ese momento. Sin embargo, se reanuda silenciosamente el primer tema en la remota tonalidad de re bemol mayor.




Enlace directo del programa de mano.
http://www.orquestaciudadgranada.es/img/descargas/OCG-12-13-SerieA14.pdf

Hasta pronto.-

sábado, 6 de abril de 2013

SOBERBIA INTERPRETACIÓN DE LA ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA DIRIGIDA POR ANTONI ROS MARBÁ.



Hacía tiempo que la OC.G no daba a sus melómanos  una satisfacción tan mágica como la ofrecida en el Auditorio  Manuel de Falla, ayer viernes  5 de Abril 2013, con la magistral ejecución de la sinfonía 38 “Praga” Mozart, y la sinfonía  1ª de Beethoven.
La dirección del maestro Ros MARBÁ, antiguo amigo de la Orquesta admirador de su calidad hizo posible  éste  éxito, volviéndonos  a recordar las tardes noches pasadas con Josep Pons.
Los tiempos, su rítmica exacta  matemática, hicieron posible unas armonías deliciosas produciendo una textura perfecta, para que nuestros oídos apreciaran con nitidez la genialidad de su composición, me pregunto, en la época de Mozart y Beethoven  ¿lo ejecutarían así?
Felicidades a todos los profesores de la orquesta y un abrazo muy fuerte para el maestro Ros MARBÁ,  deseando que vuelva pronto a Granada, que no prolongue sus visitas tanto, para dirigir nuevamente a la O.C.G.
Hasta pronto.-

lunes, 1 de abril de 2013

CONCIERTO SINFÓNICO Nº 13 ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA VIERNES 5 DE ABRIL 2013



AUDITORIO MANUEL DE FALLA DE GRANADA

SERIE A (13)
I
Wolfgang Amadeus MOZART
(1756–1791)
Sinfonía núm. 38 en Re mayor, “Praga”, KV 504       (31)
Adagio
Andante
Presto

II
Ludwig van BEETHOVEN
(1770–1827)
Sinfonía núm. 1 en Do mayor, op. 21                         (28)
Adagio – Allegro con brio
Andante cantabile con moto
Menuetto – Allegro molto e vivace
Finale. Adagio – Allegro molto e vivace

ANTONI ROS MARBÀ
director



Fuente Wikipedia
A menudo se comenta la relación especial del compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart con la ciudad y las gentes de Praga (República Checa). El biógrafo de Mozart Maynard Solomon escribió «un entusiasmo por Mozart que se ha convertido en una leyenda, en la que Praga representa la buena ciudad que lo apoyó y comprendió en tiempos en los que se dice que había sido relegado, incluso burlado, por Viena Al parecer, Mozart dijo «Meine Prager verstehen mich» (mis praguenses me comprenden), un dicho que se hizo famoso en Bohemia.
El estreno de Fígaro en Praga
La ópera de Mozart Las bodas de Fígaro, que se estrenó en Viena, fue también producida a finales de 1786 en Praga con un éxito sonado. Un crítico del periódico praguense Oberpostamtzeitung escribió que «Ninguna pieza (eso dice todo el mundo por aquí) ha causado jamás tal sensación como la ópera italiana Las bodas de Fígaro, que ya se ha representado varias veces con tremendos aplausos». La orquesta y algunos melómanos afiliados costearon una visita personal de Mozart para que pudiera asistir a la producción. El músico llegó el 11 de enero de 1787 y fue celebrado por doquier. El 19 de enero dio una academia (esto es: un concierto con fin lucrativo) en el que estrenó la famosa sinfonía n.º 38 en Re mayor, K. 504, hoy conocida como Sinfonía Praga.[2] Mozart también improvisó al piano, tocando variaciones de la conocida aria Non più andrai de Las bodas de Fígaro. Posteriormente, Mozart diría que «consideraba aquel día como uno de los más felices de su vida».[2]
El gran éxito de esta visita redundó en el encargo de otra ópera para el empresario Bondini que, como Las bodas de Fígaro, tendría un libreto del gran colaborador de Mozart Lorenzo da Ponte.
El estreno de Don Giovanni
El estreno mundial de la ópera Don Giovanni de Mozart y Da Ponte tuvo lugar en Praga el 29 de Octubre  de 1787 en el Teatro Estatal, de nuevo con un enorme éxito.

¿Por qué no se quedó?


Después de Don Giovanni, Mozart recibió una oferta para permanecer en Praga y componer otra ópera, pero optó por volver a Viena (donde revisó la ópera para su estreno local). Maynard Solomon sugiere que las razones fueron, en primer lugar, que en Praga no existía el talento musical disponible en Viena; en particular, la ejecución de los músicos contratados para el estreno de Don Giovanni le pareció insuficiente para el nivel habitual en Viena; por otra parte, una carrera como la de Mozart dependía del apoyo de la aristocracia, y Praga no era más que una capital provincial. Los aristócratas adinerados de la región, quienes más posibilidades tenían de patrocinar obras musicales, pasaban más tiempo en Viena que en Praga.
Volkmar Braunbehrens, citando a Schenk, aporta otra posible razón por la que Mozart no se habría quedado en Praga: la muerte en Viena en noviembre de 1787 de Gluck, cuyo puesto en el escalafón musical imperial Mozart ansiaba (y acabó consiguiendo, aunque con un salario muy inferior); Mozart necesitaba volver a casa para aspirar al puesto.[5]

¿Por qué apreciaba tanto la ciudad a Mozart?


Braunbehrens también ofrece una explicación bastante sensata de por qué Praga dio una acogida tan entusiasta a la música de Mozart. Praga era la capital de la nación, en tiempos independiente, de Bohemia, que después de perder la Batalla de la Montaña Blanca en 1612 fue anexionada al Imperio Austríaco. Buena parte de la aristocracia checa fue desplazada por alemanes, y la que quedó solía permanecer en sus propiedades en lugar de ir y venir a Viena, como hacían los nobles austríacos. La zona era pobre, en parte por la perpetuación de la servidumbre, empleada por la nueva aristocracia alemana para apoyar el desarrollo de sus empresas industriales. Además, tras la conquista se impuso a Bohemia la vuelta al catolicismo y una importante parte del programa de reconversión se basaba en la música sacra. Una ley extraordinaria exigía que los maestros de cada villa compusieran, ensayaran y representaran con sus estudiantes como mínimo una misa al año.
Estos factores contribuyeron a crear un país muy musical: debido a la ley de reconversión, gran número de jóvenes recibieron formación musical y llegaron a ser músicos profesionales, a menudo empleados por aristócratas como músicos y sirvientes. Por otra parte, muchos de los músicos buscaron trabajo fuera de Bohemia; varios compañeros de Mozart en Viena eran bohemios emigrados. El carácter sedentario de la nobleza checa contribuyó a que se hiciera gran cantidad de música en el país; el hecho de que Praga ya no fuera una capital nacional hizo que no hubiera una nobleza rancia que cerrase puertas a la nueva música y los gustos burgueses, más abiertos, se impusieron.
Todo esto fomentó en Praga el público entusiasta y entendido que más tarde acogió las óperas de Mozart cuando fueron representadas en la ciudad.[6]
Muchos turistas siguen su pista en Praga y visitan el Museo Mozart de la Villa Bertramka, donde el compositor residió con sus amigos los Duschek en sus visitas

Sinfonía n.º 38 (Mozart)

 Fuente De Wikipedia,
La Sinfonía n.º 38 en re mayor K. 504 de Wolfgang Amadeus Mozart es conocida como de Praga porque durante mucho tiempo se pensó que Mozart la había compuesto para su primera estancia en  Praga, en enero de1787. Según otra hipótesis, la composición habría sido independiente de este hecho, ya que la sínfonia data del 6 de Diciembre de 1786, mientras que la invitación para Praga con el fin de dirigir una representación de Las bodas de Fígaro fue posterior. En cualquier caso, la primera ejecución pública tuvo lugar en Praga el19 de Enero  de 1787 en el Teatro de la Ópera de Praga, en una sala abarrotada y con la calurosa acogida que Mozart esperaba de los praguenses


La Praga es una sinfonía grandiosa, espumeante, de ritmo persistente, cuya composición instrumental está repleta de sorprendentes modulaciones. Con esta sinfonía Mozart pone fin a la época de grandes trabajos de inspiración haydniana, y sienta las bases de sus últimas composiciones, determinando el modelo al que se referiría más tarde Beethoven, al comienzo de su desarrollo sinfónico.
Una característica de la sinfonía es la ausencia de minueto, que muchos atribuyeron al hecho de que en Praga, al contrario que en Viena, todavía se prefería la antigua forma en tres movimientos y, por lo tanto, el hecho no puede interpretarse como elección estética ni como un retorno a viejos modelos. En esta sinfonía no encontramos nada deslumbrante, y la ausencia del minueto, la densidad expresiva y la complejidad formal son las marcas de una obra en la que prevalece el aspecto íntimo y reflexivo


El primer movimiento adagio allegro nos transporta repentinamente a los vértices del arte mozartiano: tanto Niemetschek, en su biografía de Mozart de 1798 como el musicólogo contemporáneo H. C. Robbins Landon, en 1989  coinciden en utilizar el término "sublime" en referencia a esta sinfonía, una de las tres únicas del autor (junto con la nº 36 y la nº 39) que contiene una introducción lenta.
El segundo movimiento, andante, tiene un carácter más cantable, aunque también fue compuesto a base de pocas células básicas, en cierta medida afines a las ya utilizadas en el allegro que cerraba el primer movimiento. La tensión se mantiene alta alternando elementos serenos y oscuros.
En el final Mozart retoma de forma melódica el elemento sincopado presente en el allegro inicial; no obstante, no se crean contrastes insuperables y el movimiento termina con toda la orquesta exulta.
Precioso video con fotos de la ciudad de Praga.

 Prague Philharmonia
Jiří Bělohlávek Conductor




La Sinfonia n.º 1 en do mayor, op. 21, es la primera de las nueve sinfonías de Ludwig van Beethoven. Fue compuesta en Viena entre los años 1799 y 1800 fue dedicada al barón Van Swieten, melómano y amigo de Wolfgang Amadeus Mozart.
Está escrita para una orquesta formada por cuerdas, dos flautas, dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas y percusión.
Se estrenó el 2 de Abril de 1800 en el Burgtheater de Viena. A pesar de que tiene una estructura muy clásica, la obra fue criticada por su aspecto innovador: la obertura no comenzaba con la tonalidad principal (do mayor), tenía numerosas modulaciones, el tercer movimiento (falsamente titulado Menuetto) era demasiado rápido, etc. Se le achacaban demasiadas similitudes con la Sinfonía n.º 41 (Júpiter) de Mozart o con otras sinfonías de Haydn.

La Primera sinfonía es de alguna manera una introducción a todo lo que escribirá Beethoven más tarde: explora en efecto numerosos horizontes a menudo contrastados. Así, se define sucesivamente como lírica y serena (en los dos últimos movimientos), sombría y apasionada (en la introducción lenta), tensa y dramática (en la Allegro inicial), y con patetismo (en el movimiento lento). Parece por otro lado ser una premonición de los movimientos lentos de las sinfonías Tercera y Séptima. Para el final se inspiró en Haydn, cuya influencia se hace más evidente en las ejecuciones rápidas; de hecho, el movimiento más innovador de esta obra es el tercero, que es un scherzo, vivo y ligero, el cual usaría Beethoven de ahí en adelante en lugar del minueto tradicional.


Ludwig van BEETHOVEN (1770–1827)
Sinfonía núm. 1 en Do mayor, op. 21                         (28)
Adagio – Allegro con brio
Andante cantabile con moto
Menuetto – Allegro molto e vivace
Finale. Adagio – Allegro molto e vivace


Wiener Philharmoniker, conductor Chistian Thielemann.



Otra version  West--Eastern Divan Orchestra
Daniel Barenboim, conductor
Royal Albert Hall, 20 July 2012




Enlace del programa de mano.-

http://www.orquestaciudadgranada.es/img/descargas/OCG-12-13-SerieA13.pdf



Hasta pronto.-