lunes, 25 de enero de 2016

CONCIERTO DE ABONO A5 ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA VIERNES 29 ENERO 2016



Auditorio Manuel de Falla
ABONO A5 (Ciclo sinfónico)

Felix MENDELSSOHN
Sinfonía núm. 4 en La mayor, op. 90, “Italiana”


Franz SCHUBERT
Sinfonía núm. 9 en Do mayor, D 944, “La Grande”


GIANCARLO ANDRETTA director



         Giancarlo Andretta          




Seguimos con el  genial compositor Franz SCHUBERT  (1810-1856), en la programación de la  temporada. La Orquesta Ciudad de Granada en el Auditorio Manuel de Falla, digo seguimos pues todavía tengo los “ecos” melódicos de la sinfonía núm. 4 en Do menor, D  417,”Trágica” interpretada en el anterior concierto, como  las características identificativas de las obras de cámara del ciclo “Una Hora con Schubert” de su célebre quinteto “La Trucha” y su trío para piano violín y violonchelo D28 del pasado 10 de Enero.

 En él  próximo  concierto  del  viernes 29 de Enero, se  va a interpretar La “Sinfonía  núm. 9 en Do mayor, D944  denominada “La Grande”, que fue  la última compuesta por Schubert en 1825, la más majestuosa, con la voluntad expresa de convertirse en su testamento artístico, grande por sus melodías plagada de paisajes maravillosos lo que hace de ella una de las cumbres del sinfonismo romántico, estrenándose once años después de su muerte.


En 1838, Robert Schumann encontró  un manuscrito en la casa de Viena de Fedinand Schubert, hermano del compositor y cuando regresó a Leipzig se la entregó a Félix MENDELSSOHN, que la estrenó bajo su dirección, estas casualidades de la vida descubren grandes tesoros que permanecían ocultos e inexpugnables, gracias al destino por haber vislumbrado uno de los máximos logros del siglo XIX. Schumann afirmó como crítico musical en su revista, ”Lo digo abiertamente y de una vez quien no conozca ésta sinfonía sabe muy poco de Schubert y esta alabanza puede parecer excesiva si se piensa todo lo que éste músico ha dado al arte”.

No parece que existan muchas dudas con respecto a la influencia de Beethoven en sus sinfonías, sobre todo en la  séptima y novena, en el ánimo de Schubert, se aprecia un deseo de crear su propia obra de igual fuerza y esplendor.


La pieza dura unos 55 minutos y está dividida en cuatro movimientos:

  1. Andante - Allegro ma non troppo
  2. Andante con moto
  3. Scherzo. Allegro vivace
  4. Finale. Allegro vivace

“LA GRANDE”
Andante-Allegro ma non troppo

El noble tema anunciado por dos trompas al principio es un toque magistral, sencillo en si mismo, pero con un efecto tan arrebatador que incluso los oyentes menos atentos advierten que comienza algo fuera de lo normal. Inmediatamente después la orquesta recoge el tema, lo desarrolla, prolonga y proporciona una amplia gama de colorido instrumental. Finalmente, un crescendo nos lleva al tema principal caracterizado por el ritmo punteado de la cuerda y los tresillos de la madera.

Pero, antes de que sobrevenga el desarrollo, se introduce un tema secundario que amplía el ritmo punteado y luego se desplaza a Mi menor, apareciendo el segundo tema, una delicada melodía interpretado por los oboes y fagotes. Este tema se distribuye con largueza, y resulta curioso escuchar cómo Schubert da a los trombones un recorte del tema inicial de las trompas. Finalmente, tres breves oleadas de toda la orquesta ocasionan el final de la exposición, sucediendo un largo e imaginativo desarrollo de todos lo ingredientes que hasta ahora han jugado una parte importante. La recapitulación es normal, aparte de la aparición del segundo tema en Do menor, y luego después de las tres oleadas la música recoge el paso para la coda. Con una triunfal reexposición por toda la orquesta del tema inicial de la trompa, el movimiento concluye.


Andante con moto

Siete compases de ritmo firme, casi marcial, define el carácter del Andante e insinúan cuando va a llegar. El oboe entra con un tema que, a pesar de la aparente ligereza que imprime el ritmo punteado, sabe transmitir su propia emoción al oyente. Se une el clarinete y la música se desliza a la tonalidad mayor lo cual da renovada fuerza al ritmo y la composición se desarrolla poderosamente hasta que un típico cambio schubertiano de tonalidad introduce un segundo tema con una delicada melodía de los violines.

El resto de la orquesta exige su participación en este nuevo material y sigue un largo pasaje en el cual el tema se amplía y desarrolla. Finalmente, en un episodio en que trompa y cuerda alternan como el lento tañido de una campana, el oboe torna con la melodía inicial, esta vez con acompañamiento de trompeta y trompa, a modo de fanfarria. Este apoyo extra del metal parece determinar que la música alcance nuevas cimas de intensidad, y los ritmos punteados dan lugar a un poderoso clímax. Entonces, después de compás y medio de dramático silencio, los violonchelos  ejecutan una versión en tono mayor de la melodía del oboe. Con la vuelta del segundo tema la música reasume un curso más relajado; los temas principales se presentan una vez más antes de que el movimiento finalice.



Scherzo: Allegro vivace

El Scherzo irrumpe con extraordinaria invención melódica. El movimiento, de inextinguible vitalidad rítmica, esplende vida. Es suficiente señalar la figura inicial declamada al unísono por la cuerda, el lírico tema arpegiado escuchado a los violines durante la primera sección, y los melodiosos pasajes de la madera para que el oyente se dé cuenta de la extraordinaria imaginación de Schubert.
El Trío, que comienza con notas repetidas de la trompa, puede verse -y oírse- como un gran tema. El interés melódico se confina totalmente en la madera, mientras las cuerdas y el metal ocupan el lugar de grandes acompañantes. Se ha criticado, con algún fundamento, la orquestación de esta sección, pero habilmente equilibrada puede producir un sonido excitante e ingenioso, muy diferente a los de la época. Con la reaparición de las notas repetidas de la trompa, el Scherzo recapitula y finaliza.

Finale: Allegro vivace

Ciertamente, es imposible negar la inmensa fuerza y efectividad de este Finale y sus arremolinadas figuras imponiendo la música implacablemente. Desde el principio mismo nos hallamos ante una fuerza demoníaca con los importantísimos tresillos introduciéndose en la contienda. Estarán presentes durante todo el movimiento, siendo escasísimos aquellos momentos en que su influencia no se
deje sentir.

 Un tema subsidiario, escuchado en los primeros veinte segundos de la madera y diseñado por la precipitada cuerda, juega también una parte importante, al igual que el tercer motivo identificable con la arrebatadora llamada inicial de la trompa de cuatro Re repetidos. Esta llamada está supeditada a un cierto e interesante colorido orquestal durante todo el movimiento, mucho más al hacerse cargo de la misma los tres trombones, justo antes de la recapitulación, y añadir una quinta, con lo que crean un extraordinario y profundo sonido.
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Todo está cuidado al detalle, a pesar del ritmo, y el oyente tendrá que enfrentarse con nuevos problemas para seguir el curso de la música. Finalmente, escuchando como la monumental coda lleva gradualmente a la sinfonía a su final triunfal, se puede empezar a apreciar plenamente el colosal concepto creativo de Schubert: una soberbia obra maestra producida, por un compositor que murió a la edad de 31años. 





Otro genio de la época romántica del siglo XIX Félix MENDELSSOHN  BARTHOLDY,  (1809-1847), compositor director y pianista, viajero incansable, muy rico, fundador del  Conservatorio de Leipzig y que en su afán de luchar contra las perspectivas musicales radicales de algunos de sus contemporáneos separando a muchos de sus contemporáneos más aventurados como a Franz Liszt, Richard Wagner, o  Héctor  Berlioz, 
 
Como director del Conservatorio y de la Orquesta Gewandhaus de Leipzig, sacó a la luz a compositores olvidados del pasado,  estrenando sus obras, dando a conocer a Johann Sebastián Bach, con la  “Pasión según San Mateo”, era la primera vez que se interpretaba desde su muerte en el año 1750, para el gran público de Alemania y después para toda Europa.


Sinfonía núm. 4 en La mayor, op. 90, “Italiana”


I. Allegro vivace
II. Andante con moto
III. Con moto moderato
IV. Saltarello. Presto



El primer movimiento, allegro vivace, consigue que el oyente se encuentre introducido en las sensaciones de alegría y energía vital de la que se vio contagiado durante su estancia en Italia. Con dos claros temas melódicos que se combinan a la perfección durante sus aproximadamente ocho minutos de desarrollo

En el segundo movimiento, andante con moto, se abandona la alegría para abrazar la gravedad. Este cambio, que se manifiesta en un choque abrupto que se aparta por completo del espíritu general de la obra, es debido a que la inspiración de esta pieza surge de la profunda impresión que produjo en el compositor la primera procesión religiosa que presenció en Nápoles ―aunque su familia, como evidencia su apellido y el nombre de sus ascendientes, era de origen judío, su padre ya se había convertido al protestantismo y Mendelssohn compartía su fe―. Tras ese corte comienza a desarrollarse la melodía, al principio a lomos del sonido más oscuro y pesado de las violas, que posteriormente dan pie al juego de los violines. Los que estamos acostumbrados a las procesiones de Semana Santa no encontramos ninguna dificultad para imaginarnos a nuestros cofrades marchando a su son, por más que el tempo que presenta este movimiento es un poco menos acelerado que el de Andalucia . Es, sin duda, la parte más melancólica de la sinfonía

,El tercer movimiento, con moto moderato, viene escrito en forma de minueto ―principal-trío-principal―. A pesar de que en las sinfonías clásicas se solía emplear este movimiento como una especie de descanso para los músicos, que posteriormente deberían afrontar la apoteosis de la obra, esta pieza es la que más problemas genera en los directores de orquesta, porque la única indicación que Mendelssohn dejó escrita fue la inicial: velocidad moderada.nos hallamos ante una pieza muy agradable al oído y que sirve para recuperar paulatinamente la alegría del comienzo. Lo más probable es que la inspiración para este fragmento viniera con los paisajes que Mendelssohn encontrara en su viaje, puesto que, gran amante de la naturaleza, éstos constituyeron una de sus principales fuentes creativas. La sección de cuerda puede evocar brisas suaves bajo los rayos de un sol de crepúsculo, mientras que las diversas intervenciones de los metales podrían aludir al vuelo de los pájaros y de los insectos polinizadores.

 La apoteosis anunciada llega con el cuarto movimiento, Saltarello (presto). El saltarello es un antiquísimo tipo de danza frenética propio de Nápoles ―obviamente, se trata de un homenaje a esta ciudad―.





Hasta pronto