Auditorio Manuel de Falla
ABONO A5 (Ciclo sinfónico)
Felix MENDELSSOHN
Sinfonía núm. 4 en La mayor, op. 90, “Italiana”
Franz SCHUBERT
Sinfonía núm. 9 en Do mayor, D 944, “La Grande”
GIANCARLO ANDRETTA director
Seguimos con el genial compositor Franz SCHUBERT (1810-1856), en la programación de la temporada. La Orquesta Ciudad de Granada en
el Auditorio Manuel de Falla, digo seguimos pues todavía tengo los “ecos”
melódicos de la sinfonía núm. 4 en Do menor, D 417,”Trágica” interpretada en el anterior
concierto, como las características
identificativas de las obras de cámara del ciclo “Una Hora con Schubert” de su
célebre quinteto “La Trucha” y su trío para piano violín y violonchelo D28 del
pasado 10 de Enero.
En él
próximo concierto del
viernes 29 de Enero, se va a
interpretar La “Sinfonía núm. 9 en Do
mayor, D944 denominada “La Grande”, que
fue la última compuesta por Schubert en
1825, la más majestuosa, con la voluntad expresa de convertirse en su
testamento artístico, grande por sus melodías plagada de paisajes maravillosos
lo que hace de ella una de las cumbres del sinfonismo romántico, estrenándose
once años después de su muerte.
En 1838, Robert Schumann encontró un manuscrito en la casa de Viena de Fedinand
Schubert, hermano del compositor y cuando regresó a Leipzig se la entregó a
Félix MENDELSSOHN, que la estrenó bajo su dirección, estas casualidades de la
vida descubren grandes tesoros que permanecían ocultos e inexpugnables, gracias
al destino por haber vislumbrado uno de los máximos logros del siglo XIX.
Schumann afirmó como crítico musical en su revista, ”Lo digo abiertamente y de
una vez quien no conozca ésta sinfonía sabe muy poco de Schubert y esta
alabanza puede parecer excesiva si se piensa todo lo que éste músico ha dado al
arte”.
No parece que existan muchas
dudas con respecto a la influencia de Beethoven en sus sinfonías, sobre todo en
la séptima y novena, en el ánimo de
Schubert, se aprecia un deseo de crear su propia obra de igual fuerza y
esplendor.
- Andante - Allegro ma non troppo
- Andante con moto
- Scherzo. Allegro vivace
- Finale. Allegro vivace
“LA GRANDE”
Andante-Allegro
ma non troppo
El noble tema anunciado por dos trompas al principio es un toque magistral, sencillo en si mismo, pero con un efecto tan arrebatador que incluso los oyentes menos atentos advierten que comienza algo fuera de lo normal. Inmediatamente después la orquesta recoge el tema, lo desarrolla, prolonga y proporciona una amplia gama de colorido instrumental. Finalmente, un crescendo nos lleva al tema principal caracterizado por el ritmo punteado de la cuerda y los tresillos de la madera.
Pero, antes
de que sobrevenga el desarrollo, se introduce un tema secundario que amplía el
ritmo punteado y luego se desplaza a Mi menor, apareciendo el segundo tema, una
delicada melodía interpretado por los oboes y fagotes. Este tema se distribuye
con largueza, y resulta curioso escuchar cómo Schubert da a los trombones un
recorte del tema inicial de las trompas. Finalmente, tres breves oleadas de
toda la orquesta ocasionan el final de la exposición, sucediendo un largo e
imaginativo desarrollo de todos lo ingredientes que hasta ahora han jugado una
parte importante. La recapitulación es normal, aparte de la aparición del
segundo tema en Do menor, y luego después de las tres oleadas la música recoge
el paso para la coda. Con una triunfal reexposición por toda la orquesta del
tema inicial de la trompa, el movimiento concluye.
Andante con
moto
Siete compases de ritmo firme, casi marcial, define el carácter del Andante e insinúan cuando va a llegar. El oboe entra con un tema que, a pesar de la aparente ligereza que imprime el ritmo punteado, sabe transmitir su propia emoción al oyente. Se une el clarinete y la música se desliza a la tonalidad mayor lo cual da renovada fuerza al ritmo y la composición se desarrolla poderosamente hasta que un típico cambio schubertiano de tonalidad introduce un segundo tema con una delicada melodía de los violines.
El resto de
la orquesta exige su participación en este nuevo material y sigue un largo
pasaje en el cual el tema se amplía y desarrolla. Finalmente, en un episodio en
que trompa y cuerda alternan como el lento tañido de una campana, el oboe torna
con la melodía inicial, esta vez con acompañamiento de trompeta y trompa, a
modo de fanfarria. Este apoyo extra del metal parece determinar que la música
alcance nuevas cimas de intensidad, y los ritmos punteados dan lugar a un
poderoso clímax. Entonces, después de compás y medio de dramático silencio, los
violonchelos ejecutan una versión en
tono mayor de la melodía del oboe. Con la vuelta del segundo tema la música
reasume un curso más relajado; los temas principales se presentan una vez más
antes de que el movimiento finalice.
Scherzo:
Allegro vivace
El Scherzo irrumpe con extraordinaria invención melódica. El movimiento, de inextinguible vitalidad rítmica, esplende vida. Es suficiente señalar la figura inicial declamada al unísono por la cuerda, el lírico tema arpegiado escuchado a los violines durante la primera sección, y los melodiosos pasajes de la madera para que el oyente se dé cuenta de la extraordinaria imaginación de Schubert.
El Trío, que comienza con notas repetidas de la trompa, puede verse -y oírse- como un gran tema. El interés melódico se confina totalmente en la madera, mientras las cuerdas y el metal ocupan el lugar de grandes acompañantes. Se ha criticado, con algún fundamento, la orquestación de esta sección, pero habilmente equilibrada puede producir un sonido excitante e ingenioso, muy diferente a los de la época. Con la reaparición de las notas repetidas de la trompa, el Scherzo recapitula y finaliza.
Finale:
Allegro vivace
Ciertamente, es imposible negar la inmensa fuerza y efectividad de este Finale y sus arremolinadas figuras imponiendo la música implacablemente. Desde el principio mismo nos hallamos ante una fuerza demoníaca con los importantísimos tresillos introduciéndose en la contienda. Estarán presentes durante todo el movimiento, siendo escasísimos aquellos momentos en que su influencia no se
deje sentir.
Un tema subsidiario, escuchado en los primeros
veinte segundos de la madera y diseñado por la precipitada cuerda, juega
también una parte importante, al igual que el tercer motivo identificable con
la arrebatadora llamada inicial de la trompa de cuatro Re repetidos. Esta
llamada está supeditada a un cierto e interesante colorido orquestal durante
todo el movimiento, mucho más al hacerse cargo de la misma los tres trombones,
justo antes de la recapitulación, y añadir una quinta, con lo que crean un
extraordinario y profundo sonido.
.
Todo está cuidado al detalle, a pesar del ritmo, y el oyente tendrá que enfrentarse con nuevos problemas para seguir el curso de la música. Finalmente, escuchando como la monumental coda lleva gradualmente a la sinfonía a su final triunfal, se puede empezar a apreciar plenamente el colosal concepto creativo de Schubert: una soberbia obra maestra producida, por un compositor que murió a la edad de 31años.
Todo está cuidado al detalle, a pesar del ritmo, y el oyente tendrá que enfrentarse con nuevos problemas para seguir el curso de la música. Finalmente, escuchando como la monumental coda lleva gradualmente a la sinfonía a su final triunfal, se puede empezar a apreciar plenamente el colosal concepto creativo de Schubert: una soberbia obra maestra producida, por un compositor que murió a la edad de 31años.
Otro genio de la época
romántica del siglo XIX Félix MENDELSSOHN BARTHOLDY, (1809-1847), compositor director y pianista,
viajero incansable, muy rico, fundador del
Conservatorio de Leipzig y que en su afán de luchar contra las
perspectivas musicales radicales de algunos de sus contemporáneos separando a
muchos de sus contemporáneos más aventurados como a Franz Liszt, Richard
Wagner, o Héctor Berlioz,
Como director del
Conservatorio y de la Orquesta Gewandhaus de Leipzig, sacó a la luz a
compositores olvidados del pasado,
estrenando sus obras, dando a conocer a Johann Sebastián Bach, con la “Pasión según San Mateo”, era la primera vez
que se interpretaba desde su muerte en el año 1750, para el gran público de
Alemania y después para toda Europa.
I. Allegro vivace
II. Andante con moto
III. Con moto moderato
IV. Saltarello. Presto
El
primer movimiento, allegro
vivace, consigue que el oyente se encuentre introducido en las
sensaciones de alegría y energía vital de la que se vio contagiado durante su
estancia en Italia. Con dos claros temas melódicos que se combinan a la
perfección durante sus aproximadamente ocho minutos de desarrollo
En
el segundo movimiento, andante
con moto, se abandona la alegría para abrazar la gravedad. Este
cambio, que se manifiesta en un choque abrupto que se aparta por completo del
espíritu general de la obra, es debido a que la inspiración de esta pieza surge
de la profunda impresión que produjo en el compositor la primera procesión
religiosa que presenció en Nápoles ―aunque su familia, como evidencia su
apellido y el nombre de sus ascendientes, era de origen judío, su padre ya se
había convertido al protestantismo y Mendelssohn compartía su fe―. Tras ese corte
comienza a desarrollarse la melodía, al principio a lomos del sonido más oscuro
y pesado de las violas, que posteriormente dan pie al juego de los violines.
Los que estamos acostumbrados a las procesiones de Semana Santa no encontramos
ninguna dificultad para imaginarnos a nuestros cofrades marchando a su son, por
más que el tempo que presenta este movimiento es un poco menos acelerado que el de Andalucia . Es, sin duda, la parte más melancólica de la sinfonía
,El
tercer movimiento, con moto
moderato, viene escrito en forma de minueto
―principal-trío-principal―. A pesar de que en las sinfonías clásicas se solía
emplear este movimiento como una especie de descanso para los músicos, que
posteriormente deberían afrontar la apoteosis de la obra, esta pieza es la que
más problemas genera en los directores de orquesta, porque la única indicación
que Mendelssohn dejó escrita fue la inicial: velocidad moderada.nos hallamos
ante una pieza muy agradable al oído y que sirve para recuperar paulatinamente
la alegría del comienzo. Lo más probable es que la inspiración para este
fragmento viniera con los paisajes que Mendelssohn encontrara en su viaje,
puesto que, gran amante de la naturaleza, éstos constituyeron una de sus
principales fuentes creativas. La sección de cuerda puede evocar brisas suaves
bajo los rayos de un sol de crepúsculo, mientras que las diversas
intervenciones de los metales podrían aludir al vuelo de los pájaros y de los
insectos polinizadores.
La
apoteosis anunciada llega con el cuarto movimiento, Saltarello (presto). El saltarello es un
antiquísimo tipo de danza frenética propio de Nápoles ―obviamente, se trata de
un homenaje a esta ciudad―.
Hasta pronto