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Dentro del tiempo litúrgico de la semana Santa, la música
Sacra es por excelencia la más interpretada, por ello hacemos con este ensayo, para su conocimiento e historia.
Con la aparición del cristianismo debemos asociar la
existencia de primeros testimonios musicales occidentales, sin embargo, la
primitiva iglesia cristiana tuvo especial celo en preservar los
cantos y plegarias que formaban parte de la liturgia; patrimonio que fue
transmitido de forma oral durante siglos y registrado por escrito a partir de
la Edad Media, momento en el que se desarrollaron sistemas de notación que
permitieron registrar no solo los textos sagrados si no también las
indicaciones necesarias para su interpretación durante la misa.
No obstante el concepto de música sacra aparece ligado
a la reforma litúrgica impulsada por el Papa Pío X, que ejerció el pontificado
desde 1903 al 1914, año de su muerte.
Ciertamente
el siglo XVII, ha sido una centuria poco valorada considerada como un mero
periodo de transición entre el Renacimiento humanista y el “Iluminado siglo de
las luces”, el carácter despectivo del término Barroco, como definición de un
estilo que no era más que una caricatura del clasicismo propiciado por el
Renacimiento, pero sin embargo fue un fértil e interesante periodo en la
historia de la música religiosa, una verdadera revolución. Claudio MONTEVERDI,
encarna la inquietud colectiva que va del progresivo agotamiento de lo antiguo
a la perseverante búsqueda de lo innovador. Lidera casi en solitario una
transformación musical originada antes que nada, en su propia personal e
intransferible experiencia con el arte de los sonidos, reflexión que, por
fortuna para todos, quiso retratar y documentar a lo largo y ancho de su legado,
Una parte importante de su producción es música para el culto.
Las
primeras obras publicadas en 1582 por MONTEVERDI son de carácter religioso las
“Sacre Canticulae, veintitrés motetes a tres voces sobre textos latinos tomados
sobre todo de la “Vulgata” siguieron los “Madrigales espirituales”, a cuatro
voces, Vespro
della Beata
Vergine (1610), colección de piezas marianas, sin la unidad
propia de un oratorio concebida con una doble finalidad litúrgica (para las
diversas festividades dedicadas a la Virgen, tales como Anunciación o la
Asunción). En la Vísperas encontramos todos y cada uno de los elementos
axiomáticos de la revolución barroca: policoralidad, stile concertato bajo
continuo, recitativos, representación de sentimientos, valoración dramática de
disonancias e intervalos, así como efectos teatrales, tímidamente ensayados en
el pasado como el eco, una verdadera revolución de arquitectura
contrapuntística, convierten a estas “Vísperas” en una monumental síntesis
entre el pasado renacentista y el futuro barroco.
Monteverdi - Vespers, "Vespro della Beata Vergine
La
consolidación del nuevo estilo imponía la supremacía del texto sobre el
contrapunto severo, que tuvo como consecuencia la entronización del recitativo
puro, en oposición a una segunda generación de compositores barrocos, el “bel
canto”, esta práctica opuesta al recitativo monteverdiano, no obstante heredera, (nació mediados
del siglo XVII,) para convertirse en la espina dorsal de la nueva ópera
italiana. El “bel canto” supuso la recuperación de la melodía, marginada por
las exigencias del primer género representativo. Consecuencia directa de ésta
forma de poner música al texto fue la aparición del “aria”, (con protagonismo
absoluto de la melodía), por oposición al recitativo “a secco”, necesario,
entre otras razones para hacer avanzar el argumento de la obra Así nacieron él
oratorio y la cantata, cuyos compositores más representativos fueron George
Frideric HANDEL, genio y trabajador infatigable, que siempre buscó con sus
obras el aplauso del público y Johann Sebastian BACH, figura de
dimensiones colosales en la historia de la música sacra, que eclipsa el talento
musical de cualquiera de sus contemporáneos.
Handel: Dixit dominus, HWV 232
Jehová dijo a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder;
Domina en medio de tus enemigos.
Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder,
En la hermosura de la santidad.
Desde el seno de la aurora
Tienes tú el rocío de tu juventud.
Juró Jehová, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre
Según el orden de Melquisedec.
El Señor está a tu diestra;
Quebrantará a los reyes en el día de su ira.
Juzgará entre las naciones,
Las llenará de cadáveres;
Quebrantará las cabezas en muchas tierras.
Del arroyo beberá en el camino,
Por lo cual levantará la cabeza.
I. Dixit Dominus ∙ II. Virgam virtutis tuae ∙ III. Tecum principium ∙ IV. Juravit Dominus ∙ V. Tu es sacerdos in aeternum ∙ VI. Dominus a dextris tuis ∙ VII. Judicabit in nationibus ∙ VIII. De torrente in via bibet ∙ IX. Gloria Patri et Filio ∙
Bach: Magnificat in D major, BWV 243
El
magníficat, es un cántico y oración cristiana cuya inspiración proviene del
evangelista San Lucas (Lucas 1 46-55) que reproduce -según San Lucas- , lo que
María madre de Jesús, le dirige a Dios en la oportunidad que visita a su prima
Isabel, esposa de Zacarías, preñada de Juan el Bautista.
Esta oración
se clasifica dentro del género literario; en que se encuentran todos los himnos
o salmos de acción de gracias. Pero además, se puede decir que este género de
música coral religiosa es similar a la cantata, que era interpretado antes de
las misas en liturgias religiosas extraordinarias. Las cantatas y pasiones de
Bach fueron escritas principalmente como música para las celebraciones de
domingos y festivos determinados del año eclesiástico. Lo que las limitaba; a
la festividad para la cual habían sido escritas.
CORO
Glorifica mi alma al Señor,
ARIA (Contralto)
y mi espíritu se regocija en Dios,
mi salvador.
ARIA (Soprano)
Porque miró la humildad de su sierva,
me llamarán bienaventurada
todas las generaciones.
ARIA (Bajo)
Porque hizo en mí grandes cosas
el Omnipotente, es santo su nombre.
DÚO (Contralto, Tenor)
Su misericordia va de generación
en generación para los que le temen.
CORO
Empleó la fuerza de su brazo y alejó a
los soberbios de pensamiento de su corazón
ARIA (Tenor)
Derribó los tronos de los poderosos
y exaltó a los humildes.
ARIA (Contralto)
Colmó de bienes a los hambrientos
y a los ricos dejó con las manos vacías
CORO Y TRÍO (Sopranos, Contralto)
Acogió a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia.
CORO
Como prometió a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
y ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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El
Clasicismo movimiento que nace como conclusión natural de las tendencias del
estilo galante, a su vez respuesta a la sobreabundancia ornamental y
contrapuntística barroca. Este periodo estará caracterizado por su carácter
efímero, propio de un organigrama social en vías de desaparición. La música en
esta época seguirá sirviendo a los dos grandes mecenas que ostentaban
igualmente el poder político: La nobleza y el clero y hubiera quedado en la
historia de la música como una etapa menor (de transición entre los
grandes modelos de Barroco y el Romanticismo), si no fuera porque alumbró dos
personalidades de resonancia universal que hicieron de esta periodo uno de los
más llamativos: Wolfgang Amadeus MOZART y Joseph HAYDN.
Mozart: Great mass in C minor, KV 427
La
música religiosa de MOZART, nació de encargos no demasiado motivadores para él.
Es el caso de las misas salzburguesas, ocho misas breves escritas para los
servicios de la catedral de Salzburgo acordes al gusto del arzobispo Colloredo,
las Vísperas y Letanías ( 195), las Sonatas epistolares, piezas para órgano y
orquesta, de esta periodo hay que destacar la Misa de la Coronación KV 317. No
obstante su sentido de la religiosidad de Mozart, se ha debatido con
frecuencia, una persona educada en un contexto católico y de constante creación
litúrgica y vinculada en su madurez a la masonería, nunca dio grandes muestras
de compromiso místico en sus creencias. Ahora bien el carácter liviano, o si se
quiera frívolo, de la estética clasicista no contribuyó a la creación de
grandes páginas religiosas a finales del siglo XVIII. El genio mozartiano, por
fortuna, se eleva en algunos casos muy por encima de este tipo de
condicionantes, como muestra la Gran Misa en Do menor KV 427 y su magnífico
Réquiem KV 625.que estaba escribiendo cuando murió, es una da las cimas
de la música funeraria y que fue concluido por su alumno Franz Xaver Süssmayr
Joseph Haydn Nelson Messe Missa in Angustiis in D minor
Franz Joseph HAYDN (1732-1809), cierra el periodo clásico puro, sus composiciones sacras son responsables de algunas de las mejores páginas religiosas del siglo XVIII.
La misa de
Mariazellde (1782), obra de juventud, todavía bajo la influencia del estilo
barroco. Aunque ya se adivinan ciertos elementos innovadores, particularmente
notables en el sobrecogedor “Crucifixus”. Alrededor de 1786, recibió un encargo
procedente de Cádiz para escribir una obra destinada a los servicios religiosos
de semana Santa. El proyecto consistía en siete sonatas con una introducción,
basadas en os sermones relativos a las últimas palabras de Cristo en la Cruz.
Las sonatas debían estar precedidas por una entrada declamatoria donde cada una
de las palabras de Cristo se encomendaba a un barítono debiendo
tener estructura de adagios, la obra fue resuelta con enorme éxito, razón por
la que fue publicada más tarde en versión cuarteto de cuerda, y en
1799, para coro y orquesta, adaptando entonces la forma de un oratorio con el
título “Las Siete últimas palabras de Cristo en la Cruz.
Septem Verba Christi in Cruce (Las 7 Últimas Palabras de Cristo en la Cruz) - Joseph Haydn
[Versión original para orquesta, Hob. XX. 1]
Las
seis últimas misas fueron compuestas para el príncipe Nicolás II
Esterházy, entre 1796 y 1802. El reparto vocal estaba formado por cuatro
solistas y coro y la orquesta incluía trompetas y timbales, reproduciendo los
efectivos propios de la ópera o las sinfonías. Las cuatro más celebres son la
Misa Nelson o Misa imperial (1798), La Misa para tiempo de guerra, conocida
como Misa del timbal (1796) Misa Teresiana (1799), y la llamada Harmoniemesse
(1802).
Dos
grandes oratorios, en absoluto destinados a la liturgia ordinaria ni a la
organización del culto. La Creación basada tanto en el Génesis como en el Paraíso
perdido de Milton. Las Estaciones, con referencias al creador como principio y
fin del milagro de la naturaleza.
La
desacralización de la música en el siglo XIX, con el comienzo del Romanticismo
fue debido al paso de ni sociedad estamental a una sociedad de
clases como consecuencia de una serie de revoluciones políticas y un profundo
cambio económico (industrialización), desembocó en el ascenso y triunfo de la
burguesía y del ideario, el liberalismo, en estrecha conexión con las
aspiraciones nacionalistas.
Grandes
compositores de este periodo escribieron obras sacras importantes, Ludwig van
BEETHOVEN con su Misa Solémnis, abrió el camino a la utilización de
grandes recursos para otros creadores, La Misa en Do mayor opus 86, la
Misa en Re, el oratorio Cristo en el Monte de los Olivos, conforman
todo su repertorio sacro.
Beethoven - Missa Solemnis in D major, Op 123
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Franz SCHUBERT con sus seis misas D105, 167, 324, y 442, fueron encargadas por la iglesia parroquial de Lichtental. Las dos últimas la Misa en la bemol mayor D 678 (1822) y la Misa en Mi bemol mayor D 950, (compuesta en 1828, el año de su prematura muerte), se aprecia su talento, ambas requieren amplios recursos orquestales con su asombroso manejo de las voces consigue una variedad de ambientes, compartiendo serenidad y dulzura. El resto de su producción las seis antífonas D 696, para coro a capella, varias versiones del Sala Regina y sobre todo en espléndido Stabat Mater, para tres solistas, coro y orquesta.
Schubert Mass No 5 A flat major D 678
Schubert: Stabat Mater D.383
STABAT MATER IN G MOLL - D 175 - Schubert
Robert SCHUMANN (1810-1856), solo compuso dos obras religiosas: La Misa en Do menor (opus 147 y el Réquiem en Re bemol mayor op. 148, ambas fueron escritas en 1852, poco antes de su muerte. La fascinación que el catolicismo ejerció sobre los románticos, alcanzó también a Schumann atraído sin duda por el misticismo e incluso por el esplendor del ceremonial, frente a la severidad y rigidez del protestantismo.
Robert Schumann (1810-1856):Requiem,Op.148 (1852)
Robert Schumann : Missa Sacra op 147
Mendelssohn: Elias, oratorio in two parts, op. 70
Johannes BRAHMS, la maravilla de su Réquiem alemán.
"El réquiem
ateo". Con esta desafortunada expresión ha sido designado, en alguna
ocasión, el opus 45 de Johannes Brahms,so pretexto del escaso
número de veces que en su texto se
menciona a Dios, al menos, directamente. Sin embargo, pocas obras en la historia de
la música clásica aparecen tan
impregnadas de espiritualidad, no sólo en lo que al texto atañe, sino también en
lo que a la propia música concierne. El hecho de que Brahms designase esta magna obra como "ein deutsches
Requiem", o más exactamente, "eine
Art deutsches Requiem (una especie de réquiem alemán)"
obedece al propósito
de configurarla como una composición de
índole exclusivamente musical, y ajena, por tanto, a la celebración litúrgica, a
pesar de que Réquiem es, precisamente, la palabra con la que da comienzo el Introitus de la misa de difuntos de la Iglesia
Católica, y que, en el ámbito musical,
ha dado origen a numerosas obras de carácter religioso de la mano
de Ockeghem, Lassus, Morales, Palestrina, Cavalli, Scarlatti,
Mozart, Cherubini, Berlioz, Liszt, Verdi, Dvorák o Fauré.
Dos fueron los
acontecimientos que impulsaron a Brahms a componer su réquiem: el
fallecimiento, en el verano de 1856, de su amigo Robert
Schumann (quien, paradójicamente, también tuvo el propósito de componer una
obra con idéntico título) y la muerte de su propia madre en febrero del año 1865.
Los primeros compases de
la obra fueron escritos por Brahms en 1856, y su conclusión se prolongó,
prácticamente, hasta poco antes de su estreno, en
la catedral de Bremen, el Viernes Santo
del año 1868. El texto fue elegido por el propio compositor a partir de las traducciones
luteranas del Antiguo y Nuevo Testamento.
El Réquiem alemán está
dividido en siete partes y fue compuesto para soprano, barítono, coro mixto,
órgano y orquesta sinfónica.
Franz LISZT, (1811-1886), fue un músico cuya vida y obra estuvieron profundamente dominadas por el sentir religioso. Su fe y el deseo de renovar la música sacra, lo condujeron a Roma para recibir las órdenes menores, creyendo que sería posible promover la reforma estructural de la música religiosa desde la oficialidad y bajo el amparo del papa Pío IX, sus composiciones sacras son muy abundantes.
Liszt: Christus - 2.Nach Epiphania / después de Epifanía
Anton BRUCKNER (1824-1869), con una extensa producción religiosa, sus misas son de una conjunción ideal, en cuanto poseen un original lenguaje sin romper los límites del género ni recurrir a formas híbridas destinadas a las salas de conciertos. La Misa nº 1 en Re menor, para solistas, coro a cuatro voces, orquesta y órgano. La Misa nº 2 en Fa menor, para coro a ocho voces e instrumentos de viento (1866) y el Te DEUM, que BRUCKNER consideraba su mejor obra para el final de su vida como epitafio.
ANTON BRUCKNER.-1824-1896.-Mass Nº 2 in E minor
Bruckner Te Deum Karajan Wiener Philarmoniker
He
relatado a compositores austriacos y alemanes, pero también en el siglo XIX,
franceses, italianos e ingleses, contribuyeron a la música sacra.
Cesar
FRANCK (1823-1890) de nacimiento belga, pero plenamente adscrito a la escuela
francesa, fue el mayor organista de su tiempo, sus motetes, y la Misa tres
voces (1860), junto al tardío y célebre “Panis angelicus” están dominadas por
cierto sentimentalismo beato característico de la época. Sus dos oratorios Rutb
y la Redención, junto con las Bienaventuranzas y Rebeca, constituyen un vasto
fresco de su producción religiosa.
Rebecca"
Cesar Franck und "Gloria de POULENC"
Gabriel
FAURÉ (1845-1920), La Misa Base (1881), con encanto y ternura, y como
no, su famoso Réquiem dulce, la muerte como descanso
incluso como sueño.
Gabriel Fauré -
Requiem (1887-90)
G. Rossini: Petite Messe Solennelle
Musica Religiosa - G. Donizetti: Miserere
Puccini - Requiem per coro, viola solista e organo.
Gran
parte de la música religiosa del Siglo XX, surge de la necesidad de superar el
desbastador impacto de las grandes tragedias de sus guerras, que
sacuden al siglo, que más adelante trataré, en próximo ensayo.-
HASTA PRONTO.-