En las próximas navidades, la Orquesta Ciudad de Granada, en el Auditorio Manuel de Falla, en su programa interpretará por tercer año consecutivo el Oratorio de Navidad, Johann Sebastián Bach BWV 248 (cantatas 1-4), dentro de la música clásica, pertenece al género sacro, por ello trataré de explicar en qué consiste.
El concepto de Música Sacra, aparece ligado a la reforma litúrgica impulsada por el Papa Pio X ( 1835-1914), que ejerció el pontificado desde 1903 hasta su muerte.
CON
LA APARICIÓN del cristianismo debemos asociar la
existencia de los primeros testimonios musicales occidentales. Los escasos
indicios que poseemos de épocas
anteriores (pinturas, relieves y mosaicos donde aparecen instrumentos y
algunos antiguos himnos) no nos permiten conocer cómo era la música de la
“antigüedad”. Sin embargo la primitiva iglesia cristiana tuvo especial celo en
preservar los cantos y plegarias que formaban parte de la liturgia; patrimonio
que fue transmitido de forma oral durante siglos y registrado por escrito a
partir de la Edad Media, momento en el que se desarrollaron sistemas de
notación que registrar no solo los textos sagrados sino también las
indicaciones necesarias para su interpretación durante la misa. No obstante, el
concepto de música sacra es mucho más reciente que su existencia. Caracterizar
dicho concepto no resulta fácil; ni las funciones ni los textos han permanecido
inalterables; celebraciones que hoy se consideran “paralitúrgicas” formaron
parte del culto en otros tiempos (tal es el caso de las oraciones gregorianas
cantadas con interpolaciones textuales y melódicas que más adelante fueron
rechazadas y prohibidas por la iglesia de Roma. La ortodoxia de cada momento ha
determinado lo que resultaba o no apropiado; el mismo San Agustín comentaba “apartaría
de mis oídos y los de la iglesia todas las melodías de las tiernas cantinelas
con las que se acompañan habitualmente los salmos de David”, y el Papa Juan
XXII se refería a los compositores del “ars nova” como embriagadores de los
oídos que invitaban a la relajación de las costumbres, también se ha criticado
la teatralidad introducida por ciertos autores en la música eclesiástica.
Los
Padres de la Iglesia. Puesto que fue en las comunidades
judías donde inicialmente se asentó el cristianismo, la liturgia deriva también
de la judía, en la que se cantaban salmos. ¿Cómo era la música de los primeros
cristianos? Resulta difícil responder; probablemente largas series de plegarias
recitadas en forma de letanías con músicas solo vocálicas y unísonas; exentas
de armonía según los criterios actuales, y poco apropiadas para el
acompañamiento musical. Sabemos más acerca de las polémicas y argumentaciones
de los padres de la iglesia que, impregnadas de
pitagorismo y platonismo, trataban de desarrollar una teoría acerca de
cómo debía el arte de los sonidos. La concepción del mundo como un cosmos
armónico hecho por un gran sinfonista es repetida por muchos filósofos
cristianos, de la misma manera que la teoría del etbos referida a la música,
señala la influencia de los sonidos sobre el alma humana.
En cuanto a la práctica
musical, había un rechazo general hacia
la tradición pagana, los espectáculos teatrales y el uso de los instrumentos. Importa
el texto como afirmaba Gregorio de Niza; el canto es más rico porque se dirige
a la vez a los sentidos y al entendimiento y reúne el ritmo de la melodía con
la fuerza sugestiva de la palabra, lo que no implica desprecio hacia la música.
La doctrina de los primeros padres sentó algunas de las bases de todo el
pensamiento posterior sobre la música sacra; por una parte, lo importante era
cantar más con el corazón que con la voz, para hacer llegar las plegarias a
Dios y, por otra, la música debía una función docente.
Antecedentes
del Gregoriano. En
el antiguo canto sinagogal judío se encuentran los orígenes de las principales
formas del repertorio cristiano, base de toda la música litúrgica posterior. La
escisión del imperio romano en dos dominios, el oriental y el occidental,
determinó la existencia de dos grandes grupos de tradiciones, diferenciadas
fundamentalmente por el distinto idioma. De entre las tradiciones orientales,
la greco bizantina era la más importante, surgida del rito siriaco de Antioquia
y que, básicamente, utilizaba el griego El repertorio mayor lo constituyen los
himnos, preferidos en el canto de oficio frente a los salmos de las liturgias
occidentales. Entre éstas las más importantes son la ambrosiana y la hispánica.
No todas las tradiciones locales han dejado el mismo número de testimonios,
algunas desaparecieron por completo antes de que sus melodías fueran escritas.
De los cuatro ritos occidentales existentes fue el romano antiguo o
paleorromano, usado en Roma y en el centro de Italia, el que finalmente se
impuso en todo el orbe católico, quedando los tres analizados a continuación
como variedades arcaizantes y minoritarias, pese a que la teoría a cerca de que
a partir de él se originó el gregoriano; es hoy muy discutida. De la música
galicana no quedan testimonios en estado puro, sino mezclados con el gregoriano;
en cualquier caso, parece que tenía muchos puntos en común con la tradición
hispánica. El canto ambrosiano o milanés es uno de los repertorios más
significativos por su originalidad y por su vigencia hasta el día de hoy en el
lugar de su nacimiento, la archidiócesis de Milán. Su paternidad de adjudica a
San Ambrosio, arzobispo de Milán entre el 374 y el 397, aunque es difícil
concretar sus aportaciones. Entre ellas es casi seguro que está la introducción
en la liturgia de los himnos, procedentes de oriente. Se trata de composiciones
estróficas e isométricas. A la misma época y también por influencia oriental,
corresponde la introducción del canto antifonal, es decir, la alternancia entre
dos coros y un solista y un coro. La música del rito ambrosiano no está
sometida a los esquemas melódico-modales gregorianos y destaca por sus
contrastes; un rígido sílabísmo (una
nota por cada silaba) junto a grandes melismas (varias notas sobre una vocal).
El otro gran repertorio
latino es el hispánico o mozárabe, desarrollado
por la iglesia de la península ibérica de las épocas visigoda y asturleonesa,
así como por las comunidades mozárabes que quedaron bajo el dominio musulmán. Emparentada
con los repertorios romano y ambrosiano, se caracteriza por el canto del “aleluya”
con la última silaba adornada con muchísimas notas. Apenas conocemos una
veintena de obras de su amplio repertorio ya que cuando fue abolido en el siglo
XI, sólo se había escrito en una notación que al no especificar la altura de
los sonidos, dificulta su recuperación para la interpretación, carencia que
puede observarse en el Antifonario mozárabe de la Catedral de León.
Próximamente, relataré
distintas épocas de la Historia de la Música Sacra, base fundamental de nuestra
cultura, práctica importantísima en la liturgia cristiana.
Hasta pronto.
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