viernes, 20 de enero de 2012

Recordando a FÉLIX MENDELSSOHN-BARTHOLDY (1809-1847)


La vida y obra de éste extraordinario compositor me atrae después del concierto pasado de la O.C.G. con su famoso Octeto, fue un privilegiado por su cuna de familia judía adinerada y  culta muy destacada  que se convirtió  al protestantismo adoptando  el apellido  Mendelssohn-Bartholdy.

Resaltamos algunos aspectos, su madre hablaba varios idiomas, tocaba el piano y dibujaba de modo admirable, habilidad ésta ultima que también poseía su hijo. En su infancia fue considerado como un niño prodigio, cada domingo se realizaban conciertos en la residencia de Mendelssohn. En ellos generalmente tocaban una pequeña orquesta y solistas a los que a menudo se unían Félix y Fanny. El niño escribió varias óperas en miniatura y sinfonías para estas ocasiones.

 De ellas nos han llegado doce sinfonías para cuerdas y una sinfonía en un movimiento, que no fueron publicadas en vida del compositor pues éste, severo autocrítico las consideró meros ejercicios de composición sin valor artístico. Ni siquiera figuraron entre las obras que fueron publicadas después de su muerte. Recién se conocieron en la segunda mitad del siglo pasado, en una edición completa de las composiciones mendelssohnianas, aunque cuatro de ellas habían sido interpretadas en público anteriormente.

Como las otras diez, las sinfonías revelan el sorprendentemente precoz talento de Mendelssohn. Si bien se pueden encontrar en ellas influencias de Bach, Handel y los clásicos vieneses, ¿qué compositor novel no comenzó imitando? Aún así, estas piezas ya proclaman el estilo personal del futuro maestro. De cualquier manera, su frescura, vigor, concentración en los elementos esenciales las hace tan atrayentes ahora como lo fueron hace más de 180 años.

Aunque la denominación de sinfonías provino del propio compositor, esto puede originar confusiones: es sabido que escribió cinco sinfonías para gran orquesta y con número de opus. Pero escribió una versión alternativa para orquesta sinfónica de la Octava para cuerdas, eventualmente publicada como Sinfonía n° 12 en Do menor. Esta fue en realidad la decimotercera, escrita en 1824.

Existen manuscritos de las composiciones del joven prodigio desde su undécimo año (1820) en adelante. Se trata de canciones, sonatas y doce Sinfonías para cuerdas que datan de los años 1821-23.



De su  al temprano éxito en Alemania le siguió un viaje por toda Europa, costeado por su padre, como premio por su aplicación y comportamiento.

En Inglaterra, con sus diez visitas, estrenó la mayoría de sus obras. En su estancia en Escocia se inspiró en temas populares para componer el poema sinfónico  La Hébridas o la gruta del Fingal  Obertura de 1830, que vamos a poder escuchar en el próximo concierto, también compuso su sinfonía nº 3 La Escocesa, que dirigió en su última visita en 1847, con la Orquesta Filarmónica ante los Reyes de Inglaterra, ganando mucha fama y dinero, no solo se dedicó a componer interpretar y dirigir sino que hizo critica en algunas editoriales de los Oratorios, que eran habituales, de Georg Friedrich Hándel.

En Italia en otoño de 1830, donde se inspiró para su cuarta sinfonía llamada La Italiana una de sus obras más conocidas. Conoció a Héctor Belioz en Roma y a Franz Liszt en Paris. Un trabajador incansable fallándole la salud tempranamente, muriendo de agotamiento y de depresión por la muerte temprana de su querida hermana Fanny.

Inserto algunas sinfonías para cuerda, ya que es una obra muy extensa, las que más me gustan, y por supuesto  el poema sinfónico  Las Hébridas que va interpretar la O.C.G. el próximo día 27 de Enero en el Auditorio Manuel de Falla. 

Sinfonia nº 8 para cuerdas (versión orquesta)


Sinfonia nº9 para cuerdas Finale: Allegro Vivace


Sinfonia nº 1 para cuerdas in C



Sinfonia nº 2 par cuerdas in D major




Sinfonia nº 12 in G minor Finale: Allegro molto





Las Hébridas o La Gruta de Fingal Obertura  un video con explicaciones de inspiración en Escocia y guía de audición.





Hasta pronto.-


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