RECUERDO DEL SEGUNDO CONCIERTO
DE CÁMARA ANIVERSARIO AMIGOS O.C.G. CUERDAS (VIENTO- MADERA).
W.A. Mozart
(1756-1791)
Cuarteto para flauta
y cuerdas KV 285 en Re mayor
Allegro, Adagio,
Rondeau
F. Devienne
(1759-1803)
Cuarteto para fagot y
cuerdas op. 73
Allegro,Spirituoso,
Adagio cantábile, Allegro moderato.
W.A. Mozart
(1756-1791)
Allegro, Adagio,
Rondeau:Allegro “Ram”.-
Integral de Cuartetos
para flauta y cuerda (Se interpretó el núm. 1 KV285 en Re mayor).
Son cuatro los
cuartetos para flauta y cuerda compuestos
por Mozart, con
frecuencia numerados correlativamente
del uno al cuatro,
situados en Mannheim
y fechados entre
diciembre de 1777 y febrero de 1778,
como si formaran una
colección, pero según los investigadores
de su obra
—Saint-Foix, Massin, etc.— esa
unificación no es
exacta.
De acuerdo con este
criterio, el carácter de grupo es
aplicable únicamente
a los tres primeros, compuestos
en las fechas
indicadas, de los que el primero, en Re
mayor, aparece ya en el
catálogo de Kóchel con el número
285. Los otros dos,
en Sol mayor y Do mayor,
fueron incorporados
al orden de Kóchel por Einstein
con los números 285a
y 285b.
Corresponden a la
estancia de Mozart en Mannheim
con la esperanza
fallida de quedarse en la capilla de
la Corte. Su entrega
a las tres obras responde al encargo
del médico Ferdinand
De Jean, tenido entonces por
rico holandés, que le
llega a través de su amigo, el flautista
y compositor Johann Baptist Wendling.
Al referirse a este
encargo, Mozart afirma en febrero
de 1778 haber
compuesto tres cuartetos y dos concertinos
para De Jean. Los tres cuartetos
son los mencionados,
y de los concertinos
sólo uno es original para
la ocasión, el
escrito en Sol mayor K. 313, llamado
Dejean. El otro es una
trasposición para flauta del compuesto
en Salzburgo en el
verano de 1777 para oboe,
en Do mayor K.
27 lk, que transporta a Re mayor,
y que ha quedado como
K. 314.
Con estos
antecedentes no hay duda de que el número
cuatro queda fuera
del grupo anterior. Se trata
del Cuarteto en La
mayor K. 298, que ha sido situado
en Viena,
posiblemente en 1787. Lo confirma, además,
la clara diferencia
entre los tres primeros, escritos
de forma sucesiva, y
el cuarto.
Los tres primeros han
sido calificados por algunos
biógrafos como productos
alimenticios, puesto que Mozart,
más que responder a
una intención personal, atendía
un encargo —por 200
florines— para procurarse
ingresos en su
difícil situación económica en Mannheim.
Pero, en cualquier
caso, son los cuatro los que forman
la integral de su
obra en el cuarteto para flauta y trío
de cuerda.
Cuartetos para flauta
y cuerda núms. 1, 2 y 3, K. 285,
285a y 285b
Aunque Mozart sólo
tratara de cumplir con el encargo,
lo cierto es que el
resultado va más allá de la
música de
entretenimiento; eso sí, dentro de su planteamiento
en el estilo galante.
Desde el punto de vista
de las formas, rompe
en parte el equilibrio, dando
mayor relieve a la
flauta en un conjunto concertante.
Sin embargo, el vuelo
del tiempo lento del primero
se apoya en una mayor
profundidad y expresividad que
enlaza, sin pausa,
con el brillante Rondó final. En los
otros dos es más
conciso, como ateniéndose con rigor
al deseo de Ferdinand
De Jean, que quería obras cortas
y fáciles. Detrás de este doble
juego de cumplir y
liberarse del
encargo, es probable que se esconda el mínimo
interés de Mozart por
la flauta, lo que no deja
de ser una paradoja
divertida y curiosa en el que iba
a ser autor de una obra
maestra llamada La flauta mágica.-
Desde 1638, cirio en que
se publicó el libro del español Bartolomé
de Selma, basta bien
avanzada nuestra época, este ciclo nos
propone un recorrido
histórico de casi cuatro siglos alrededor de la
literatura musical
para el fagot, el instrumento grave de la familia
del viento-madera. En
tan largo período, el instrumento ha evolucionado
con mucha intensidad,
desde el bajón
que tanto se utilizó
en las capillas
musicales del Antiguo Régimen hasta el fagot contemporáneo.
Pero el prototipo
organológico ha mantenido unas
constantes a través
de la obtención del sonido mediante la doble
lengüeta, y tanto en
los grupos orquestales como en la música de
cámara ha originado
obras de gran belleza
En las décadas
finales del siglo XVIII apareció en la escena musical
francesa, al lado de Cherubini,
Grêtry y Mehul, un joven compositor
e instrumentista:
FRANÇOIS DEVIENNE. Tocaba de forma
virtuosa dos
instrumentos muy diferentes, la flauta y el fagot.
Su Método de
Flauta, aparecido en 1794, dio prueba de sus excepcionales
cualidades pedagógicas.
Esta célebre obra le proporcionó
una plaza de profesor
en el Conservatorio de París, fundado
poco después, y
sirvió a numerosas generaciones de flautistas
tras su prematura
muerte.
Devienne trabajó como
instrumentista de viento en numerosas
orquestas de París,
tocando frecuentemente sus propias obras como
solista. Sus
contemporáneos realzaban el carácter tierno y melancólico
en su forma de tocar
el fagot.
Fue un compositor muy
prolífico: escribió numerosas óperas,
muchos conciertos
para flauta y para fagot, así como numerosas
obras de música de
cámara en las que dio un papel de solista al
fagot.
Los tres Cuartetos
para fagot, violín, viola y violoncello, nos
muestran de forma
magnífica el elegante estilo con que trataba las
cualidades sonoras de
este instrumento: Fueron publicados hacia
1800, y poco después
los publicó como Op. 75 sustituyendo al fagot
por el clarinete.-
Cuarteto en Fa mayor
para oboe, violín, viola y violonchelo,
K. 370 (368b)
Después de los
cuartetos para flauta y trío de cuerdas
(cuatro o tres más
uno, como comentamos en el
segundo programa de
este ciclo) compuestos por Mozart
en Mannheim entre
1777 y 1778, este Cuarteto
en Fa mayor es su primer nuevo
contacto con la combinación
viento-cuerdas.
Estamos en los
primeros meses de 1781, el escenario
ya no es Mannheim, ni
siquiera Salzburgo, sino Munich.
Mozart está en uno de
sus intensos períodos creadores.
Se interesa tanto en
componer, que renuncia a
su pasatiempo
habitual, el teatro,porque —dice—por
la noche es cuando se
compone mejor. Llega
el estreno
de Idomeneo y,
liberado del trabajo que ha supuesto,
cumple el compromiso
de escribir este Cuarteto en
Fa mayor para su amigo el
oboísta Friedrich Ramm.
La relación y
posterior amistad entre ambos había empezado
en 1777, tras ser presentados
en casa de Christian
Cannabich.
Mozart sigue un plan
concertante que no impide un mayor
lucimiento del oboe
en razón, sobre todo, de la
expresividad de su
timbre. Los contrastes se establecen
entre la mayor
profundidad del primer movimiento
—que conserva en el Adagio
central en Re menor—
y el carácter animado
del Rondó final.
Friedrich Ramm, que
lo estrenó, ha dado sobrenombre
a la obra, mencionada
ocasionalmente como Cuarteto
«Ram».
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