Auditorio Manuel de Falla, 20:30 h
sábado 21 mayo 2016
ABONO ES3 (Concierto extraordinario OCG25)
Luigi BOCHERINI
La Clementina, zarzuela en dos actos de Ramón de la Cruz
Manuel Galiana (Don Clemente), actor
Xavier Capdet (Marqués de la Ballesta), actor
Carmen Romeu (Doña Clementina), soprano
Vanessa Goikoetxea (Doña Narcisa), soprano
Carol García (Doña Damiana), mezzosoprano
Beatriz Díaz (Cristeta), soprano
Tony Marsol (Don Lázaro), bajo
Juan Antonio Sanabria (Don Urbano), tenor
ANDREA MARCON director
La Clementina zarzuela en dos actos, textos de Ramón de la Cruz música de Luigi BOCCHERINI, estrenada en el Palacio de Faustina Telléz Girón, condesa- duquesa de Benavente de Madrid, el 3 de enero de 1787.
La Orquesta Ciudad de Granada ofrece en su programación este título de Luigi Boccherini y textos de Ramón de la Cruz. La obra organizada en dos actos, fue un encargo al músico de Lucca, por parte de la madre de su mecenas Faustina Telléz Girón, condesa-duquesa de Benavente, que permite comprender mejor la forma de teatro musical burgués y costumbrista de finales del siglo XVIII.
ARGUMENTO.
D. Clemente es un
caballero viudo que tiene dos hijas de carácter bien distinto. Clementina, presentada
adinerado que como primogénita, es seria y obediente, mientras que Narcisa es
vivaracha y algo frívola. Ambas están al cuidado del aya doña Damiana, de aires
severos, auxiliada por la criada Cristeta, personaje bufo.
La zarzuela comienza
con Narcisa y Cristeta bordando y cantando en prevención de los amores
engañosos (N.º 1); a la escena se une don Lázaro, el maestro de música de las
hermanas. Narcisa comienza su lección cantando un aria graciosa de tempo vivo
que retrata los cambiantes intereses que corresponden a las distintas edades
(N.º 2). A su término, el aya se va con Narcisa y vuelve malhumorada porque el
maestro de música ha adelantado su hora habitual de llegada. Don Lázaro le
responde señalando su carácter responsable y comedido, aunque emplea una música
en tono cómico que lo contradice (N.º 3). A solas Clementina y doña Damiana
cantan en dúo (N.º 4) y la primera confiesa al aya los celos que siente de su
hermana, la preferida del padre según ella. Clementina tiene a doña Damiana como
una figura maternal a la que poder confiar la causa de su melancolía: está
enamorada de don Urbano, un caballero portugués de trato dulce y gentil que
llegóa Madrid dos meses atrás (N.º 5). Tras la confesión, ambas vuelven a las
labores y repiten el dúo (N.º 6). Entra en escena Narcisa y, al poco, un paje
anuncia la llegada del Marqués de la Ballesta, un noble de origen provinciano y
viejo amigo de don Clemente que se encontraba en Madrid buscando una esposa.
Tras un aria de doña Damiana (N.º 7), las tres mujeres abandonan al Marqués
quien poco después es recibido por don Clemente. El Marqués entonces aprovecha
que ambos se quedan solos para pedirle la mano de cualquiera de sus dos hijas,
pero don Clemente se resiste a pronunciarse con excusas: Clementina quiere
ingresar en un convento y Narcisa es demasiado joven. Inadvertidamente estas
explicaciones son oídas por don Urbano, quien muestra su desilusión, ya que
aspiraba a contraer matrimonio con Clementina, de quien se muestra enamorada. En
la escena siguiente los dos pretendientes frustrados se quedan solos con
Cristeta, quien entona una cavatina (N.º 8). En las siguientes escenas del acto
primero participan todos los personajes con conversaciones cruzadas, cada cual
mostrando su estado anímico. Don Urbano canta ante todos un tonada traída de
Portugal sobre la desventura de un amante no correspondido (N.º 9) —reflejo de
su propia situación que los demás desconocen— de la que regala una copia a
Clementina. El acto se cierra con una escena de cierto embrollo en la que los
seis personajes cantan a coro preparándose para cenar (N.º 10).
El segundo acto se inicia con Clementina cantando sola
distraída (N.º 11). De la partitura que le regaló don Urbano cae una nota al
suelo que guarda disimuladamente, aunque Narcisa se percata de la situación.
Entre tanto, don Lázaro se aproxima en cariñosa
pretensión a Cristeta. Al poco, salen a escena todos los personajes que cantan
a coro un número festivo mientras beben licor (N.º 12).
Después, don Urbano y don Lázaro tratan de sonsacar a
Cristeta los planes de boda de don Clemente. La criada canta un aria cargada de
ironía («con smorfia») alegando con fingida ingenuidad su ignorancia en materia
amorosa (N.º 13) y abandona la escena. Los dos pretendientes se quedan luego
confesando el uso al otro sus intenciones de casamiento. Don Lázaro se ofrece para
intermediar ante Clementina, al tiempo que pide a don Urbano que interceda por
él ante Cristeta (N.º 14).
En la siguiente escena, Narcisa encuentra a don Clemente en
un aparte, y aprovecha para contarle, con algo de malicia, la sospechosa nota
que su hermana encontró y ocultó con disimulo, consiguiendo así el favor del
padre (N.º 15). Don Clemente llama a doña Damiana para pedirle que lleve fuera
de la casa a todos, para así poder hablar a solas con Clementina, temeroso por
las sospechas que le había infundado la hermana (canta doña Damiana, N.º 16).
En conversación sincera, Clementina confiesa a su padre
que no tiene inclinación por ingresar en un convento y que está enamorada de
don Urbano. Don Clemente entonces revela el secreto mejor guardado de su vida:
Clementina no es en verdad hija suya, sino que fue adoptada al nacer cuando su
madre murió; ella se queda aturdida. El padre abandona la escena y entra don
Urbano y canta a dúo con Clementina (N.º 17) en la que ambos declaran su amor
recíproco aunque sembrado de incertidumbres. Don Urbano y don Clemente vuelven
a quedarse solos, y ante la insistencia de aquel para desposar a Clementina,
este la confiesa que no es hija suya, y que la adoptó cuando, por casualidad, la
encontró abandonada en Extremadura al lado de su madre y los criados muertos
por unos bandoleros. Don Urbano entonces, para sorpresa de todos, se percata de
que Clementina es, en verdad, su hermana a cuya búsqueda había venido a Madrid
(N.º 18).
En el desenlace de la última escena, don Clemente desvela
a todos el verdadero parentesco de Clementina y el final de la trama quedando
abierto e indefinido para las dos hermanas: Clementina, acompañada por Narcisa,
viaja a Lisboa con don Clemente y don Urbano para conocer a su padre biológico.
Todos cantan en un coro final para celebrar el enlace entre don Lázaro y Cristeta,
el único que se confirma en escena (N.º 19).
Hasta pronto.-
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