jueves, 12 de mayo de 2016

CONCIERTO DE ABONO ES3 (CONCIERTO EXTRAORDINARIO OCG25) SABADO 21 Mayo 2016



Auditorio Manuel de Falla, 20:30 h
sábado 21 mayo 2016


ABONO ES3 (Concierto extraordinario OCG25)

Foto de Francisco Redondo Mendoza.
Luigi BOCHERINI
La Clementina, zarzuela en dos actos de Ramón de la Cruz


Manuel Galiana (Don Clemente), actor
Xavier Capdet (Marqués de la Ballesta), actor
Carmen Romeu (Doña Clementina), soprano
Vanessa Goikoetxea (Doña Narcisa), soprano
Carol García (Doña Damiana), mezzosoprano
Beatriz Díaz (Cristeta), soprano
Tony Marsol (Don Lázaro), bajo
Juan Antonio Sanabria (Don Urbano), tenor
ANDREA MARCON director



La Clementina zarzuela en dos actos, textos de Ramón de la Cruz música de Luigi BOCCHERINI, estrenada en el Palacio de Faustina Telléz Girón, condesa- duquesa de Benavente de Madrid, el 3 de enero de 1787.
 
La Orquesta Ciudad de Granada ofrece en su programación este título de Luigi Boccherini  y textos de Ramón de la Cruz. La obra organizada en dos actos, fue un encargo al músico de Lucca, por parte de la madre de su mecenas Faustina Telléz Girón, condesa-duquesa de Benavente, que permite comprender mejor la forma de teatro musical burgués y costumbrista de finales del siglo XVIII.

ARGUMENTO.

D. Clemente es un caballero viudo que tiene dos hijas de carácter bien distinto. Clementina, presentada adinerado que como primogénita, es seria y obediente, mientras que Narcisa es vivaracha y algo frívola. Ambas están al cuidado del aya doña Damiana, de aires severos, auxiliada por la criada Cristeta, personaje bufo.

La zarzuela comienza con Narcisa y Cristeta bordando y cantando en prevención de los amores engañosos (N.º 1); a la escena se une don Lázaro, el maestro de música de las hermanas. Narcisa comienza su lección cantando un aria graciosa de tempo vivo que retrata los cambiantes intereses que corresponden a las distintas edades (N.º 2). A su término, el aya se va con Narcisa y vuelve malhumorada porque el maestro de música ha adelantado su hora habitual de llegada. Don Lázaro le responde señalando su carácter responsable y comedido, aunque emplea una música en tono cómico que lo contradice (N.º 3). A solas Clementina y doña Damiana cantan en dúo (N.º 4) y la primera confiesa al aya los celos que siente de su hermana, la preferida del padre según ella. Clementina tiene a doña Damiana como una figura maternal a la que poder confiar la causa de su melancolía: está enamorada de don Urbano, un caballero portugués de trato dulce y gentil que llegóa Madrid dos meses atrás (N.º 5). Tras la confesión, ambas vuelven a las labores y repiten el dúo (N.º 6). Entra en escena Narcisa y, al poco, un paje anuncia la llegada del Marqués de la Ballesta, un noble de origen provinciano y viejo amigo de don Clemente que se encontraba en Madrid buscando una esposa. Tras un aria de doña Damiana (N.º 7), las tres mujeres abandonan al Marqués quien poco después es recibido por don Clemente. El Marqués entonces aprovecha que ambos se quedan solos para pedirle la mano de cualquiera de sus dos hijas, pero don Clemente se resiste a pronunciarse con excusas: Clementina quiere ingresar en un convento y Narcisa es demasiado joven. Inadvertidamente estas explicaciones son oídas por don Urbano, quien muestra su desilusión, ya que aspiraba a contraer matrimonio con Clementina, de quien se muestra enamorada. En la escena siguiente los dos pretendientes frustrados se quedan solos con Cristeta, quien entona una cavatina (N.º 8). En las siguientes escenas del acto primero participan todos los personajes con conversaciones cruzadas, cada cual mostrando su estado anímico. Don Urbano canta ante todos un tonada traída de Portugal sobre la desventura de un amante no correspondido (N.º 9) —reflejo de su propia situación que los demás desconocen— de la que regala una copia a Clementina. El acto se cierra con una escena de cierto embrollo en la que los seis personajes cantan a coro preparándose para cenar (N.º 10).


El segundo acto se inicia con Clementina cantando sola distraída (N.º 11). De la partitura que le regaló don Urbano cae una nota al suelo que guarda disimuladamente, aunque Narcisa se percata de la situación.

Entre tanto, don Lázaro se aproxima en cariñosa pretensión a Cristeta. Al poco, salen a escena todos los personajes que cantan a coro un número festivo mientras beben licor (N.º 12).

Después, don Urbano y don Lázaro tratan de sonsacar a Cristeta los planes de boda de don Clemente. La criada canta un aria cargada de ironía («con smorfia») alegando con fingida ingenuidad su ignorancia en materia amorosa (N.º 13) y abandona la escena. Los dos pretendientes se quedan luego confesando el uso al otro sus intenciones de casamiento. Don Lázaro se ofrece para intermediar ante Clementina, al tiempo que pide a don Urbano que interceda por él ante Cristeta (N.º 14).

En la siguiente escena, Narcisa encuentra a don Clemente en un aparte, y aprovecha para contarle, con algo de malicia, la sospechosa nota que su hermana encontró y ocultó con disimulo, consiguiendo así el favor del padre (N.º 15). Don Clemente llama a doña Damiana para pedirle que lleve fuera de la casa a todos, para así poder hablar a solas con Clementina, temeroso por las sospechas que le había infundado la hermana (canta doña Damiana, N.º 16).

En conversación sincera, Clementina confiesa a su padre que no tiene inclinación por ingresar en un convento y que está enamorada de don Urbano. Don Clemente entonces revela el secreto mejor guardado de su vida: Clementina no es en verdad hija suya, sino que fue adoptada al nacer cuando su madre murió; ella se queda aturdida. El padre abandona la escena y entra don Urbano y canta a dúo con Clementina (N.º 17) en la que ambos declaran su amor recíproco aunque sembrado de incertidumbres. Don Urbano y don Clemente vuelven a quedarse solos, y ante la insistencia de aquel para desposar a Clementina, este la confiesa que no es hija suya, y que la adoptó cuando, por casualidad, la encontró abandonada en Extremadura al lado de su madre y los criados muertos por unos bandoleros. Don Urbano entonces, para sorpresa de todos, se percata de que Clementina es, en verdad, su hermana a cuya búsqueda había venido a Madrid (N.º 18).

En el desenlace de la última escena, don Clemente desvela a todos el verdadero parentesco de Clementina y el final de la trama quedando abierto e indefinido para las dos hermanas: Clementina, acompañada por Narcisa, viaja a Lisboa con don Clemente y don Urbano para conocer a su padre biológico. Todos cantan en un coro final para celebrar el enlace entre don Lázaro y Cristeta, el único que se confirma en escena (N.º 19).
 
 
 
 



 
Hasta pronto.-

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