viernes 23 febrero 2018
AUDITORIO MANUEL DE FALLA, 20:30 h
AUDITORIO MANUEL DE FALLA, 20:30 h
Homenaje a Antoni Ros-Marbà
VALS TRISTE
Jean SIBELIUS
Vals triste
Vals triste
Serguéi RAJMÁNINOV
Concierto para piano núm. 3 en Re menor, op. 30
Concierto para piano núm. 3 en Re menor, op. 30
Jean SIBELIUS
Sinfonía núm. 3 en Do mayor, op. 52
Sinfonía núm. 3 en Do mayor, op. 52
Eduardo Fernández piano
ANTONI ROS MARBÀ director
Jean SIBELIUS
Vals triste
ANTONI ROS MARBÀ director
La música del compositor finlandés Jean
Sibelius (1865-1957) es una de las más sugerentes y geniales de su
época, el paso entre el siglo XIX, el siglo romántico, y el XX, el de
las vanguardias. Al hablar de ella aparecen siempre decenas de
adjetivos: primigenia, legendaria, noble, refinada, esencial,
silenciosa, misteriosa, rodeada de naturaleza, panteística, patriótica,
impresionista, pictórica, yerma, oscura, sutil, callada... Ciertamente, como digo es, enormemente sugerente, capaz de evocar sensaciones
con su enorme poder expresivo.
Vals triste
Con este título invitaremos al lector del post a un concierto
imaginario, unas pequeñas notas de programa que procuran ser útiles para
un mejor disfrute de la música.
Durante las décadas centrales del siglo XIX, la música del Romanticismo alemán ejerció una poderosa influencia en los países de Europa septentrional. Muchos de sus grandes compositores se formaron en conservatorios alemanes y aprendieron las formas y los recursos procedentes de la tradición sinfónica centroeuropea, aun sintiendo un fuerte sentimiento nacionalista. Este nacionalismo musical sintetizó en muchos casos la tradición germana con la investigación de cantos y danzas populares de sus lugares de origen. Al igual que otros muchos, el compositor finés Jean Sibelius también se interesó por esas formas tradicionales del Romanticismo y a comprender el valor expresivo, melódico y rítmico de la danza centroeuropea de aquel tiempo, el vals.
En 1903, tras el gran éxito de su segunda sinfonía, Sibelius cae afectado por una grave crisis emocional. Angustiado por el stress y la bebida, se marchó al campo en busca de la tranquilidad necesaria para vivir de forma más saludable y componer. Es en esta etapa cuando escribe su célebre Vals triste Op. 44 como una de las seis partes en las que se divide la música incidental para la obra de teatro Kuolema -La Muerte-, escrito por su cuñado, el dramaturgo Arvid Järnefelt. La música, una pieza preciosa, cargada de tristeza y melancolía, acompaña la escena en la que la madre de Paavalí, moribunda, sueña que escucha una música con sus tres ritmos marcados. Lo bailan decenas de parejas, entre ellas su marido, que comienza a bailar con ella. Hasta que cae exhausta, la música se detiene, y desaparecen los invitados. Al momento, el vals vuelve a sonar a un ritmo más rápido, las parejas vuelven al baile y de nuevo la figura que ella creía su marido. En realidad, es la Muerte que la reclama. Cuando Paavali despierta, su madre ha muerto.
Este Vals correspondía a la primera escena, que figuraba con el nombre Tempo di valse lente. Un año más tarde, este fragmento fue revisado y rebautizado con su definitivo nombre. Como sucedió con el Peer Gynt de Ibsen/Grieg, el Vals Triste de Sibelius fue concebido como música incidental, pero como aquél ha pasado a la historia como pieza con entidad propia, eclipsando a la obra de teatro para la que fue creada. De ahí que se haya convertido en la obra más famosa de Sibelius, aunque el compositor vendiese todos los derechos a bajo precio antes de conocer la enorme repercusión que tendría la obra.
Jean SIBELIUS 6 Piezas (musica incidental) KUOLEMA "LA MUERTE"
Jean SIBELIUS 6 Piezas (musica incidental) KUOLEMA "LA MUERTE"
Comienza con el Vals Triste.-
Rachmaninov, Sergei Wassiljevitch (1873-1943
De descendencia ruso-americana, fue compositor, pianista y director de orquesta. Uno de los pianistas más brillantes e influyentes del siglo XX,cuyas composiciones son consideradas como la mayor expresión musical de la era romántica.Nació el 1 de abril de 1873 en Semiónov, Rusia falleció el 28 de marzo de 1943 en Beverly Hills, California. Hijo de una familia de terratenientes, debió su temprana afición musical a su padre y a su abuelo, uno y otro competentes músicos aficionados. A pesar de sus extraordinarias dotes para la interpretación al piano, la composición fue desde el principio el verdadero objetivo del joven Rachmaninov.
El tuvo legendarias facilidades técnicas y manejo rítmico, y sus largas manos eran capaces de cubrir el intervalo de una 13ª en el teclado (una mano abarcaba aproximadamente 12 pulgadas). El largo de sus manos correspondía aproximadamente con su altura; Rachmaninoff medía 1 metro 98 cm. de alto. Además tenía la habilidad de tocar complejas composiciones con sólo escucharlas una vez. Muchas presentaciones de las composiciones de Rachmaninoff fueron grabadas por The Victor Talking Machina Company, así como también los trabajos del repertorio estándar.
Sus primeras composiciones datan del verano de 1886 que pasó en Crimea y la más antigua que se conserva es un Scherzo para orquesta, que data de 1887 o 1888. Una obra inspirada en Mendelssohn.
Rachmaninov amaba los jardines, el aire puro y la fragancia de las flores del campo. Encontraba las raíces musicales de su Rusia y la inspiración necesaria para sus propias obras. Para la conservación de sus recuerdos se ha construido un Museo Rachmaninov en Ivanovka.
La revolución soviética puso fin a esta etapa, provocando su salida, junto a su familia, de Rusia. Suiza primero y, a partir de 1935, Estados Unidos, se convirtieron en su nuevo lugar de residencia. Si en su patria había dirigido sus principales esfuerzos a la creación, en su condición de exiliado se vio obligado a dedicarse sobre todo al piano para poder subsistir.
La carrera de virtuoso pianista que llevó a cabo desde entonces, junto a la profunda añoranza de su país, fueron dos de las causas que provocaron el notable descenso del número de obras escritas entre 1917 y 1943, el año de su muerte: sólo seis nuevas composiciones vieron la luz en ese lapso de tiempo, cuando en los años anteriores lo habían hecho casi cuarenta.
El Tercer Concierto de Rachmaninov está considerado como uno de los más difíciles y exigentes para el piano. Jósef Hofmann a quien fue dedicado no lo llegó a tocar públicamente alegando que "no era para él". El compositor escribió dos versiones de la "cadenza": la primera corta, fácil y suave y la segunda que anotó Ossia (alternativa), mas larga, grandiosa y difícil, tanto que ni siquiera el propio Rachmaninov la interpretaba.
Rachmaninov lo grabó entre 1939 y 1940 con la Orquesta de Filadelfia y bajo la batuta de Eugene Ormandy.
En contraste con la belleza apasionadamente romántica del Segundo Concierto, este Tercero es más sombrío y melancólico pero posee un virtuosismo que realmente arrebata y subyuga
En contraste con la belleza apasionadamente romántica del Segundo Concierto, este Tercero es más sombrío y melancólico pero posee un virtuosismo que realmente arrebata y subyuga
. Allegro ma non tanto
II. Intermezzo: Adagio
III. Finale: Alla breve
Sinfonía núm. 3 en Do mayor, op. 52
La reputación de Jean Sibelius recae más directamente sobre los hombros de su música orquestal que la de casi cualquier otro compositor importante. Él es sin duda uno de los compositores sinfónicos más importantes que surgió en la era posterior a Beethoven , y sin embargo, uno no puede hacer ninguna declaración radical en la que todos sus siete ensayos en la forma se resumen de manera concisa. Mientras que sus técnicas altamente individuales de desarrollo e interconexión motívica están presentes, hasta cierto punto, en el par de sinfonías populares y desvergonzadamente exuberantes con las que comenzó sus exploraciones de forma sinfónica, es discutible con la Sinfonía n.º 3 en do mayor, Op. . 52, que los poderes de Sibelius primero se muestran en regalía completa.
La Tercera Sinfonía se refiere a veces como la Sinfonía "inglesa", debido a su prolongado viaje a Gran Bretaña a finales de 1905, que parece haber afectado en cierta medida los contornos del trabajo aún en gestación. Terminado en 1907, es una obra cuyas texturas, orquestación y dimensiones delgadas continúan desconcertando a los oyentes cuya familiaridad con el compositor proviene de la Segunda Sinfonía, más gruesa y más épica.
La sinfonía comienza con una declaración vigorosamente rítmica por las cuerdas inferiores. El "tema" primario es realmente una variedad de fragmentos relacionados (pero en este punto aún desconectados) motivic: la idea de apertura en los violonchelos y bajos, una consonancia de viento de madera vivaz, una figura punteada en los violines, y una idea noble en trillizos primero afirmado por las trompas y las maderas cuando el pasaje de apertura alcanza su clímax. El compositor realiza un cambio dramático repentino a Si menor para comenzar su material de tema secundario. Sin embargo, esta fina melodía de violonchelo pronto se desintegra en la ejecución de semicorcheas que derivan de la vivaz melodía de viento de madera mencionada anteriormente, astutamente se superpone al desarrollo y la recapitulación. Ahora, después de una presentación ligeramente ampliada del grupo motivic de apertura, el segundo tema se desarrolla en Mi menor contra un fondo duro y fortísimo de viento de madera. Una vez más, se producen los dieciseisavos, pero antes de que tengan la oportunidad de hacerse cargo por completo Sibelius hace otra transición inusual, esta vez a una noble coda.
Aún más interesante es el segundo movimiento, marcado Andantino con moto, cuasi allegretto y puesto en la clave de Sol sostenido menorr. La suave y fragmentada melodía de baile presentada por primera vez, bastante tímidamente (pianissimo dolce), por las flautas, es perfecta en su mezcla de gracia y melancolía. A medida que se desarrolla este tema, hace uso efectivo de una breve figura de conexión en los clarinetes y de un atractivo ritmo cruzado. La repetición elaborada de todo este material se convierte en un doloroso cierre menor de gravedad para preparar el camino para una sección central esquizofrénica.
Formalmente hablando, el Final no tiene precedentes: no se puede describir como ninguna de las formas estándar, y, de hecho, parece en muchos sentidos desafiar incluso los mismos principios en los que originalmente se basaban esas formas. Este movimiento energético requiere algo de tiempo para ponerse en movimiento, primero pasando por algunos pasajes de cuerdas scherzando y una breve repetición de la segunda melodía de movimiento antes de llegar finalmente a las constantes octavas notas de Allegro que llevarán el resto del movimiento. Después de un clímax emocionante en La bemol mayor, emerge un tema nuevo y robusto en las cuerdas inferiores. Pronto esta idea llega a dominar los procedimientos, y se le da poca importancia a cualquier otro material o, de hecho, a excepción de dos breves digresiones para Mi menor, para cualquier tríada que no sea Do mayor. La unidad motriz persiste hasta el final.
Hasta pronto.-