martes, 20 de febrero de 2018

CONCIERTO ABONO A/8 ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA VALS TRISTE HOMENAJE A ANTONI ROS-MARBÁ VIERNES 23 FEBRERO 2018



viernes 23 febrero 2018
AUDITORIO MANUEL DE FALLA, 20:30 h
Homenaje a Antoni Ros-Marbà

VALS TRISTE

Jean SIBELIUS          
Vals triste
Serguéi RAJMÁNINOV  
Concierto para piano núm. 3 en Re menor, op. 30
Jean SIBELIUS      
Sinfonía núm. 3 en Do mayor, op. 52
Eduardo Fernández piano
ANTONI ROS MARBÀ
 director



La música del compositor finlandés Jean Sibelius (1865-1957) es una de las más sugerentes y geniales de su época, el paso entre el siglo XIX, el siglo romántico, y el XX, el de las vanguardias. Al hablar de ella aparecen siempre decenas de adjetivos: primigenia, legendaria, noble, refinada, esencial, silenciosa, misteriosa, rodeada de naturaleza, panteística, patriótica, impresionista, pictórica, yerma, oscura, sutil, callada... Ciertamente, como digo es, enormemente sugerente, capaz de evocar sensaciones con su enorme poder expresivo.

Jean SIBELIUS          
Vals triste

Con este título invitaremos al lector del post a un concierto imaginario, unas pequeñas notas de programa que procuran ser útiles para un mejor disfrute de la música. 
Durante las décadas centrales del siglo XIX, la música del Romanticismo alemán ejerció una poderosa influencia en los países de Europa septentrional. Muchos de sus grandes compositores se formaron en conservatorios alemanes y aprendieron las formas y los recursos procedentes de la tradición sinfónica centroeuropea, aun sintiendo un fuerte sentimiento nacionalista. Este nacionalismo musical sintetizó en muchos casos la tradición germana con la investigación de cantos y danzas populares de sus lugares de origen. Al igual que otros muchos, el compositor finés Jean Sibelius también se interesó por esas formas tradicionales del Romanticismo y a comprender el valor expresivo, melódico y rítmico de la danza centroeuropea de aquel tiempo, el vals.
En 1903, tras el gran éxito de su segunda sinfonía, Sibelius cae afectado por una grave crisis emocional. Angustiado por el stress y la bebida, se marchó al campo en busca de la tranquilidad necesaria para vivir de forma más saludable y componer. Es en esta etapa cuando escribe su célebre Vals triste Op. 44 como una de las seis partes en las que se divide la música incidental para la obra de teatro Kuolema -La Muerte-, escrito por su cuñado, el dramaturgo Arvid Järnefelt. La música, una pieza preciosa, cargada de tristeza y melancolía, acompaña la escena en la que la madre de Paavalí, moribunda, sueña que escucha una música con sus tres ritmos marcados. Lo bailan decenas de parejas, entre ellas su marido, que comienza a bailar con ella. Hasta que cae exhausta, la música se detiene, y desaparecen los invitados. Al momento, el vals vuelve a sonar a un ritmo más rápido, las parejas vuelven al baile y de nuevo la figura que ella creía su marido. En realidad, es la Muerte que la reclama. Cuando Paavali despierta, su madre ha muerto.
Este Vals correspondía a la primera escena, que figuraba con el nombre Tempo di valse lente. Un año más tarde, este fragmento fue revisado y rebautizado con su definitivo nombre. Como sucedió con el Peer Gynt de Ibsen/Grieg, el Vals Triste de Sibelius fue concebido como música incidental, pero como aquél ha pasado a la historia como pieza con entidad propia, eclipsando a la obra de teatro para la que fue creada. De ahí que se haya convertido en la obra más famosa de Sibelius, aunque el compositor vendiese todos los derechos a bajo precio antes de conocer la enorme repercusión que tendría la obra.

Jean SIBELIUS   6 Piezas (musica incidental) KUOLEMA "LA MUERTE"
Comienza con el Vals Triste.-



Rachmaninov, Sergei Wassiljevitch (1873-1943

De descendencia ruso-americana, fue compositor, pianista y director de orquesta. Uno de los pianistas más brillantes e influyentes del siglo XX,cuyas composiciones son consideradas como la mayor expresión musical de la era romántica.

Nació el 1 de abril de 1873 en Semiónov, Rusia falleció el 28 de marzo de 1943 en Beverly Hills, California. Hijo de una familia de terratenientes, debió su temprana afición musical a su padre y a su abuelo, uno y otro competentes músicos aficionados. A pesar de sus extraordinarias dotes para la interpretación al piano, la composición fue desde el principio el verdadero objetivo del joven Rachmaninov.

El tuvo legendarias facilidades técnicas y manejo rítmico, y sus largas manos eran capaces de cubrir el intervalo de una 13ª en el teclado (una mano abarcaba aproximadamente 12 pulgadas). El largo de sus manos correspondía aproximadamente con su altura; Rachmaninoff medía 1 metro 98 cm. de alto. Además tenía la habilidad de tocar complejas composiciones con sólo escucharlas una vez. Muchas presentaciones de las composiciones de Rachmaninoff fueron grabadas por The Victor Talking Machina Company, así como también los trabajos del repertorio estándar.

Sus primeras composiciones datan del verano de 1886 que pasó en Crimea y la más antigua que se conserva es un Scherzo para orquesta, que data de 1887 o 1888. Una obra inspirada en Mendelssohn.

Rachmaninov amaba los jardines, el aire puro y la fragancia de las flores del campo. Encontraba las raíces musicales de su Rusia y la inspiración necesaria para sus propias obras. Para la conservación de sus recuerdos se ha construido un Museo Rachmaninov en Ivanovka.

La revolución soviética puso fin a esta etapa, provocando su salida, junto a su familia, de Rusia. Suiza primero y, a partir de 1935, Estados Unidos, se convirtieron en su nuevo lugar de residencia. Si en su patria había dirigido sus principales esfuerzos a la creación, en su condición de exiliado se vio obligado a dedicarse sobre todo al piano para poder subsistir.
La carrera de virtuoso pianista que llevó a cabo desde entonces, junto a la profunda añoranza de su país, fueron dos de las causas que provocaron el notable descenso del número de obras escritas entre 1917 y 1943, el año de su muerte: sólo seis nuevas composiciones vieron la luz en ese lapso de tiempo, cuando en los años anteriores lo habían hecho casi cuarenta.

El Tercer Concierto de Rachmaninov está considerado como uno de los más difíciles y exigentes para el piano. Jósef Hofmann a quien fue dedicado no lo llegó a tocar públicamente alegando que "no era para él". El compositor escribió dos versiones de la "cadenza": la primera corta, fácil y suave y la segunda que anotó Ossia (alternativa), mas larga, grandiosa y difícil, tanto que ni siquiera el propio Rachmaninov la interpretaba.
Rachmaninov lo grabó entre 1939 y 1940 con la Orquesta de Filadelfia y bajo la batuta de Eugene Ormandy.
En contraste con la belleza apasionadamente romántica del Segundo Concierto, este Tercero es más sombrío y melancólico pero posee un virtuosismo que realmente arrebata y subyuga

. Allegro ma non tanto II. Intermezzo: Adagio III. Finale: Alla breve



Sinfonía núm. 3 en Do mayor, op. 52

I. Allegro moderato; II. Andantino con moto, quasi allegretto; III. Allegro (ma non tanto).

La reputación de Jean Sibelius recae más directamente sobre los hombros de su música orquestal que la de casi cualquier otro compositor importante. Él es sin duda uno de los compositores sinfónicos más importantes que surgió en la era posterior a Beethoven , y sin embargo, uno no puede hacer ninguna declaración radical en la que todos sus siete ensayos en la forma se resumen de manera concisa. Mientras que sus técnicas altamente individuales de desarrollo e interconexión motívica están presentes, hasta cierto punto, en el par de sinfonías populares y desvergonzadamente exuberantes con las que comenzó sus exploraciones de forma sinfónica, es discutible con la Sinfonía n.º 3 en do mayor, Op. . 52, que los poderes de Sibelius primero se muestran en regalía completa.
La Tercera Sinfonía se refiere a veces como la Sinfonía "inglesa", debido a su prolongado viaje a Gran Bretaña a finales de 1905, que parece haber afectado en cierta medida los contornos del trabajo aún en gestación. Terminado en 1907, es una obra cuyas texturas, orquestación y dimensiones delgadas continúan desconcertando a los oyentes cuya familiaridad con el compositor proviene de la Segunda Sinfonía, más gruesa y más épica.
La sinfonía comienza con una declaración vigorosamente rítmica por las cuerdas inferiores. El "tema" primario es realmente una variedad de fragmentos relacionados (pero en este punto aún desconectados) motivic: la idea de apertura en los violonchelos y bajos, una consonancia de viento de madera vivaz, una figura punteada en los violines, y una idea noble en trillizos primero afirmado por las trompas y las maderas cuando el pasaje de apertura alcanza su clímax. El compositor realiza un cambio dramático repentino a Si menor para comenzar su material de tema secundario. Sin embargo, esta fina melodía de violonchelo pronto se desintegra en la ejecución de semicorcheas que derivan de la vivaz melodía de viento de madera mencionada anteriormente, astutamente se superpone al desarrollo y la recapitulación. Ahora, después de una presentación ligeramente ampliada del grupo motivic de apertura, el segundo tema se desarrolla en Mi menor contra un fondo duro y fortísimo de viento de madera. Una vez más, se producen los dieciseisavos, pero antes de que tengan la oportunidad de hacerse cargo por completo Sibelius hace otra transición inusual, esta vez a una noble coda.
Aún más interesante es el segundo movimiento, marcado Andantino con moto, cuasi allegretto y puesto en la clave de Sol sostenido menorr. La suave y fragmentada melodía de baile presentada por primera vez, bastante tímidamente (pianissimo dolce), por las flautas, es perfecta en su mezcla de gracia y melancolía. A medida que se desarrolla este tema,  hace uso efectivo de una breve figura de conexión en los clarinetes y de un atractivo ritmo cruzado. La repetición elaborada de todo este material se convierte en un doloroso cierre menor de gravedad para preparar el camino para una sección central esquizofrénica.
Formalmente hablando, el Final no tiene precedentes: no se puede describir como ninguna de las formas estándar, y, de hecho, parece en muchos sentidos desafiar incluso los mismos principios en los que originalmente se basaban esas formas. Este movimiento energético requiere algo de tiempo para ponerse en movimiento, primero pasando por algunos pasajes de cuerdas scherzando y una breve repetición de la segunda melodía de movimiento antes de llegar finalmente a las constantes octavas notas de Allegro que llevarán el resto del movimiento. Después de un clímax emocionante en La bemol mayor, emerge un tema nuevo y robusto en las cuerdas inferiores. Pronto esta idea llega a dominar los procedimientos, y se le da poca importancia a cualquier otro material o, de hecho, a excepción de dos breves digresiones para Mi menor, para cualquier tríada que no sea Do mayor. La unidad motriz persiste hasta el final.



Hasta pronto.-

martes, 13 de febrero de 2018

CONCIERTO ABONO B3 ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA AUDITORIO MANUEL DE FALLA VIERNES 16 Y SÁBADO 17 FEBRERO 2018


AUDITORIO MANUEL DE FALLA

BEETHOVEN SINFONÍAS
Ludwig van BEETHOVEN  

Sinfonía núm. 4 en Si b mayor, op. 60

Ludwig van BEETHOVEN    

Sinfonía núm. 5 en Do menor, op. 67

JOSEPH SWENSEN director

La tradición divide la carrera de Beethoven en tres grandes períodos creativos o estilos, y si bien el uso los ha convertido en tópicos, no por ello resultan menos útiles a la hora de encuadrar su legado.
La primera época abarca las composiciones escritas hasta 1800, caracterizadas por seguir de cerca el modelo establecido por 
Mozart y Joseph Haydn y el clasicismo en general, sin excesivas innovaciones o rasgos personales. A este período pertenecen obras como el célebre Septimino o sus dos primeros conciertos para piano.
Una segunda manera o estilo abarca desde 1801 hasta 1814, período este que puede considerarse de madurez, con obras plenamente originales en las que Ludwig van Beethoven hace gala de un dominio absoluto de la forma y la expresión (la ópera Fidelio, sus ocho primeras sinfonías, sus tres últimos conciertos para piano, el Concierto para violín).
La tercera etapa comprende hasta la muerte del músico y está dominada por sus obras más innovadoras y personales, incomprendidas en su tiempo por la novedad de su lenguaje armónico y su forma poco convencional; la Sinfonía n.º 9, la Missa solemnis y los últimos cuartetos de cuerda y sonatas para piano representan la culminación de este período y del estilo de Ludwig van Beethoven.
En estas obras, Beethoven anticipó muchos de los rasgos que habían de caracterizar la posterior música romántica e, incluso, la del siglo XX. La obra de Ludwig van Beethoven se sitúa entre el clasicismo de Mozart y Haydn y el romanticismo de un Schumann o un Brahms. No cabe duda que, como compositor, señala un antes y un después en la historia de la música y refleja, quizá como ningún otro artista (a excepción del pintor español Francisco de Goya, contemporáneo suyo), no sólo el cambio entre el gusto clásico y el romántico, entre el formalismo del primero y el subjetivismo del segundo, sino también entre el Antiguo Régimen y la nueva situación social y política surgida de la Revolución Francesa.
Efectivamente, en 1789 caía La Bastilla y con ella toda una concepción del mundo que incluía el papel del artista en su sociedad. Siguiendo los pasos de su admirado Mozart, Ludwig van Beethoven fue el primer músico que consiguió independizarse y vivir de los encargos que se le realizaban, sin estar al servicio de un príncipe o un aristócrata, si bien, a diferencia del salzburgués, él consiguió triunfar y ganarse el respeto y el reconocimiento de sus contemporáneos.
La famosa sordera de Beethoven no impidió que el genial compositor y pianista siguiera tocando. Es más, una reciente investigación ha demostrado que la pérdida de audición influyó notablemente en su estilo musical. ¿Cómo cambió el estilo del genio germano?
Un curioso estudio publicado en el British Medical Journal ha analizado los tres periodos en la carrera profesional del músico y ha encontrado una curiosa relación con la evolución de su sordera. Beethoven comenzó a tener problemas para escuchar los tonos más agudos y paralelamente, se observa como la música que compuso durante el periodo medio, coincidente con el comienzo de la sordera, es mucho más prolija en notas bajas y medias. Es decir, Beethoven compondría música usando notas que él mismo pudiera escuchar. Durante el periodo tardío la sordera ya era total, y las composiciones del músico vuelven a ser más parecidas a las de su primera etapa, cuando todavía podía escuchar perfectamente.
El año 1806 no empezó demasiado bien para Beethoven. La relaciones con su hermano no eran buenas y además en la primavera se retiró su ópera Leonore (Fidelio) después de la fria acogida que tuvo.

El príncipe Lichnowsky, mecenas de Beethoven, tenía sus propiedades en Grätz cerca de Troppau y convenció al compositor de acompañarlo a su residencia de verano para descansar y recuperar la salud. Allí se encontró con el conde Franz von Oppersdorff, pariente del príncipe, que tenía su estado en Ober-Glogau (Silesia del Norte) y una orquesta propia, la cual tocó la Segunda Sinfonía. Esta obra gustó tanto a Oppersdorff que le encargó una nueva sinfonía (la Cuarta) por 500 florines, para su uso privado durante seis meses.



Beethoven tenía entonces treinta y seis años y se encontraba embargado por sus sentimientos amorosos hacia la condesa Therese de Brunswick, después del doloroso final de su intensa relación con la hermana de ésta Josephine a quién había propuesto matrimonio, el cual no se llegó a celebrar debido a los convencionalismos sociales de la época.
La Cuarta Sinfonía fue terminada en octubre de 1806 y en febrero de 1807 el conde Oppersdorff entregó a Beethoven otros 500 florines para otros seis meses. En marzo de 1807 se ejecutó en el palacio del príncipe Lobkowitz durante un concierto privado y el 15 de noviembre tuvo su primera representación pública en el Burgtheater de Viena. Se publicó con la dedicatoria "Al noble silesiano Conde Franz von Oppersdorff".



Por su proximidad con las magníficas e impresionantes sinfonías Tercera y Quinta y también por un famoso comentario de Robert Schumann que calificó esta obra como "La grácil criatura griega en medio de dos gigantes germánicos", la Cuarta de Beethoven se ha visto injustamente relegada y no ha tenido tanto favor de orquestas y público.

Reproducimos un comentario de Antonio Gallego sobre esta obra.



La Cuarta Sinfonía de Beethoven es una obra maestra absoluta. Flanqueada por las dos cimas imponentes de "La Heróica" y "La Quinta", tiene aún que luchar contra quienes, ante platos tan fuertes, tienen el paladar desgastado para las delicadezas.

La Cuarta Sinfonía no es en absoluto un descanso del guerrero. Al igual que las sinfonías impares, surge de un vigor constructivo poderoso, y está toda ella trabada por motivos y células rítmicas que nos hablan de un maestro en el arte del desarrollo. Exige de la orquesta un virtuosismo implacable, y los matices de agógica y dinámica no son sólo expresivos, sino funcionales y arquitectónicos. En resumen, es un objeto sonoro preciso y contundente que recoge de los viejos buenos tiempos la claridad y la gracia y de los nuevos una gran cantidad de recursos técnicos antes desconocidos o no suficientemente explotados.

La introducción lenta ya es un prodigio de misterio sin agobios, sin confesiones personales. La sabiduría modulatoria, el perfecto juego de timbres, la sensación de marcha inexorable hacia delante no tiene más parangón que en obras camerísticas muy posteriores. Ese mismo regusto por el color tímbrico vuelve a aparecer a lo largo de toda la obra: la exposición del segundo tema en el primer movimiento a cargo de la madera, el delicioso canon entre el clarinete y el fagot poco después..



Especialmente bello es el "Adagio" central, esa "canción imperturbable de pura armonía" como dijo Berlioz, a caballo entre el ritmo preciso y el cantabile melodioso, de una hondura expresiva pocas veces igualada. El equilibrio entre construcción y lirismo, entre "lo sabio" y "lo cordial", entre razón y sentimiento es tal vez su cualidad más portentosa.



El "Menuetto" "Allegro vivace" es originalísimo, y de "minueto" nada. Los 20 primeros compases del primer episodio, con esas misteriosas alternativas entre la madera (ascendentes) y la cuerda (descendentes), entre el vigor ternario del comienzo y los no menos vigorosos cambios rítmicos del final es algo que, bien interpretado, no se olvida jamás. Como el desarrollo de la idea no le va a la zaga y el trío es encantador, no nos importa volver y volver sobre ellos en una especie de movimiento perpetuo que, ¡ay!, acaba terminando.


El movimiento final es aún más directo, más exultante, buen toque de piedra para la orquesta sinfónica más completa que se había dado hasta entonces. Victorioso sin avasallar, gustosamente lírico en medio de una tormenta de semicorcheas que apenas descansan, nos permite llegar al final sin nudos en la garganta y tras un rato placentero, como pocas veces en el Beethoven sinfónico.

♪ Symphony No.4 in B flat major, Op.60 (1806) i. Adagio – Allegro vivace ii. Adagio iii. Allegro vivace iv. Allegro ma non troppo




Beethoven trabajó en la 5ª Sinfonía durante más de cuatro años, completándola en 1808 y la dio a conocer el 22 de diciembre de aquel año, en lo que debió haber sido uno de los conciertos más extraordinarios de la historia. El maratoniano programa del concierto, que dirigió el propio compositor, incluía las sinfonías Quinta y Sexta, la Fantasía Coral Op. 80, el Concierto para Piano Nº 4 y varias partes de la Misa en Do mayor Op. 86. Viena padecía un temporal excepcionalmente frío, la sala no estaba calefactada y los músicos intérpretes, lamentablemente, no habían tenido la preparación adecuada. Como señaló Anton Schindler (1795-1864), el factótum de Beethoven, "La acogida otorgada a estas obras no fue la deseada, y probablemente, no mejor de la que el propio autor había esperado. El público no estaba dotado del necesario grado de comprensión para una música tan extraordinaria y la interpretación dejó mucho que desear". Tras la indiferencia inicial, el público comenzó gradualmente a aceptar la 5ª Sinfonía. Uno de sus primeros defensores, el poeta y compositor Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1776-1822), que definió esta sinfonía como una de las obras más importantes de todos los tiempos, escribió, "¡Cómo esta magnífica composición transporta al oyente elevándolo constantemente en un clímax en el fantasmal mundo de la Infinidad!...el corazón humano, oprimido por monstruosos presentimientos y poderes destructivos, parece jadear buscando aliento; pronto una figura amablemente se acerca llena de esplendor e ilumina las profundidades de la noche aterradora"

Esta sinfonía es una de las composiciones más populares e interpretadas de la música clásica. Consta de cuatro movimientos: empieza con un allegro de sonata, continúa con un andante y finaliza con un scherzo ininterrumpido, que comprende las dos últimas partes.


: Sinfonía Nº 5, Op. 67. Título alternativo: "Sinfonía del Destino".


. Allegro con brio: II. Andante con moto: III. Scherzo: Allegro: IV. Allegro:






 HASTA PRONTO.-

lunes, 5 de febrero de 2018

CONCIERTO ABONO A7 ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA 9 Y 10 FEBRERO 2018

viernes 9 febrero 2018
AUDITORIO MANUEL DE FALLA, 20:30 h

REQUIEM DE CHERUBINI

Henry PURCELL
Funeral Sentences
Antonio LOTTI      
Crucifixus
Luigi CHERUBINI 
Réquiem en Do menor
CORO DE LA ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA
(Héctor E. Márquez director)
LLUÍS VILAMAJÓ director


Henry Purcell pierde la vida a los 36 años, el 21 de noviembre de 1695, en la cumbre de su fama.
Henry descansa en la Abadía de Westminster, debajo del órgano que tanto tiempo tocó.
Su epitafio reza: “Aquí yace el honorable Henry Purcell, quien dejó esta vida y ha ido a ese único lugar bendito donde su armonía puede ser superada”.

Henry Purcell (1659-1695) : "Sentencias fúnebres"



The Funeral Sentences reúne música compuesta en 1677, tal vez originalmente destinada para el funeral del maestro de Purcell Matthew Locke, y la música que escribió en 1694 para el funeral de Queen Mary II. Además de los himnos corales cantados hoy, Purcell también compuso un March y Canzona, ambos empleando latón y tambores. Los textos, que tienen que ver con la naturaleza transitoria de la vida terrenal, el temor al juicio divino y la esperanza de la misericordia divina, están tomados del Libro de Oración Común de 1660 y de Job 14: 1-2.

El hombre que nació de una mujer , tiene algo de la música más profundamente melancólica y expresiva de Purcell. El compositor pone particular tensión en la frase "tiene poco tiempo de vida", y la melodía se eleva y cae imitando las palabras "sube y es arrojado como una flor". La música es un grito angustioso, cromático y disonante de angustia.
En medio de la vida , también echado en menor, emplea un cromatismo sinuoso y una disonancia estridente. Nótese la distancia interválica bastante grande de una novena menor entre la palabra "vida" y "muerte", así como la palabra extraordinaria pintura sobre "los amargos dolores de la muerte eterna". 
Tú lo sabes, Señor es uno de los dos ajustes de este texto por Purcell. El primero es complejo y polifónico, mientras que el segundo es simple, homofónico y silencioso. Este himno resignado para un espíritu que partía se repitió adecuadamente en el propio servicio funerario de Purcell, celebrado solo unos meses después del de la Reina, en noviembre de 1695


Hombre que nace de una mujer
tiene poco tiempo para vivir, y está lleno de miseria.
Oye, sube y se corta como un flujo.
Hey huye como si fuera una sombra,
y nunca continúa en una sola estancia.

En medio de la vida estamos en la muerte:
de quien podemos buscar ayuda,
mas de ti, oh señor, ¿quién por nuestros pecados está justamente disgustado?
Sin embargo, oh Señor Dios santo, oh Señor todo poderoso,
Oh santo y misericordioso salvador,

Libéranos de los amargos dolores de la muerte eterna.



Antonio LOTTI      
Crucifixus


Antonio Lotti era un compositor italiano del Barroco. Su padre, Matteo, fue el Kapellmeister en Hannover, Alemania, donde el hermano y la hermana de Lotti nacieron en 1672 y 1673. Lo que no se resuelve es cuando Matteo Lotti y su familia llegaron a Hannover, y exactamente en qué año nació Antonio. Ninguno lo sabe con certeza y, por lo tanto, su lugar de nacimiento puede haber sido cualquiera de las dos ciudades. En 1682, cuando Antonio era un adolescente, la familia estaba de vuelta en Venecia. Comenzó a estudiar con Lodovico Fuga y el importante compositor Giovanni Legrenzi, ambos empleados en la Basílica de San Marcos, la iglesia principal de Venecia.

Uno de sus primeros trabajos musicales grabados fue la contratación de un cantante extra cuando se fundó la recién formada fraternidad de Santa Cecilia en la basílica de San Marcos. El 30 de mayo de 1689, Antonio Lotti fue contratado como un alto cantante regular. Esto no implica un cumpleaños posterior para Lotti, que era contratenor (alto masculino natural). Después de eso, se abrió camino en las filas musicales de St Marks: asistente del segundo organista (1690), segundo organista (1692), primer organista (1704), primo maestro principal di cappella (1733), y finalmente, primopermanente maestro di cappella
(desde 1736), una posición que ocupó hasta su muerte. Su posición final le dio un buen salario y alojamiento gratis. Antes de eso, había complementado sus salarios componiendo artículos como libros de misas para San Marcos, motetes, obras corales, oratorios y óperas. También escribió música y enseñó en el Ospedale degli Incurabili. 






El Requiem in C minor se califica para una orquesta convencional, aparte de la omisión de flautas y la adición de un tam-tam. Cherubini estaba particularmente ansioso por reflejar tanto el espíritu como el significado del texto y, por lo tanto, para evitar cualquier asociación no deseada con la ópera, decidió prescindir por completo de los solistas.

El trabajo se abre con un introit silenciado y Kyrie, cuyos tonos oscuros se elevan sobre el piano. Esto es seguido por un breve gradual. No es de extrañar que Cherubini esté en su momento más dramático en el Dies irae, que se abre con un movimiento de los metales al unísono, interrumpido por un solo y sorprendente golpe en el tam-tam. Este gesto altamente poco convencional causa algo de revuelo en el momento, con tensión inusitada.  El ofertorio contiene un bello escritura coral de tres partes, acompañado de cuerdas superiores y de viento de madera, y termina con una fuga vigorosa a las palabras 'Quam olim Abrahae'. Un Sanctus corto es seguido por Pie jusu (Jesus misericordioso), que tiene la forma de tres versos simples. El potente apertura del Agnus Dei,(Cordero de Dios) finalmente, da paso a una sección más tranquila, hasta que a las últimas páginas de la escritura al unísono Acompañado escasamente trae el Réquiem a una conclusión resignada.

La obra está llena de coral atractivo y escritura orquestal, invención rítmica y contrapunto hábil, para lo cual Cherubini lo que justamente ha sido reconocida, en tiempos más recientes no ha ido bien en compañía de otras obras más atractivas . Uno sólo tiene que tener en cuenta la intensidad del Réquiem de Mozart, la calidad visionaria de Brahms, el impacto dramático de Verdi y el patetismo de Fauré para entender por qué composición de Cherubini porque no se presenta en el repertorio coral de hoy, sin embargo, tiene muchas cualidades y seguramente merece ser escuchada con más frecuencia.

En general, es poco probable que la reputación contemporánea de un compositor permanezca constante en las generaciones posteriores. La posteridad tiene el hábito de elevar lo oscuro y descuidar lo famoso, a veces hasta un grado extremo. Cherubini estaba buscando un estilo  No menos una persona que Beethoven lo llamó "el compositor dramático más importante de Europa", más adelante iría aún más lejos y lo aclamó como "el mejor compositor vivo". Oye lo que tanto admiraron Schumann, Mendelssohn, Brahms y Berlioz. Su importante reputación ahora se debe en gran parte a su indiscutible superioridad como escritor y profesor de contrapunto.

Luigi Cherubini nació en Florencia en 1760. Después de un período en la ciudad de Londres se estableció en París a la edad de veintisiete años, permaneciendo allí hasta su muerte en 1842. La primera mitad de su carrera, que pasó como profesor, educador, administrador y compositor de ópera de gran éxito.  sin duda, la figura más influyente en la vida musical francesa en ese momento. En 1789 f fundó una compañía de ópera bajo el patrocinio del hermano del Rey, el conde de Provenza, Luis XVIII. El enorme éxito que Cherubini disfrutó de influencias para ser importante por el hecho de que se dieron más de doscientas representaciones sucesivas de su ópera Medea nueva fascinación del público parisino con la gran ópera italiana, dieron como resultado la disminución gradual de la popularidad de Cherubini. A principios del siglo XIX, su fortuna estaba en un punto bajo que parecía que su carrera como compositor había terminado. Se deprimió mucho, se retiró de la música y se dedicó a sus intereses de botánica y pintura durante toda su vida.

En 1808 se estaba recuperando en la finca de la princesa de Chimay, donde su salud mejoró considerablemente. El día de Cecilia, se sintió capaz de volver a la composición, y respondió con un Kyrie y Gloria, que más tarde se convertirían en su primera misa en F, completada en 1809 Cherubini comienza a componer más en serio, esta vez para la iglesia en lugar de la ópera. Finalmente escribió cinco Misas, un gran número de motetes latinos y otras piezas, y dos composiciones del Réquiem. Su música fue recibida con entusiasmo, y de la oscuridad virtual emergió una vez más como un compositor de primera fila. Fue una recuperación notable de una situación aparentemente sin esperanza.

El éxito de Cherubini le ganó el prestigioso puesto de Surinam Musician of the Roi. En 1815, irónicamente, recibió el encargo del Gobierno de escribir un Réquiem para conmemorar el aniversario de la ejecución de Luis XVI. El trabajo tuvo un éxito inmediato y duradero. "Si tuviera que escribir un Requiem, Cherubini sería mi única modelo", declaró Beethoven, en cuyo funeral se realizó en 1827. La opinión de Schumann qué es lo que "sin igual en el mundo" y Brahms pensó que era "maravilloso". Berlioz consideró que "el decrescendo en el agnus dei sobrepasa todo lo que se ha escrito sobre el niño".

La primera actuación tuvo lugar el 21 de enero de 1817 en la cripta de St Denis, frente a una gran audiencia, y el trabajo se escuchó con mayor frecuencia en París y más allá. Uno de los alumnos más exitosos de Cherubini fue el compositor Boieldieu, y cuando murió en 1834, el Requiem en Do menor fue elegido para la función en el funeral. Sin embargo, el arzobispo de París que, evidentemente, ofendido por la participación de las mujeres en el servicio, con lo que provocó Cherubini en escribir una segunda Requiem para coro masculino y orquesta, terminado en 1836 y fijado por él para su uso en su propio funeral.


Este entorno particular de la Misa de Requiem consiste en siete movimientos:
  1. Introitus et Kyrie
  2. Graduado
  3. Día del Juicio Final
  4. Offertorium
  5. Sanctus
  6. Pie Jesu
  7. Cordero de Dios



HASTA PRONTO.-