Joseph Haydn está considerado como el Padre de la Sinfonía y hay buenas razones para ello. Es menos conocido por su producción operística, aunque prestó atención al género, especialmente mientras estuvo al servicio de los Eszterházy. Si en el campo sinfónico Haydn tiene una importancia indiscutible no ocurre lo mismo con su producción operística, ya que a sus obras les falta más variedad e inspiración, sobre todo si las comparamos con las de su contemporáneo Wolfgang Amadeus Mozart. Es la diferencia entre un gran músico y un genio de la música.
La ópera Orlando Paladino fue estrenada en 1782 y es la penúltima de las óperas del que podríamos llamar período Esterházy. La obra pertenece al género heroico-burlesco y está bien construida, aunque falta inspiración para una obra tan larga y cuenta con un libreto de poca entidad en términos dramáticos, ya que a lo fantástico de su argumento, se une una trama en la que poco pasa durante toda la representación.
No han sido muchas las ocasiones en las que Orlando Paladino se ha ofrecido en los teatros de ópera en los últimos años. Entre ellas habría que citar las que han tenido lugar en teatros suizos, como Zurich y Lausanne.
Sinopsis
ACTO 1
Escena 1 - Un paisaje montañoso.
La pastora Eurilla y su padre Licone están alarmados por la aparición de un caballero amenazador, en busca de Angélica y Medoro. Eurilla le cuenta de su amor y que se refugiaron en el castillo cercano. El caballero se revela a sí mismo como Rodomonte, el rey de Berbería, enamorado de Angélica y con la intención de protegerla de los celos de Orlando.
Escena 2 - La torre de Angélica.
Angélica se lamenta de que tiene que vivir escondida para evitar el frenesí de Orlando. Ella convoca a la hechicera Alcina, que le ofrece protección. Medoro ahora entra con la noticia no deseada de que Orlando y su escudero Pasquale han sido vistos cerca, pero no está seguro si quedarse o escapar.
Escena 3 - Una madera.
Pasquale es descubierto por Rodomonte, quien procede a desafiarlo, pero se distrae con Eurilla, quien dice que Orlando está cerca buscándolo. Solo con Eurilla, Pasquale explica que su vida de aventura se ve empañada por una constante falta de comida (y amor).
Escena 4 - Un jardín con una fuente.
Medoro jura su fidelidad a Angélica, pero a pesar de sus protestas, sugiere que por su propia seguridad debería dejarla por un tiempo. Cuando se han ido, aparece Orlando, maldiciendo la obsesión que lo impulsa, convencido de que Medoro es el único obstáculo para el cumplimiento de su amor. Él ve que Medoro ha tallado el nombre de Angélica en cada árbol en el jardín y destruye los árboles y la fuente.
Escena 5 - Una arboleda.
El fanfarrón Rodomonte todavía está persiguiendo a Orlando y lo extraña por poco cuando llega para interrogar a Eurilla, sobre el paradero de Medoro.
Escena 6 - Un jardín encantador.
Las premoniciones temerosas de Angélica son interrumpidas por Pasquale y Eurilla, quienes le advierten sobre el enfoque de Orlando. Rodomonte se une a ellos, todavía con ganas de luchar contra Orlando, y luego Medoro, amante de la paz, por temor a la destreza de Orlando entre. Alcina aparece y tranquiliza a los amantes, mientras advierte a Rodomonte que no puede derrotar a Orlando. Orlando estalla en furor, pero Alcina lo inmoviliza mágicamente y lo encierra en una jaula de hierro.
La pastora Eurilla y su padre Licone están alarmados por la aparición de un caballero amenazador, en busca de Angélica y Medoro. Eurilla le cuenta de su amor y que se refugiaron en el castillo cercano. El caballero se revela a sí mismo como Rodomonte, el rey de Berbería, enamorado de Angélica y con la intención de protegerla de los celos de Orlando.
Escena 2 - La torre de Angélica.
Angélica se lamenta de que tiene que vivir escondida para evitar el frenesí de Orlando. Ella convoca a la hechicera Alcina, que le ofrece protección. Medoro ahora entra con la noticia no deseada de que Orlando y su escudero Pasquale han sido vistos cerca, pero no está seguro si quedarse o escapar.
Escena 3 - Una madera.
Pasquale es descubierto por Rodomonte, quien procede a desafiarlo, pero se distrae con Eurilla, quien dice que Orlando está cerca buscándolo. Solo con Eurilla, Pasquale explica que su vida de aventura se ve empañada por una constante falta de comida (y amor).
Escena 4 - Un jardín con una fuente.
Medoro jura su fidelidad a Angélica, pero a pesar de sus protestas, sugiere que por su propia seguridad debería dejarla por un tiempo. Cuando se han ido, aparece Orlando, maldiciendo la obsesión que lo impulsa, convencido de que Medoro es el único obstáculo para el cumplimiento de su amor. Él ve que Medoro ha tallado el nombre de Angélica en cada árbol en el jardín y destruye los árboles y la fuente.
Escena 5 - Una arboleda.
El fanfarrón Rodomonte todavía está persiguiendo a Orlando y lo extraña por poco cuando llega para interrogar a Eurilla, sobre el paradero de Medoro.
Escena 6 - Un jardín encantador.
Las premoniciones temerosas de Angélica son interrumpidas por Pasquale y Eurilla, quienes le advierten sobre el enfoque de Orlando. Rodomonte se une a ellos, todavía con ganas de luchar contra Orlando, y luego Medoro, amante de la paz, por temor a la destreza de Orlando entre. Alcina aparece y tranquiliza a los amantes, mientras advierte a Rodomonte que no puede derrotar a Orlando. Orlando estalla en furor, pero Alcina lo inmoviliza mágicamente y lo encierra en una jaula de hierro.
ACTO 2
Escena 1 - Una arboleda.
Orlando ha sido liberado de la jaula, pero no de su locura. Rodomonte está una vez más a punto de atacarlo, pero cuando Eurilla trae noticias de que Medoro y Angélica han huido, Orlando se lanza a perseguirlo.
Escena 2 - Una amplia llanura junto al mar.
Medoro busca refugio junto al mar, y ante la sugerencia de Eurilla, se oculta en una gruta y le pide que le cuente a Angélica su infeliz destino. Eurilla y Pasquale descubren su amor mutuo cuando lo invita a seguirla a un castillo. Angélica se lamenta de su sufrimiento. Alcina planea resolver las dificultades de los enamorados. Cuando Angélica trata de lanzarse al mar con desesperación, la magia de Alcina la transporta a la presencia de Medoro y reafirman su amor. Están a punto de buscar un nuevo refugio cuando aparezca Orlando, pero Alcina vuelve a intervenir para permitir que los amantes se escapen. Orlando se distrae con la repentina aparición de dos monstruos marinos.
Escena 3 - Una habitación en el castillo de
Pasquale y Eurilla intercambian más cariños. Rodomonte entra con Alcina, quien invita a todos a su gruta mágica.
Escena 4 - Cueva encantada de Alcina.
Orlando y Pasquale llegan en busca de Alcina, y el paladín insulta furiosamente a la hechicera por proteger a Medoro. Ella responde convirtiéndolo en piedra. Angélica, Medoro, Eurilla y Rodomonte entran, maravillados ante esta vista. Alcina devuelve a Orlando a su estado humano, pero su frenesí no ha disminuido. Cuando Alcina se retira a la parte trasera de la cueva, Orlando la persigue y la roca se cierra detrás de él.
Orlando ha sido liberado de la jaula, pero no de su locura. Rodomonte está una vez más a punto de atacarlo, pero cuando Eurilla trae noticias de que Medoro y Angélica han huido, Orlando se lanza a perseguirlo.
Escena 2 - Una amplia llanura junto al mar.
Medoro busca refugio junto al mar, y ante la sugerencia de Eurilla, se oculta en una gruta y le pide que le cuente a Angélica su infeliz destino. Eurilla y Pasquale descubren su amor mutuo cuando lo invita a seguirla a un castillo. Angélica se lamenta de su sufrimiento. Alcina planea resolver las dificultades de los enamorados. Cuando Angélica trata de lanzarse al mar con desesperación, la magia de Alcina la transporta a la presencia de Medoro y reafirman su amor. Están a punto de buscar un nuevo refugio cuando aparezca Orlando, pero Alcina vuelve a intervenir para permitir que los amantes se escapen. Orlando se distrae con la repentina aparición de dos monstruos marinos.
Escena 3 - Una habitación en el castillo de
Pasquale y Eurilla intercambian más cariños. Rodomonte entra con Alcina, quien invita a todos a su gruta mágica.
Escena 4 - Cueva encantada de Alcina.
Orlando y Pasquale llegan en busca de Alcina, y el paladín insulta furiosamente a la hechicera por proteger a Medoro. Ella responde convirtiéndolo en piedra. Angélica, Medoro, Eurilla y Rodomonte entran, maravillados ante esta vista. Alcina devuelve a Orlando a su estado humano, pero su frenesí no ha disminuido. Cuando Alcina se retira a la parte trasera de la cueva, Orlando la persigue y la roca se cierra detrás de él.
ACTO 3
Escena 1: El inframundo, junto al río Lethe , los Campos Elíseos más allá de
Caronte , el infernal barquero, vigila al dormido Orlando. Alcina le ordena que lave la locura de Orlando con agua del río del olvido, y Orlando se despierta confundido.
Escena 2 - Una habitación en el castillo
Mientras discuten su matrimonio, Eurilla y Pasquale son interrumpidos por Orlando, en busca de la ayuda de su escudero.
Escena 3 - Un bosque de
Angélica es perseguido por salvajes salvajes. Medoro se apresura a ayudarla pero está herido. Rodomonte y Orlando se comprometen en un duelo.
Escena 4 - Un patio
Angélica está delirando, creyendo que Medoro está muerto. Alcina le asegura que esto no es así, pero que él está curado de sus heridas. Rodomonte y Orlando entran juntos, ahora camaradas. Las aguas de Lethe han borrado de la mente de Orlando tanto su amor por Angélica como su odio a Medoro. Angélica y Medoro ahora pueden amarse sin temor, Pasquale y Eurilla están unidas, y Orlando puede ir en busca de nuevas acciones de valor.
Caronte , el infernal barquero, vigila al dormido Orlando. Alcina le ordena que lave la locura de Orlando con agua del río del olvido, y Orlando se despierta confundido.
Escena 2 - Una habitación en el castillo
Mientras discuten su matrimonio, Eurilla y Pasquale son interrumpidos por Orlando, en busca de la ayuda de su escudero.
Escena 3 - Un bosque de
Angélica es perseguido por salvajes salvajes. Medoro se apresura a ayudarla pero está herido. Rodomonte y Orlando se comprometen en un duelo.
Escena 4 - Un patio
Angélica está delirando, creyendo que Medoro está muerto. Alcina le asegura que esto no es así, pero que él está curado de sus heridas. Rodomonte y Orlando entran juntos, ahora camaradas. Las aguas de Lethe han borrado de la mente de Orlando tanto su amor por Angélica como su odio a Medoro. Angélica y Medoro ahora pueden amarse sin temor, Pasquale y Eurilla están unidas, y Orlando puede ir en busca de nuevas acciones de valor.
HASTA PRONTO
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ResponderEliminarConsidero que es un desafortunado comentario sobre el valor de las óperas del genio de Rohrau!... hablar de Haydn siempre son palabras mayores, opacar su genialidad en el campo lírico es negar el criterio del mismo Mozart quien siguió al dedillo todas las novedades de su gran amigo, especialmente en el género operístico, basta con examinar las numerosas citas melódicas que Mozart recoge de óperas anteriores de Haydn, las variadísimas novedades formales en las arias Haydnianas, el revolucionario uso del “accompagnato” con desarrollo temático en "stile parlato", los magníficos conjuntos vocales, la estupenda caracterización psicológica de los personajes con la ambigüedad de una psicología moderna frente a la menos madura y maniqueísta de Mozart, el trepidante ritmo dramático de sus mejores producciones (L'infedeltà delusa, La vera costanza, La Fedeltà Premiata, Orlando Paladino, Armida)...Y qué decir de los magníficos "Finale" de acto haydnianos, otra genialidad de Haydn que Mozart intentará emular con mayor o menor fortuna en las óperas posteriores al estreno de la Fedeltà Premiata al que asistió Mozart que quedó deslumbrado ante tanta modernidad; excepción hecha de los dos "Finale" de acto de Don Giovanni nunca más consigió Mozart estar a la altura de los "Finale" haydnianos por su menor proyección sinfónica y el reducido efecto acumulativo amén de la menor energía del discurso mozartiano.
ResponderEliminarEl comentario denota un profundo desconocimiento del genio de Rohrau que precisamente en la ópera ostenta una calidad sin fisuras con un catálogo sólido sin los altibajos (cuando no fiascos) de Mozart, véase Idomeneo, Cosí fan tutte, La clemencia de Tito, óperas todas ellas sobrevaloradas con sólo algunos momentos de gran belleza y que sólo se interpretan por el glorioso nombre del autor. El mismo Mozart se habría encolerizado si hubiera leído estas líneas que menoscaban a un genio sólo para engrandecer a otro que además era su mejor amigo y el músico al que más admiraba.