sábado, 7 de enero de 2012

Franz SCHUBERT (1797-1828) Sinfonia No. 3 en Re mayor D. 200


Cuando Napoleón ocupó Viena en 1809, la ciudad sitiada entró en un período de privaciones considerable. Una vez que el conquistador fue expulsado en 1813, Viena comenzó a reconstruir su economía. Nadie tenía demasiada energía ni recursos para invertir en las artes en aquellos tiempos difíciles. Como consecuencia, ningún miembro de la aristocracia mantuvo ya orquestas. El único conjunto profesional de la ciudad era el Tonkünstlerverein, que tocaba sólo unos pocos conciertos, la mayoría consagrados a oratorios. Había pocas salidas para las sinfonías.

En parte para contrarrestar esta falta de producción musical profesional, se formaron varias orquestas de aficionados. El cuarteto de cuerdas familiar de Schubert, por ejemplo, se amplió hasta convertirse en una orquesta de cámara. El compositor era violista, sus dos hermanos violinistas y su padre, chelista. A este núcleo se agregaron amigos que tocaban diferentes instrumentos de vientos y de cuerdas. Como la orquesta ya no cabía cómodamente en la casa de Schubert, los miembros se reunían dos veces por semana en la casa de un comerciante local. Bajo la dirección del violinista Josef Prohaska, la orquesta tocaba sinfonías de Haydn, Mozart, Pleyel, Rosetti y otros. El grupo continuó creciendo y debió mudarse varias veces más a casas todavía más grandes. De 1815 en adelante ocasionalmente dieron conciertos públicos.
 
A Schubert le gustaba tocar en esta orquesta. Durante muchos años había sido miembro de su orquesta escolar e incluso ahora que se había graduado continuaba tocando con ese grupo de vez en cuando. Entre un conjunto y el otro recibió una completa influencia de la música sinfónica de la época. El mismo compuso varias obras orquestales entre 1813 y 1818, incluyendo las primeras seis sinfonías. Estas piezas eran ensayadas, sino verdaderamente tocadas, por una u otra de las dos orquestas de Schubert.

Cuando se desintegró la orquesta de aficionados, las sinfonías tempranas de Schubert casi se perdieron. Las transcripciones para piano que aparecieron en la década iniciada en 1860 no generaron suficiente entusiasmo como para garantizar que se hicieran presentaciones o publicaciones de las versiones orquestales. La actitud de finales del siglo XIX está tipificada por la reacción de Brahms a una invitación, en 1873, para dirigir un concierto compuesto exclusivamente por obras de Schubert. Brahms declinó la invitación diciendo que no había suficientes obras orquestales de Schubert adecuadas para llenar un concierto.

El interés en su música orquestal de los primeros tiempos se manifestó por último en Inglaterra, donde las primeras cinco sinfonías fueron estrenadas profesionalmente en los Crystal Palace Concerts entre 1873 y 1881. La Tercera Sinfonía fue la última de la serie que se escuchó. Su estreno en 1881 tuvo lu­gar 66 años después de haber sido compuesta. Sin embargo, incluso después de estas presentaciones en Londres, las sinfonías tempranas seguían sin ser tocadas con gran frecuencia. Sólo fue con la llegada de las grabaciones y de las transmisiones por radio del siglo XX y con la proliferación de las orquestas cuando se convirtieron en parte del repertorio sinfónico normal.


La sinfonía nº 3 fue escrita, entre el 24 de mayo y 19 de julio de 1815,  pocos meses después de su decimoctavo cumpleaños. La longitud de esta sinfonía es de aproximadamente 21-23 minutos. Que se divide en cuatro movimientos:



·         I. Adagio maestoso - Allegro con brio
·         II. Allegretto en Sol mayor

·         III. Menuetto. Vivace
·         IV. Presto vivace
       
El Allegro con brío, que sigue a una amplia introducción en una forma que nos recuerda a la Obertura francesa en dos partes, la primera lenta y dramática, la segunda más lírica, es notable por su encanto y la interacción de clarinete solo con cuerdas sincopadas, que se desarrolló a partir de PP dentro de los límites del estilo de música de cámara a la esfera más amplia de la forma sinfónica. Este es un movimiento muy dramático en la forma sonata.

Un delicioso Allegretto en forma ternaria siguiente, lleno de gracia y humor.
Luego viene un Minuet de alto espíritu, que, con su acento hasta los latidos, sugiere un scherzo y un sabor muy popular debido a este gesto bajo y popular, y contrasta con un elegante Ländler-como trío.
La conclusión de Presto en el ritmo de tarantela es notable por sus progresiones armónicas audaces y por la riqueza de contraste dinámico. Este movimiento es en forma de sonata, con una concepción más flexible.

 









Espero que la versión, que inserto con la dirección de Ricardo Mutti, os agrade. Hasta pronto.


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