sábado, 20 de abril de 2013

Orquesta Ciudad de Granada (Concierto extraordinario, fuera de abono) viernes 19 abril 2013 Auditorio Manuel de Falla, 20.30 h



Concierto con motivo
de la reunión anual de la
Asociación Europea
de Festivales 2013



Enrique GRANADOS
Goyescas, intermezzo

Joaquín TURINA
Danzas gitanas, op. 55

Manuel de FALLA
El sombrero de tres picos, suite I

Manuel de FALLA
El amor brujo (1925)


Marina Heredia cantaora
DOMINGO HINDOYAN director
 

En colaboración con el
FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA Y DANZA DE GRANADA



 Granados y Goya
Granados sentía una verdadera pasión por el tiempo de Francisco de Goya y el ambiente casticista que el pintor supo retratar. Consideraba a Goya como "el genio representativo de España". Poseía varias obras del pintor y, dado que Granados tenía buena mano para el dibujo y la pintura, llegó a retratarse a sí mismo disfrazado de "goyesco" y produjo varias láminas con motivos inspirados en la obra de Goya. De esta devoción nacen los dos cuadernos de Goyescas, para piano, con el subtítulo Los majos enamorados. Estas impresiones musicales en 7 escenas, ilustran el desarrollo de una pasión amorosa entre dos "majos", desde su primer encuentro hasta la trágica muerte del "mayoría" y la posterior aparición de su espectro. Goyescas ha sido considerada desde diversos puntos de vista; a veces como una especie de conjunto de improvisaciones, otras como una narración continua con el uso del leitmotiv de inspiración wagneriana, otras veces se ha criticado la excesiva tendencia a la repetición de pasajes o frases, desembocando en una cierta monotonía, que sólo puede salvar el acertado tratamiento de los temas, del color, del ritmo y de la armonía. Goyescas se estrenó en 1911 en el Palacio de la Música Catalana. La consagración mundial de Granados tuvo lugar con el estreno de Goyescas en la Sala Pleyel de París en 1914. Tan grande fue el éxito que se le concedió al músico la Legión de Honor de la República Francesa. Hijas de la pasión por los ambientes "goyesco" son también las Tonadillas, para voz y piano, escritas sobre unos desafortunados textos de Fernando Periquet. Se trata de una serie de 10 canciones en las que Granados trata de recrear el ambiente madrileño de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, inspirado en las obras de Goya, desde la luminosidad de los cartones para tapices al dramatismo de los Caprichos.

Enrique GRANADOS (1867-1916).
Goyescas, intermezzo



Op. 55 Cinco danzas gitanas Joaquin Turina (1882-1949) (Espagne)
Danzas gitanas, pour orchestre (1930)
Dir : Juan de Udaeta

1- Zambra (4.03)
2- Danza de seduccion (4.50)
3- Danza ritual (2.52)
4- Generalife (2.04)
5- Sacro Monte (1.54)


DANZAS GITANAS, Op. 55

Son, sus Danzas gitanas, una de las cumbres de su repertorio pianístico, sin lugar a dudas, y me atrevería a decir que de la música española de toda su época y nos reflejan la madurez musical y la chispa de un genio del cual todos los andaluces deberíamos sentirnos orgullosos. En palabras del estudioso de su obra Antonio Iglesias en “... sus cinco fragmentos, el elemento gitano está latente, queridamente muy cercano, fundamental en sus pentagramas; su extensión es la justa, el teclado espléndido, y la expresión, no por directamente apoyada en el dato popular, deja de ser personalísima en el trazo definitivo, genial en verdad” inspirada toda ella en los aires y paisajes granadinos, la suite para piano consta de cinco números;
El primero de ellos se titula Zambra, que según Covarrubias era una danza morisca que se bailaba al son de dulzainas y flautas y que en opinión del excelente músico Felipe Pedrell, fueron cantos que recogieron y trasladaron hasta la actualidad nuestros gitanos.
Danza de la Seducción se titula el segundo número de un sabor oriental intenso y de una dulzura exquisitas.
Danza Ritual es la tercera de éstas magníficas piezas cuyo “motivo de auténtico baile y hasta quejumbroso cante, quedará sin comentarios en un enigma ritual”, como acertadamente diría A. Iglesias. Generalife nos traslada a los parques cuyo discurrir de aguas y fuentes nos transportan a los encantadores surtidores de la Alhambra y nos presenta, a modo de copla, un Polo gitano para su baile y su cante, genuino baile popular andaluz donde lo alegre y lo bullicioso están establecidos con una concisión admirables, siendo una de sus piezas más cortas de duración.
Para la última de las Danzas gitanas, Sacromonte, Turina nos propone una “farruca tomada al vivo, quiero decir, acercándome todo lo más posible a las fórmulas auténticas gitanas”, en palabras del propio maestro andaluz, intercalando unas coplillas, obteniendo un conjunto sumamente atractivo, que junto al Generalife, supone la cumbre de estas Danzas Gitanas compuestas en primera serie, ya que con número de opus 84, compuso una segunda serie de danzas con este mismo nombre. Dedicadas al gran pianista José Cubiles, las estrenó él mismo en el Teatro de la Comedia de Madrid el 15 de Enero de 1932.

   La orquestación de las Danzas gitanas fue realizada por el autor a petición del director de orquesta Arturo Saco del Valle. En la partitura autógrafa, con las cuatro primeras danzas orquestadas, figura la fecha, 1 de noviembre de 1930. 



MANUEL DE FALLA (1876-1946)
El amor brujo


Pocos músicos en la historia han estado tan cerca de esa fascinante forma de expresión musical popular que es el cante jondo como Manuel de Falla (1876-1946). De hecho, una de sus obras más notables, El amor brujo, fue concebida y desarrollada íntegramente a partir de la fina percepción que Falla tenía de la música flamenca o, para mayor precisión y para evitar la añeja controversia sobre qué es lo flamenco, la música gitana. Esa música fogosa y apasionada inspiró a Falla no sólo una buena cantidad de ideas sonoras propias, sino que además le hizo escribir algunos de los textos más interesantes que se hayan redactado sobre el cante jondo, que es la expresión suprema de la musicalidad andaluza.
Si bien hoy es conocida fundamentalmente como una obra de concierto, El amor brujo nació como un ballet. Y nació, como tantas otras cosas, de la inspiración de una mujer. Hacia los primeros años del siglo XX, Pastora Imperio era una de las grandes figuras en el mundo del cante jondo, y fue ella la que expresó su deseo de interpretar una obra de canto y baile compuesta por Falla y escrita por el notable dramaturgo y novelista Gregorio Martínez Sierra. La creación de El amor brujo se realizó en circunstancias que no dejan duda respecto a la autenticidad de sus fuentes, tanto musicales como dramáticas. Durante un prolongado período, Falla ocupó su tiempo en escuchar el canto de Pastora Imperio y de su madre, Rosario de la Mejorana, y en tomar cuidadosa nota de las inflexiones vocales de las dos gitanas. Al mismo tiempo, Martínez Sierra pasaba algunas tardes tomando una copa con Doña Rosario y escuchando a la vieja gitana contar ancestrales historias de amores, desamores, traiciones, redenciones... y fantasmas. El material obtenido así por el dramaturgo y el compositor se convirtió, al paso del tiempo, en un ballet de cámara. En su primera versión, el libreto presentaba solamente a dos personajes: la bella y joven gitana Candelas y su nuevo novio, Carmelo. Y como dicen por ahí, sí hay cariño entre esa pareja de gitanos, pero también hay un intruso: es el recuerdo de un amante anterior de Candelas, malo, infiel y traidor. Este recuerdo empaña la relación de Candelas y su nuevo amante, hasta que la joven logra exorcizar al fantasma y rescatar su nuevo amor. Musicalmente, esta primera versión del libreto llevaba un complemento instrumental muy económico: piano, flauta, oboe, trompeta, corno, viola, violoncello y contrabajo. El amor brujo, tal y como lo habían concebido originalmente Falla y Martínez Sierra, fue estrenado en el Teatro Lara de Madrid el 15 de abril de 1915 con Pastora Imperio en el papel protagónico. Dicen los enterados que el estreno emocionó sólo a los gitanos que asistieron a él.
Sin perder de vista su intención original, los creadores de El amor brujo revisaron su trabajo y produjeron una segunda versión del ballet, que es la que ha quedado establecida en el repertorio. Desde el punto de vista teatral, en esta segunda versión aparecen nuevos personajes, incluyendo el fantasma del antiguo amante de Candelas. Por su parte, Falla amplió la dotación instrumental hasta llegar a una orquesta que incluye piccolo, dos flautas, oboe, corno inglés, dos clarinetes, fagot, dos cornos, dos trompetas, timbales, piano, campanas y una sección completa de cuerdas. Bajo esta nueva forma, El amor brujo se estrenó en París el 22 de mayo de 1927 y resultó un éxito rotundo.
Después de una poderosa, casi salvaje introducción orquestal y una sutil escena nocturna, Falla propone el primero de los fragmentos cantados, en la voz de Candelas, quien no puede olvidar a su antiguo enamorado:

¡Ay! No sé qué siento
Ni sé qué me pasa
Cuando este mardito gitano me farta...


A partir de esto, Falla va tejiendo una trama musical sumamente atractiva, llena de los giros e inflexiones del cante jondo, matizados por su propio estilo claro, directo y poderoso. Todas estas cualidades justifican plenamente el hecho de que varios de los trozos orquestales de El amor brujo hayan adquirido vida autónoma en las salas de concierto. Entre ellos destaca la famosa Danza ritual del fuego, cuya razón de ser es la de ahuyentar a los malos espíritus. Es evidente que este exorcismo musical realizado por Falla ha resultado más que efectivo, porque al final de El amor brujo el fantasma del antiguo amante de Candelas desaparece, dejando a la joven gitana libre para aceptar sin limitaciones el amor de Carmelo.
Amanece, suenan las campanas, llega la redención:

Ya está despuntando el día
Cantad, campanas, cantad
Que vuelve la gloria mía.

Parte de esa gloria es para Manuel de Falla, quien supo, como nadie, fundir el vibrante mundo del cante jondo con las formas de la música de concierto para crear algunos de los momentos cumbre del nacionalismo musical español.

Orquesta de Postsmout
Director: John Rosten
Contralto: Dolores Arriaga




Fuente WIKIPEDIA. 
El sombrero de tres picos, ballet de Manuel de Falla y coreografía de Léonide Massine basado en la novela homónima del escritor decimonónico Pedro Antonio de Alarcón. Se estrenó el 22 de julio de 1919 en el Alhambra Theatre de Londres bajo la batuta de Ernest Ansermet y decorados y figurines de Pablo Picasso. Los intérpretes principales fueron el propio Léonide Massine como el molinero (cuya intervención estelar será la interpretación de la farruca) y Tamara Karsávina en el papel de la molinera. La jota  final es uno de los números más conocidos de la obra, ejemplo de estilización del folclore tanto en el baile (en el que todavía prevalece coreográficamente el elemento ruso) como en la música del maestro Falla.
  • En la historia de la danza teatral del siglo XX, 'El sombrero de tres picos' de Pedro Antonio de Alarcón puede reclamar un lugar tan significativo como el de la Petrushka de Ígor Stravinski. Ambas obras fueron producidas por el gran empresario Serguéi Diáguilev y representadas por sus Ballets Rusos. Las dos rompen con las primitivas tradiciones temáticas que poblaban el género de princesas, apariciones y cisnes. Pero todavía más importante, quizás, es su visión de la buguesía con una cierta simpatía. En este sentido, en El sombrero... se reflejan las actitudes y aspiraciones de la Andalucia  rural.
  • Tras su estreno en Londres, la obra tuvo un rotundo éxito, elogiándose la acertada síntesis de música, baile, drama y decorado.
  • Una primera versión de la obra, llamada El corregidor y la molinera, fue representada en 1917 en el Teatro Eslava de Madrid en forma de pantomima en dos partes. Más tarde, Diáguilev conoció a Falla y lo convenció de la necesidad de retocar la obra con la intención de dotarla de mayor estructura teatral; el autor modificó su obra para adaptarla al género de la danza, eliminando gran parte de los elementos descriptivos (incluso irónicos) y expandiendo las partes bailables
  • El ballet está basado en un cuento folclórico que comparte el espíritu de Beaumarchais, su brío y su profundo respeto por los recursos y el espíritu del segundo estrato de la sociedad.
Tras el estreno del ballet, Falla compuso dos suites orquestales con el mismo título, la n.º 1 y la n.º 2, que se suelen representar más que el propio ballet. En ellas, retiró algunos fragmentos vocales y de transición que contenía la obra original.




 El Sombrero de Tres Picos - Suite

Orquesta Nacional de España
Jesús López Cobos - Conductor

Suite no. 1
Introducción, La Tarde, Danza de la Molinera, El Corregidor, Las Uvas.





 Suite no. 2
09:50 Los Vecinos
13:09 Danza del Molinero
16:04 Danza Final
 No interpretada en éste concierto.
 Enlace directo del programa de mano.

http://www.orquestaciudadgranada.es/img/descargas/OCG-12-13-Extraordinario.pdf



Hasta pronto.-

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