domingo, 2 de junio de 2013

ÚLTIMO CONCIERTO DE TEMPORADA ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA AUDITORIO MANUEL DE FALLA VIERNES 7 DE JUNIO 2013




Wolfgang Amadeus Mozart
Lucio Silla, obertura

Wolfgang Amadeus Mozart
Sinfonía concertante en Mi bemol mayor para oboe, clarinete, trompa, fagot y orquesta, K 297b

Ludwig van BEETHOVEN
Sinfonía núm. 7 en La mayor, op. 92

Eduardo Martínez oboe / José Luis Estellés clarinete
Óscar Sala trompa / Santiago Ríos fagot

ANDREA MARCON director


Con solo dieciséis años Mozart se apodera de las formas de la ópera seria para componer una obra sobre el honor, la traición y el Perdón con una precoz madurez artística.

Lucio Silla (Milán, 1772) es la segunda ópera seria de Wolfgang Amadeus Mozart, compuesta cuando tenía dieciséis años. La partitura resulta excepcional en su poderosa escritura orquestal y terrible en las exigencias a los cantantes. La acción se sitúa en la Roma del siglo II d. C., siendo su protagonista el dictador Lucio Silla que desea casarse con Giunia, hija de su enemigo político Mario y enamorada del senador Cecilio, proscrito por Silla. Intervienen en la intriga Celia, hermana de Silla, enamorada a su vez del patricio Lucio Cinna, amigo y protector de Cecilio. La conspiración orquestada contra el dictador fracasa, pero Silla se muestra finalmente magnánimo, en una exaltación de la generosidad y la clemencia, en la línea de Cinna, de Corneille.



Ópera seria en tres actos. Libreto de Giovanni de Gamerra, con modificaciones de Pietro Metastasio. Estrenada en el Teatro Regio Ducal de Milán el 26 de diciembre de 1772.

Fuente: Presentación GRAN TEATRO DEL LICEO.-

Según mi opinión, ésta ópera carece de carácter argumental dramático, por la cesión o el perdón, (aquí no ha pasado nada),  como otras obras de Mozart, a saber, La clemencia de Tito,  Idomeneo, rey de Creta, etc., pero no dejan de ser de una madurez  artística impresionante.


Wolfgang Amadeus Mozart
Lucio Silla, obertura







El 23 de septiembre de 1777 Mozart inició el viaje más amargo de toda su vida. Su padre, Leopold, que lo había guiado hasta ese momento en todas sus andanzas por Europa, tiene que quedarse en Salzburgo, pues la relación con el arzobispo Colloredo se ha complicado extraordinariamente después de un grave incidente ocurrido en la primavera. Así que el joven de 21 años parte ahora en compañía exclusiva de su madre.

El objetivo de la familia es hallar para Wolfgangun puesto fijo en alguna corte centro europea, pero los planes se tuercen pronto: Mozart es rechazado sucesivamente en Múnich, Augsburgo y Mannheim. La idea del joven es volver a Italia, elección del salzburgués.

Pese a todo, la obra de Mozart no deja de resultar original, pues emplea cuatro instrumentos solistas, frente a los dos o tres que eran frecuentes. Además, el compositor renuncia en gran medidaa ofrecer un simple marco instrumental en el que los solistas pudieran deslumbrar con su capacidad  virtuosística, como solía ser bastante habitual. Por contra, las texturas orquestales (dos partes de violines, una de viola, dos oboes y dos trompas más los bajos) adquieren notable peso y densidad, a la vez que los instrumentos solistas trabajan la mayor parte del tiempo por grupos.
La obra se divide en tres movimientos. El primero es un Allegro de amplio desarrollo, expansivo y jubiloso, que cuenta con una larga introducción orquestal y dos temas, el primero de los cuales es presentado por los cuatro solistas, mientras el segundo aparece en primer lugar en las voces del oboe y el clarinete (con el fagot en eco). Tras una reexposición de la introducción y del primer tema, una cadencia en la que los cuatro solistas dialogan entre sí antecede a la breve coda que pone fin al movimiento. Le sigue un Adagio (indicación de tiempo poco habitualen Mozart) de carácter algo sombrío que, sorprendentemente, está en la tonalidad principal de la obra y en el que los solistas tienen amplio espacio para explayarse líricamente. La sinfonía concluye con un Andantino con diez variaciones, que retoma el tono optimista del principio y en el que los solistas encuentran el lugar idóneo para su lucimiento, tanto en solitario como en grupo _



Wolfgang Amadeus Mozart
Sinfonía concertante en Mi bemol mayor para oboe, clarinete, trompa, fagot y orquesta, K 297b











 



Ludwig Spohr, músico y contemporáneo de Beethoven que llegó a gozar de la amistad del compositor, cuenta en su autobiografía que para el estreno de su Séptima Sinfonía, el maestro de Bonn, de 43 años, estaba tan sordo que no era capaz de percibir los pasajes piano de su propia obra. Durante el allegro, relata Spohr, un par de estos pasajes confundieron al maestro y por un buen rato la orquesta anduvo por un lado y él por otro, así que cuando llegó el momento en que según su propia cuenta correspondía un forte de la orquesta, Beethoven se agachó y abrió los brazos para subrayarlo... pero no pasó nada. El pobre maestro sordo salió de su confusión diez o doce compases más tarde, cuando la orquesta atacó el forte y entonces pudo oírlo.

El estreno de la Séptima Sinfonía tuvo lugar en Viena, el 8 de diciembre de 1813, con gran éxito. Hacía cinco años que Beethoven no ofrecía una nueva sinfonía al público vienés. Por ello, fue recibida con gran entusiasmo. Pocos días después se realizó una nueva función, y al igual que en el estreno, hubo de repetirse a requerimiento del público el famoso Allegretto, el segundo de sus cuatro movimientos: Poco sostenuto - vivace / Allegretto / Presto / Allegro con brio.

La obra había sido ideada alrededor de 1811, aunque respecto del allegretto, se han encontrado esbozos que datan de 1806. La popularidad del segundo movimiento obedece en gran parte a su simplicidad: una idea rítmica sencilla, una sucesión de notas negras con dos corcheas, oídas repetidamente (un ostinato), dan cauce a una melodía de corte schubertiano.

Beethoven consideraba que la Sinfonía N° 7 era uno de sus mejores trabajos. Con posterioridad, grandes compositores, entre ellos Richard Wagner, no escatimaron elogios para la obra. Sin embargo, en su momento el maestro tuvo que lidiar con groseras críticas de parte de algunos de sus contemporáneos. Una de las mayores invectivas fue quizás la del profesor Friedrich Wieck, el padre de Clara Schumann, quien insinuó que Beethoven habría compuesto la obra en estado de intemperancia.
Ludwig van BEETHOVEN

Sinfonía núm. 7 en La mayor, op. 92






Hasta pronto

No hay comentarios:

Publicar un comentario