Con referencia a la clausura de la temporada 25 Aniversario en el Cuarto Real
de Santo Domingo tras la celebración del concierto “La Clementina” salida en la
“foto” del nuevo alcalde Paco Cuenca y el delegado de cultura, de la Junta de
Andalucía Guillermo Quero (puesto a dedo, según dicen), hijo del antiguo
alcalde de Granada Jesús Quero Molina, con un curricular impresionante dentro y
fuera de la administración, y director desde el 2002, de la Fundación PTS, Parque Tecnológico de Ciencias de la
Salud de Granada.
SI ME CALLO REVIENTO.-
Parecerá que por el comentario que hago que me
inclino por una u otra posición ideológica, no es así, pero me hago una
pregunta, ¿porqué los representantes políticos elegidos por el pueblo (eso era
antes), que no han asistido nunca a los conciertos de la O.C.G. ahora lo hacen
y pueden “mangonean”, a su parecer personal, los destinos de nuestra Orquesta?,
lo hacían también los que estaban antes. ¿Alguien de los de a pie me contesta?-
Voy a contestar, puesto que soy de a pie. El poder
con la toma de decisiones a su voluntad, el dinero, y por último el sectarismo
ideológico, pero no por lo que representa sino por llevar la contraria al
sectarismo ideológico oponente, no persiguen el bien general de los ciudadanos
nada más que el ego personal, por supuesto los representantes que componen la
organización que desea llevar a cabo sus fines culturales, tiene que (chupar
culo dicho popular), tanto a los recién llagados como lo que ya si hizo con los
salientes.-
En este caso, la pantalla de subtítulos se monta en
alto, por encima del escenario y los actores.
Una observación según mi opinión,
el público hubiera disfrutado más
con el montaje en sala en lo alto del escenario una pantalla con la reproducción sincronizada de la
dramaturgia, tanto hablada como musicalizada (subtítulos), de la zarzuela, lo
que faltó ´para el broche de oro de la velada
Auditorio Manuel de Falla, 20:30 h
sábado 21 mayo 2016
ABONO ES3 (Concierto extraordinario OCG25)
Luigi BOCHERINI
La Clementina, zarzuela en dos actos de Ramón de la Cruz Manuel Galiana (Don Clemente), actor Xavier Capdet (Marqués de la Ballesta), actor Carmen Romeu (Doña Clementina), soprano Vanessa Goikoetxea (Doña Narcisa), soprano Carol García (Doña Damiana), mezzosoprano Beatriz Díaz (Cristeta), soprano Tony Marsol (Don Lázaro), bajo Juan Antonio Sanabria (Don Urbano), tenor ANDREA MARCON director
La Clementina zarzuela en dos actos, textos de Ramón de la Cruz música de Luigi BOCCHERINI, estrenada en el Palacio de Faustina Telléz Girón, condesa- duquesa de Benavente de Madrid, el 3 de enero de 1787.
La Orquesta Ciudad de Granada ofrece en su programación este título de Luigi Boccherini y textos de Ramón de la Cruz. La obra organizada en dos actos, fue un encargo al músico de Lucca, por parte de la madre de su mecenas Faustina Telléz Girón, condesa-duquesa de Benavente, que permite comprender mejor la forma de teatro musical burgués y costumbrista de finales del siglo XVIII.
ARGUMENTO.
D. Clemente es un
caballero viudo que tiene dos hijas de carácter bien distinto. Clementina, presentada
adinerado que como primogénita, es seria y obediente, mientras que Narcisa es
vivaracha y algo frívola. Ambas están al cuidado del aya doña Damiana, de aires
severos, auxiliada por la criada Cristeta, personaje bufo.
La zarzuela comienza
con Narcisa y Cristeta bordando y cantando en prevención de los amores
engañosos (N.º 1); a la escena se une don Lázaro, el maestro de música de las
hermanas. Narcisa comienza su lección cantando un aria graciosa de tempo vivo
que retrata los cambiantes intereses que corresponden a las distintas edades
(N.º 2). A su término, el aya se va con Narcisa y vuelve malhumorada porque el
maestro de música ha adelantado su hora habitual de llegada. Don Lázaro le
responde señalando su carácter responsable y comedido, aunque emplea una música
en tono cómico que lo contradice (N.º 3). A solas Clementina y doña Damiana
cantan en dúo (N.º 4) y la primera confiesa al aya los celos que siente de su
hermana, la preferida del padre según ella. Clementina tiene a doña Damiana como
una figura maternal a la que poder confiar la causa de su melancolía: está
enamorada de don Urbano, un caballero portugués de trato dulce y gentil que
llegóa Madrid dos meses atrás (N.º 5). Tras la confesión, ambas vuelven a las
labores y repiten el dúo (N.º 6). Entra en escena Narcisa y, al poco, un paje
anuncia la llegada del Marqués de la Ballesta, un noble de origen provinciano y
viejo amigo de don Clemente que se encontraba en Madrid buscando una esposa.
Tras un aria de doña Damiana (N.º 7), las tres mujeres abandonan al Marqués
quien poco después es recibido por don Clemente. El Marqués entonces aprovecha
que ambos se quedan solos para pedirle la mano de cualquiera de sus dos hijas,
pero don Clemente se resiste a pronunciarse con excusas: Clementina quiere
ingresar en un convento y Narcisa es demasiado joven. Inadvertidamente estas
explicaciones son oídas por don Urbano, quien muestra su desilusión, ya que
aspiraba a contraer matrimonio con Clementina, de quien se muestra enamorada. En
la escena siguiente los dos pretendientes frustrados se quedan solos con
Cristeta, quien entona una cavatina (N.º 8). En las siguientes escenas del acto
primero participan todos los personajes con conversaciones cruzadas, cada cual
mostrando su estado anímico. Don Urbano canta ante todos un tonada traída de
Portugal sobre la desventura de un amante no correspondido (N.º 9) —reflejo de
su propia situación que los demás desconocen— de la que regala una copia a
Clementina. El acto se cierra con una escena de cierto embrollo en la que los
seis personajes cantan a coro preparándose para cenar (N.º 10).
El segundo acto se inicia con Clementina cantando sola
distraída (N.º 11). De la partitura que le regaló don Urbano cae una nota al
suelo que guarda disimuladamente, aunque Narcisa se percata de la situación.
Entre tanto, don Lázaro se aproxima en cariñosa
pretensión a Cristeta. Al poco, salen a escena todos los personajes que cantan
a coro un número festivo mientras beben licor (N.º 12).
Después, don Urbano y don Lázaro tratan de sonsacar a
Cristeta los planes de boda de don Clemente. La criada canta un aria cargada de
ironía («con smorfia») alegando con fingida ingenuidad su ignorancia en materia
amorosa (N.º 13) y abandona la escena. Los dos pretendientes se quedan luego
confesando el uso al otro sus intenciones de casamiento. Don Lázaro se ofrece para
intermediar ante Clementina, al tiempo que pide a don Urbano que interceda por
él ante Cristeta (N.º 14).
En la siguiente escena, Narcisa encuentra a don Clemente en
un aparte, y aprovecha para contarle, con algo de malicia, la sospechosa nota
que su hermana encontró y ocultó con disimulo, consiguiendo así el favor del
padre (N.º 15). Don Clemente llama a doña Damiana para pedirle que lleve fuera
de la casa a todos, para así poder hablar a solas con Clementina, temeroso por
las sospechas que le había infundado la hermana (canta doña Damiana, N.º 16).
En conversación sincera, Clementina confiesa a su padre
que no tiene inclinación por ingresar en un convento y que está enamorada de
don Urbano. Don Clemente entonces revela el secreto mejor guardado de su vida:
Clementina no es en verdad hija suya, sino que fue adoptada al nacer cuando su
madre murió; ella se queda aturdida. El padre abandona la escena y entra don
Urbano y canta a dúo con Clementina (N.º 17) en la que ambos declaran su amor
recíproco aunque sembrado de incertidumbres. Don Urbano y don Clemente vuelven
a quedarse solos, y ante la insistencia de aquel para desposar a Clementina,
este la confiesa que no es hija suya, y que la adoptó cuando, por casualidad, la
encontró abandonada en Extremadura al lado de su madre y los criados muertos
por unos bandoleros. Don Urbano entonces, para sorpresa de todos, se percata de
que Clementina es, en verdad, su hermana a cuya búsqueda había venido a Madrid
(N.º 18).
En el desenlace de la última escena, don Clemente desvela
a todos el verdadero parentesco de Clementina y el final de la trama quedando
abierto e indefinido para las dos hermanas: Clementina, acompañada por Narcisa,
viaja a Lisboa con don Clemente y don Urbano para conocer a su padre biológico.
Todos cantan en un coro final para celebrar el enlace entre don Lázaro y Cristeta,
el único que se confirma en escena (N.º 19).
Largos y calurosos aplausos
del público asistente para nuestra Orquesta al término del concierto,
merecedora de todos los elogios por su calidad. Como viene haciendo habitual en
sus actuacionesde estos últimos años, su
sonido propio es abrumador, muy maleable,manejada por todoslos
conductores que vienen a dirigirla en las obras que interpreta, una maravilla
para todos los abonados.
Anoche Joseph SWENSEN nos
demostró que hay varias interpretacionesde una obra musical esto sucedió con la Sinfonía núm.8 en Si menor,
D759, “Inacabada” de Franz SCHUBERT, acostumbrados a oírla por muchas orquestas en
directo y enfonografía, como asíen numerosas ocasiones porOrquesta Ciudad de Granada, nos ofreció una versión sorprendente en
expresión, textura, velocidad, tímbrica,y coherencia. Silencios, pianísimos imperceptibles, elevaciones
majestuosasafuertes, expresando un romanticismode la época de Brahms, en una obra más pagada
al clasicismo por su año de composición en 1822, que es como siempre la
habíamos escuchado. Conclusión sobresaliente y disfrute total.
Lo mismo ocurrió con la obra
de cámara programática,Noche
transfigurada, op. 4 de Arnold SCHÖNBERG, compuesta para sexteto de cuerda y
transcrita para orquesta de cuerdas, bellísima por su empuje y pasión y
cromatismo, tonal pero sin referencia central, rayando en la atonalidad,
posterior camino de SCHÖNBERG compositor del dodecafonismo.
Segunda conclusión sonó distinta a otras
versiones, por el efecto O.C.G. SWENSEN. Me pregunto cómo sería la ejecución de
la obra en su versión original de sexteto de cuerda interpretado por Joseph
SWENSEN como violín primero de dicho sexteto, para perder la cabeza. Hasta
pronto.-