BEETHOVEN SINFONÍAS
Auditorio Manuel de Falla
Ludwig van BEETHOVEN
Sinfonía núm. 2 en Re mayor, op. 36
Sinfonía núm. 2 en Re mayor, op. 36
Ludwig van BEETHOVEN
Sinfonía núm. 7 en La mayor, op. 92
Sinfonía núm. 7 en La mayor, op. 92
ANDREA MARCON director
El compositor alemán Ludwig van Beethoven compuso
nueve sinfonías a lo largo de su trayectoria musical Compuso
su Primera sinfonía entre 1799 y 1800, cuando tenía 30 años de edad,
y continuó componiendo sinfonías hasta su muerte.
Existe controversia sobre la
existencia de una Décima sinfonía en la que estaría trabajando Beethoven
cuando falleció.
En 1803, el músico de Bonn
dio a conocer la Segunda
sinfonía en re mayor minueto estándar por
un scherzo más rítmico y dinámico. Esta innovación y sus fuertes
sonoridades dieron a la Segunda sinfonía un mayor alcance y
energía. Después del estreno, los críticos notaron la ausencia del minueto y
dijeron que la composición tenía mucho poder, pero que era demasiado
excéntrica. No faltaron las duras críticas.
La influencia haydniana se deja
sentir en estas dos composiciones de juventud: ambas tienen introducciones
lentas y la orquesta es totalmente clásica.
La obra se
estrenó en el Theater an der Wien en Viena el5 de abril de 1803, fue
escrita en mayor parte en la estadía de Beethoven en Heiligenstadt en 1802, cuando comenzó a
experimentar los primeros síntomas de sordera Está dedicada al príncipe Lichnowsky.
Beethoven abordó
la composición de su Segunda sinfonía en el año de 1801, pero la mayor parte de
la obra fue escrita en el verano y el otoño de 1802 en el pequeño pueblo de
Heiligenstadt en las afueras de Viena. El nombre de este pueblito se ha hecho
muy famoso en la historia de la música no tanto porque Beethoven haya escrito
allí su Segunda sinfonía, sino porque ahí nació uno de los documentos más
dramáticos jamás surgidos de la pluma de un compositor. Fue precisamente en ese
verano de 1802 que Beethoven escribió lo que hoy se conoce como el Testamento
de Heiligenstadt, una apasionada carta dirigida a sus hermanos, en la que el
compositor se mostraba alternativamente iracundo y desesperado por la sordera
que lo aquejaba y que, según él mismo escribía, le había hecho pensar más de
una vez en el suicidio. Siguiendo, pues, una línea de pensamiento típicamente
romántica, en la que es posible asociar el estado de ánimo del compositor con
la coloración dramática y expresiva de su música, era lógico esperar que la
Segunda sinfonía de Beethoven fuera una obra oscura, llena de pasiones
turbulentas y desafíos sonoros. Sin embargo, Beethoven supo ocultar su angustia
y desesperación detrás de una sinfonía brillante, juguetona y extrovertida, que
nada tenía que ver con la pugna interna de su alma. Ello indica que su poderoso
espíritu prefirió transformar en música el bello paisaje que veía desde la
ventana de su casita en Heiligenstadt, a través del río Danubio y hacia los
montes Cárpatos, en vez del paisaje mórbido y oscuro que veía al interior de su
alma.
La Segunda sinfonía de Beethoven fue estrenada, como se ha dicho anteriormente, el 5 de abril de 1803 en el Theater an der Wien de la capital austriaca, en uno de esos maratónicos conciertos llamados academias en esa época.
Esa noche, Beethoven ofreció al público el estreno de tres de sus obras recientes: el Tercer concierto para piano, actuando él mismo como solista; el oratorio Cristo en el Monte de los Olivos; y la Segunda sinfonía. En ese enorme concierto se tocó también la Primera sinfonía de Beethoven, y en el programa aparecieron algunas otras obras que, al parecer, fueron canceladas por falta de tiempo. Si la Primera sinfonía de Beethoven había sido bien recibida por la crítica, la segunda no corrió con tanta suerte, y desde su estreno fue atacada duramente. Un crítico de Leipzig escribió lo siguiente respecto a la obra:
La Segunda sinfonía de Beethoven fue estrenada, como se ha dicho anteriormente, el 5 de abril de 1803 en el Theater an der Wien de la capital austriaca, en uno de esos maratónicos conciertos llamados academias en esa época.
Esa noche, Beethoven ofreció al público el estreno de tres de sus obras recientes: el Tercer concierto para piano, actuando él mismo como solista; el oratorio Cristo en el Monte de los Olivos; y la Segunda sinfonía. En ese enorme concierto se tocó también la Primera sinfonía de Beethoven, y en el programa aparecieron algunas otras obras que, al parecer, fueron canceladas por falta de tiempo. Si la Primera sinfonía de Beethoven había sido bien recibida por la crítica, la segunda no corrió con tanta suerte, y desde su estreno fue atacada duramente. Un crítico de Leipzig escribió lo siguiente respecto a la obra:
Es un horrible monstruo, un dragón herido que se rehúsa a morir, y aún al desangrarse, loco de furia, da terribles golpes con la cola, en el estertor de la agonía.
Por otra parte, una voz más equilibrada, la de Friedrich Rochlitz, se dejó escuchar en una nota publicada en el Allgemeine Musikalische Zeitung:
Esta es la obra de un revolucionario, y estoy seguro de que estará viva mucho después que mil piezas de moda, hoy célebres, hayandesaparecido en el olvido.
Además de que el tiempo acabó por darle la razón a Rochlitz (y a la música de Beethoven), el concierto del estreno de la Segunda sinfonía le reportó al compositor una jugosa ganancia económica, que propició uno de los pocos momentos de holgura financiera de su vida.
Volviendo al tormentoso estado de ánimo que Beethoven padecía a causa de la sordera, vale la pena citar este fragmento del Testamento de Heiligenstadt.
…estuve cerca de poner fin a mi vida. Sólo el arte, sólo eso me detuvo. Ah, me parecía imposible dejar el mundo hasta no entregar todo lo que había sido llamado a producir… tuve entonces que soportar esta desgracia existencia.
Después de
escribir esto, Beethoven habría de vivir todavía un cuarto de siglo, para
producir lo mejor de su música, obras que, tal y como lo había vaticinado
Rochlitz, han sobrevivido incólumes al paso del tiempo, mientras que los
intentos musicales de la mayoría de sus contemporáneos, ricos y famosos
entonces, hoy sólo son unas cuantas líneas en los catálogos y las
enciclopedias.
·
Adagio molto - Allegro con brio
·
Larghetto
·
Scherzo: Allegro. . Allegro molto
La Séptima
sinfonía en la mayor (Op. 92) aparece en 1813 —casi
un año después de su composición—. El compositor se empeñó en dirigirla en su
estreno, con tragicómicos resultados. Pero la crítica reconoció una nueva
genialidad de Beethoven. Indudablemente, el maestro alemán muestra con la Séptima su
más grandioso concepto de la introducción (Poco sostenuto, pide la
partitura). Richard Wagner, otro ferviente beethoveniano, calificó a
la Séptima como «la apoteosis de la danza» por su implacable
ritmo dancístico y notable lirismo, particularmente hondo en su célebre segundo
movimiento, Allegretto —que tuvo que ser repetido a petición
del público en su estreno—, dominado por un ostinato de seis
notas. El esquema del tercer movimiento exige, hecho inédito en una sinfonía,
la repetición del trío, quedando la estructura A-B-A-B-A. El cuarto movimiento
constituye (al igual que en la Sinfonía “Jupiter”de Mozart) el verdadero
centro de gravedad de la obra. En suma, toda la Séptima es una
obra de gran potencia.
La sinfonía fue
estrenada en Viena 1813 durante un concierto de caridad para los
soldados heridos en la Batalla de Hanau La pieza fue muy bien
acogida por la crítica del momento y el allegretto tuvo que ser repetido el día
de su estreno.
El primer movimiento
está escrito según la forma de sonata y en el
predominan los ritmos danzables y alegres.
El segundo movimiento,
en La menor, es Allegretto haciéndolo más lento sólo en comparación
con los otros tres movimientos. Muy a menudo este movimiento se interpreta
excesivamente lento debido a la tradición de escribir los segundos movimientos
en tempo Adagio o Lento, aunque aquí Beethoven rompe con esta
tradición debido simplemente a que para formular el contraste entre el Vivace y
el Presto no es necesario bajar el tiempo hasta un Lento. La forma
corresponde a un tema con variaciones de dos temas contrastantes. El primer
tema comienza solo con las cuerdas. A medida que avanza el movimiento se van
introduciendo los demás instrumentos de la orquesta hasta llegar al tutti en
fortísimo. En el estreno el público pidió que se repitiera la interpretación de
este movimiento, que ha sido muy popular desde entonces. El ostinato (tema
rítmico repetido) de una negra, dos corcheas y dos negras es
oído repetidamente.
El tercer movimiento
es un scherzo que sigue
la forma ternaria. Esta forma (basada en los himnos religiosos de
pastores austriacos es tocada dos veces. Esta expansión de la estructura
A-B-A de la forma ternaria para convertirse en A-B-A-B-A fue bastante común en
las obras de Beethoven durante este periodo, al igual que en la Sinfonía n.º 4
y en el Cuarteto para cuerda n.º 8.
El último movimiento
también presenta la forma sonata. Se piensa que este movimiento puede
representar una fiesta o la alegría del dios Baco, entre otros motivos.
·
I. Poco sostenuto — Vivace;
·
II. Allegreto
·
III. Presto;
·
IV. Allegro con brío.
HASTA PRONTO.-
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