jueves, 19 de abril de 2018

CONCIERTO ABONO SINFÓNICO A11 ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA VIERNES 20 ABRIL 2018



viernes 20 abril 2018
AUDITORIO MANUEL DE FALLA, 20:30 h


LA JÚPITER DE MOZART

Luigi BOCCHERINI  
Sinfonía núm. 26 en Do menor, op. 41, G. 519


Saverio MERCADANTE
Concierto para trompa y orquesta en Re menor


Wolfgang A. MOZART    
Sinfonía núm. 41 en Do mayor, K. 551, “Júpiter”


ÓSCAR SALA trompa

BARRY SARGENT director


Luigi Boccherini (Lucca, 1743 – Madrid, 1805) era toscano, natural de la ciudad de Lucca, pero con 25 años llegó a España desde París persiguiendo un amor, el de la cantante Clementina Pelliccia, y ya nunca regresó a Italia. Vivo, se entiende, porque en 1927 el dictador Benito Mussolini, en un capricho más de megalómano, trasladó el cadáver al panteón de los hijos ilustres de su ciudad natal. Aquí dejó siete hijos de los que solo uno pudo mantener el apellido que actualmente lleva con orgullo su descendiente José Antonio Boccherini, la sexta generación hispana, madrileña. El caso es que en 1769 fue nombrado violoncelista y compositor de la capilla real del infante Luis Antonio, sexto hijo de Felipe V, hermanastro del rey Fernando VI y hermano del futuro Carlos III. Lo que en ese momento parecía un chollo al final no lo fue tanto.
Luis Antonio de Borbón y Farnesio era todo un personaje. Con apenas ocho años fue nombrado cardenal arzobispo de Toledo y primado de España. A los 14 unió a su currículo el cargo de arzobispo de Sevilla. Hombre impetuoso, la atracción de la carne le pudo más que la del alma, así que para disgusto de su madre, la ambiciosa Isabel de Farnesio, abandonó la carrera eclesiástica (pero no las buenas rentas provenientes de ella) y pasó de vestir sotana a desvestir faldas. Para cuando en 1769 contrató a Boccherini ya llevaba por los Reales Sitios una vida pelín licenciosa pero ilustrada, interesada por la música, las artes y las mujeres. Siete años después el infante se había convertido en lo que hoy llamaríamos un adicto al sexo. Y encima se enamoró de quien no debía. Para poner fin al escándalo, su hermano mayor, el rey Carlos III, lo exilió de la corte obligándole a casarse a los 49 años con su amante, una joven zaragozana 32 años más joven que él. Era una “persona desigual”, plebeya, circunstancia que automáticamente lo apartó de la línea sucesoria y que en el fondo era lo que más le preocupaba al celoso monarca.
A Luis de Borbón esta circunstancia no le importó demasiado pues había heredado una considerable fortuna de su madre y ante todo ansiaba libertad. Convertido en conde de Chinchón se hizo a su medida una pequeña corte rural en el hermoso Palacio de la Mosquera que construyó en Arenas de San Pedro y llenó con obras de arte, libros y valiosos objetos. Allí se entregó con pasión a sus mundanas aficiones, la música, la danza, la lectura, el tiro, la caza, la esgrima y el sexo, no necesariamente en este orden. Y allí se llevó a su orquesta y maestro de cámara. También a un joven pintor que por entonces apuntaba maneras, Francisco de Goya, a quien además de encargarle muchos trabajos logró introducir en la corte de su hermano Carlos III y de allí lanzarle al estrellato.
En ese ambiente híbrido se movía un poco a su pesar el músico Luigi Boccherini para ganarse la vida, rodeado de bosques, montañas, refinamiento algo impostado y muchas pasiones. Quizá por eso su música rescatada por Trifolium sea “muy nostálgica”, como reconoce Carlos Gallifa, violinista y uno de los miembros del cuarteto. “No tiene nada de frívola; está compuesta en un tono menor, lo que la dota de una gran profundidad”, asegura. ¿Otoñal?, le pregunto. “Algo así, pues se nota influenciada por esos jardines de naturaleza domesticada como los de Aranjuez o La Granja que él conocía bien, de lujo palaciego tan del gusto francés de la época, donde el racionalismo ilustrado trataba de superar al que entonces se consideraba caos natural”. En esos años, vivir fuera de Madrid era igualmente un seguro de vida, pues la capital se había convertido en un foco de infecciones donde las enfermedades campaban a sus anchas, mientras en el campo la vida saludable les alejaba de ellas.
Volvemos así de nuevo al estereotipo de Boccherini como compositor de música galante madrileña, urbana y ombliguista, que los estudiosos desmienten con contundencia. “Él vive a la sombra de una nobleza rural, pero a pesar del aislamiento en ese entorno natural y algo salvaje mantenía el recuerdo de la música más profunda que había conocido al comienzo de su carrera en Viena y París. Además estaba muy al tanto de lo que se hacía en Europa gracias al contacto que mantenía con las grandes casas editoriales que publicaban sus composiciones”, explica Gallifa.
Desgraciadamente, tan solo dos piezas le han dado fama. La Música nocturna de las calles de Madrid (Quinteto para cuerda en do mayor, Op. 30) suena en películas como Master and Commander (2003), protagonizada por Russell Crowe, o Conocerás al hombre de tus sueños, de Woody Allen (2010). Su otro éxito fue el minueto del Quinteto op.11, nº5, muy conocido como la música de un viejo anuncio televisivo de miel de La Granja San Francisco.

La obra de Luigi Boccherini es sin embargo muy extensa. 124 quintetos de cuerda, 90 cuartetos, 48 tríos, 21 sonatas para violonchelo y bajo continuo, 28 sinfonías, 12 conciertos para chelo y orquesta e incluso una zarzuela. Una brillante carrera desarrollada en noble competencia con su contemporáneo Joseph Haydn, hasta el punto de que no está claro quién de los dos fue realmente el inventor de los cuartetos de cuerda. Son composiciones siempre de carácter íntimo y recogido, tan del gusto por otra parte de los ambientes privados de aristócratas y diletantes para las que fueron creadas. “Una delicada obra miniaturista de sonoridad aterciopelada”, en sensible definición  del profesor de música en la Universidad de La Rioja Miguel Ángel Marín.
El fallecimiento del infante en 1785 devolvió definitivamente a Boccherini a Madrid, pero no a la Corte. La vida de un músico ya era entonces muy dura. Viudo, con 42 años y seis hijos, aunque disfrutaba de una pensión real, necesitaba de la ayuda de algún mecenas que le asegurara una paga más sustanciosa con la que subsistir. Lo encontró en el rey Federico Guillermo II de Prusia, quien le permitió seguir viviendo en Madrid a cambio de enviar composiciones nuevas a Berlín.
Pero también la estrella teutónica se apagó pronto. En 1797 falleció el monarca alemán y se quedó sin valedores y sin sueldo. Angustiado por las desgracias, pues perdió pronto a cuatro de sus hijos y a su segunda mujer, fue cayendo en picado. Y así acabó sus días en Madrid, en el número 6 de la calle Jesús y María del barrio de Lavapiés. Con 62 años de edad, olvidado, tuberculoso, más reconocido y difundido por músicos e instituciones francesas que por las españolas y, quizá, recordando con nostalgia esos otoñales días de erotismo en Gredos y esas largas conversaciones con Goya.

Luigi BOCCHERINI  
Sinfonía núm. 26 en Do menor, op. 41, G. 519
Allegro vivo assai - Pastorale: lentarello - Minuetto: allegro - Finale: allegro -


Sobre el operista Saverio Mercadante
El operista Saverio Mercadante fue un prolífico compositor de öpera del siglo XIX, y un gran influyente en sus días debido a sus óperas “reformadas” de 1840. Su reacción frente a la masividad del estilo Bel Canto y los efectos de la grand ópera, Saverio se contuvo decididamente de estas dos tendencias para conseguir un drama escénico mucho más impresionante. Estas reformas fueron críticas para el tipo de óperas queVerdi  nació en Nápoles y estudió con Niccolò Zingarelli entre 1816 y 1820. Sus primeros trabajos, en mayoría, fueron para conjuntos instrumentales, pero ya hacia 1819 comenzó a componer algunas óperas. Saverio se hizo conocer en toda Italia por su séptima ópera titulada, Elisa e Claudio; esta era una ópera buffa al estilo de Rossini. De 1829 a 1830, vivió en España y Portugal, donde continuó su carrera como compositor.

Durante su estancia no se le encargó ninguna obra de gran tamaño, por lo cual decidió volver a Italia. Tres años después de su regreso aceptó el cargo de maestro di capella en la Catedral de Novara (puesto que ocupó hasta 1840), y fue entonces cuando el autor reconsideró encaminarse hacia el mundo de la ópera. Su estilo “reformado” comenzó con su ópera más famosa, Il giurnamento.

Saverio MERCADANTE
Concierto para trompa y orquesta en Re menor
1. Larghetto alla siciliana
2. Allegretto brillante (Polacca)



En reemplazo de Christoph Gluck, compositor de la corte muerto el año anterior, Wolfgang Amadeus Mozart pudo por fin acceder en 1788 a lo que con tanto afán habían anhelado él y su padre durante años: un empleo permanente en la corte imperial de Viena. Pero el salario no era gran cosa, aunque alcanzaba para pagar la renta y, lo más importante, se trataba de un ingreso regular. Mozart ya tenía 32 años, y debía mantener una casa, esposa e hijos. A fin de aliviar en algo la situación, la familia decidió buscar una residencia ojalá más barata, mudándose a los suburbios de Viena.

Tres sinfonías en ocho semanas
En el nuevo hogar, y en el increíble lapso de ocho semanas, Mozart escribió una tras otra sus tres últimas sinfonías, la No 39 en Mi bemol, la Núm.40 en Sol menor y, tal vez su mayor creación en el género, la Sinfonía No 41 en Do mayor, también llamada "Júpiter". Si algo gatilló la creación de este tríptico, no lo sabemos. Mozart compuso sus sinfonías a intervalos muy irregulares y es muy probable que la dedicación poco usual puesta en estas últimas tres, se haya debido, por un lado, a que disponía con algo más de tiempo pues por esas fechas casi no tenía alumnos, y por otro, a que sus presentaciones en conciertos a beneficio propio ya no concitaban el entusiasmo popular de hacía algunos años. Para mayor desencanto, es muy posible que Mozart jamás las haya escuchado.

"Júpiter", el apodo
Desde hacía un par de años Mozart llevaba un registro de la fecha de inicio y término de sus obras, por ello sabemos con precisión que La Sinfonía N° 41 fue completada el 10 de agosto de 1788. Su apodo de Sinfonía Júpiter es algo más impreciso pero probablemente se deba al violinista y empresario de la música Johann P. Salomon (quien años atrás había llevado a Haydn de gira a Londres) para graficar con el nombre de la máxima divinidad de la mitología romana la majestuosidad de la obra.

Movimientos
Considerada un paradigma de la forma sinfónica clásica, la obra consta de cuatro movimientos, en tempo rápido el primero y el último, el segundo más lento, y el tercero, el habitual minueto con trio.
 Allegro vivace  De impresionante pompa, logra crear una atmósfera ceremonial.
 Andante cantabile  Movimiento sereno, holgado, en forma sonata. Una sarabanda al estilo de las suites francesas de JS Bach.
Menuetto (allegretto)  Un refinado estudio de contrastes, preparando el ambiente para el finale.
Molto allegro  Pródigo en técnicas contrapuntísticas, incluyendo fugato (una fuga inserta en medio de otra forma), stretto (entradas traslapadas) y canon. La coda incluye un tratamiento fugado de los cinco temas principales, que se escuchan simultáneamente.



Hasta pronto.-

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