domingo, 11 de octubre de 2020

ANIVERSARIO BEETHOVEN 250 AÑOS DE SU NACIMIENTO FIDELIO UN CANTO A LA LIBERTAD Y A FIDELIDAD CONYUGAL

 

Fidelio, única ópera escrita por Ludwig van Beethoven (1770-1827), es un apasionado manifiesto contra la injusticia y las prisiones de cualquier tipo en el que se respira la atmósfera de hermandad entre los hombres que más tarde culminaría en la Oda a la alegría de la Novena Sinfonía.

La ópera

Estamos a finales del siglo XVIII. Abusando desvergonzadamente de su autoridad, el corrupto gobernador don Pizarro ha encarcelado injustamente al noble Florestán, que había denunciado un delito cometido por Pizarro y ahora lleva dos años pudriéndose en una prisión cerca de Sevilla bajo la celosa vigilancia del carcelero Rocco. Sin embargo, Leonora, esposa de Florestán, está dispuesta a liberar a su marido. Para conseguirlo, se disfraza de hombre y, bajo el simbólico nombre de “Fidelio”, consigue que Rocco le dé empleo como su asistente.

Por otro lado está Jaquino, el portero de la prisión, quien está a punto de casarse con Marcelina, la hija de Rocco. El problema es que, a su vez, Marcelina se ha enamorado perdidamente de Fidelio, por lo que no duda en romper su compromiso matrimonial con Jaquino. Para complicar aún más las cosas, don Pizarro recibe un mensaje que le anuncia la llegada de don Fernando, noble ministro de Estado, en visita de inspección a la prisión. Como Pizarro no quiere que sus fechorías salgan a la luz, decide bajar a las mazmorras para asesinar a Florestán…

De Leonoras y Fidelios

Beethoven nunca mostró un interés particular por componer óperas. Sin embargo, Fidelio o el amor conyugal es una verdadera obra maestra que ocupa un lugar significativo dentro de la historia de la música como pieza de transición del clasicismo al romanticismo. En manos del genio de Bonn, el argumento —originalmente un drama escrito en 1798 por Jean-Nicolas Bouilly a partir de un hecho aparentemente real ocurrido durante la Revolución francesa y que ya había servido de inspiración para las óperas Léonore, ou l’amour conjugal de Pierre Gaveaux (1798), Leonora de Ferdinando Paër (1804) y L’amor coniugale de Simon Mayr (1805)— se convierte en una poderosa historia de sacrificio personal, heroísmo y, sobre todo, lucha por la libertad y la justicia.

Como sucedió con otras de las grandes obras de Beethoven, Fidelio pasó por varias revisiones y correcciones antes de encontrar su forma definitiva. En 1805, el compositor estrenó una primera versión, con libreto de Joseph Sonnleithner, en el Theater an der Wien. Sin embargo, Fidelio (que entonces todavía era Leonora) tuvo una fría acogida por parte del público. Beethoven preparó inmediatamente una nueva versión, para la que contó con la ayuda de Stephan von Breuning en la revisión del libreto. Este segundo Fidelio se estrenó en el mismo teatro en 1806, y tuvo un éxito moderado, pero un conflicto entre Beethoven y el director del recinto obligó al compositor a retirar su partitura. Finalmente, en 1814 decidió revisar a profundidad una vez más su ópera: suprimió pasajes, simplificó escenas, quitó uno de los tres actos y, con la ayuda de Georg Friedrich Treitschke en el libreto, dio una nueva dimensión dramática a los personajes. Esta versión definitiva se estrenó con gran éxito en el Kärntnertortheater de Viena el 23 de mayo de 1814, y es la que se ha seguido representando hasta nuestros días.

Para cada una de las versiones de su ópera, Beethoven compuso una obertura distinta. La de la versión de 1805 es la obertura Leonora No. 2, luego viene la magnífica Leonora No. 3 (1806), después Leonora No. 1 (pensada para una posible representación de Fidelio en Praga), y finalmente la obertura de Fidelio, o Leonora No. 4. Es a partir de la estructura de cada una de estas oberturas que podemos observar claramente que el tratamiento musical dado por Beethoven a la ópera se basa en una concepción netamente sinfónica. Aunque el desarrollo narrativo es propio del género operístico, los momentos culminantes recaen sobre la orquesta, no sobre los cantantes, quienes requieren una gran capacidad vocal y resistencia física para dar el ancho frente a la intensidad de las espectaculares sonoridades instrumentales conseguidas por Beethoven. Para algunos críticos, este “desbalance” es un grave error por parte del compositor. Sin embargo, basta escuchar el hermoso canon a cuatro voces Mir ist so wunderbar, que cantan Marcelina, Leonora, Rocco y Jaquino, la impresionante aria de Floristán Gott, welch Dunkel hier! o el famosísimo coro de los prisioneros Oh! welche lust! que, con su concepción sinfónica, preludia lo que diez años después será el portentoso coro de la Novena Sinfonía, para darnos cuenta de que en realidad el tema principal de Fidelio no son los esfuerzos de Leonora por liberar a Florestán, ni el conflicto amoroso que se crea entre Fidelio, Marcelina y Jaquino, mucho menos los intentos de don Pizarro por perpetuar sus fechorías con impunidad, sino el anhelo de libertad creativa con que el Romanticismo, encarnado en la figura de Beethoven, empezaba a abrirse paso por toda Europa





HASTA PRONTO.-

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