martes, 13 de noviembre de 2012

CONCIERTO SINFÓNICO Nº4 ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA AUDITORIO MANUEL DE FALLA VIERNES 16 DE NOVIEMBRE 2012



SERIE A (4)
Piotr Ilich CHAIKOVSKI (1840–1893)
Concierto para violin y orquesta en Re mayor, op. 35 (33’)
Allegro moderato
Canzonetta – Andante
Allegro vivacissimo

II
Felix MENDELSSOHN–BARTHOLDY (1809–1847)
Sinfonia num. 3 en La menor, “Escocesa” (40’)
Andante con moto – Allegro un poco agitato
Scherzo – Vicace non troppo
Adagio
Allegro vivacissimo – Allegro maestoso assai

Piotr Wegner violin

PETER CSABA director



(Piotr Ilich Tchaikovsky o Chaikovski; Votkinsk, Rusia, 1840 - San Petersburgo, 1893) Compositor ruso. A pesar de ser contemporáneo estricto del Grupo de los Cinco, el estilo de Tchaikovsky no puede encasillarse dentro de los márgenes del nacionalismo imperante entonces en su Rusia natal. Su música, de carácter cosmopolita en lo que respecta a las influencias –entre ellas y en un lugar preponderante la del sinfonismo alemán–, aunque no carente de elementos rusos, es ante todo profundamente expresiva y personal, reveladora la personalidad del autor, compleja y atormentada.
Alumno de composición de Anton Rubinstein en San Petersburgo, los primeros pasos de Tchaikovsky en el mundo de la música no revelaron un especial talento ni para la interpretación ni para la creación. Sus primeras obras, como el poema sinfónico Fatum o la Sinfonía núm. 1 «Sueños de invierno», mostraban una personalidad poco definida.
Sólo tras la composición, ya en la década de 1870, de partituras como la Sinfonía núm. 2 «Pequeña Rusia» y, sobre todo, del célebre Concierto para piano y orquesta núm. 1, la música de Tchaikovsky empezó a adquirir un tono propio y característico, en ocasiones efectista y cada vez más dado a la melancolía.
 Gracias al sostén económico de una rica viuda, Nadejda von Meck –a la que paradójicamente nunca llegaría a conocer–, Tchaikovsky pudo dedicar, desde finales de esa década, todo su tiempo a la composición. Fruto de esa dedicación exclusiva fueron algunas de sus obras más hermosas y originales, entre las que sobresalen sus ballets El lago de los cisnes, La cenicienta, La bella durmiente y Cascanueces, sus óperas Evgeny Oneguin y La dama de picas, y las tres últimas de sus seis sinfonías.
La postrera de ellas, subtitulada «Patética», es especialmente reveladora de la compleja personalidad del músico y del drama íntimo que rodeó su existencia, atormentada por una homosexualidad reprimida y un constante y mórbido estado depresivo. El mismo año de su estreno, 1893, se declaró una epidemia de cólera; contagiado el compositor, la enfermedad puso fin a su existencia.

Violin: Sayaka Shoji, conductor: Chung, MyungHoon






La primera de las nueve visitas que el compositor hizo a las Islas Británicas comenzó en abril de 1829. Había sido animado por su profesor de composición, Carl Friedrich Zelter, a abandonar la provinciana Berlín y ver el mundo. Su padre estuvo de acuerdo. Igualmente importante fue el deseo del joven de estar lejos del hogar y arreglarse por su cuenta. Primero fue a Londres, donde se alojó con su amigo Carl Klingermann. La capital británica fue al principio desconcertante. "¡Es pavorosa! ¡Es loca! ¡Estoy turbado y confuso! Londres es el monstruo más grandioso y complicado que el mundo tiene para ofrecer."

Pronto se acostumbró a Londres. Su música fue tocada y recibida cálidamente. Una interpretación de su Primera Sinfonía le convirtió en el favorito del público británico y de ahí en adelante consideró a Inglaterra su segundo hogar.

En el verano, él y Klingermann se fueron de vacaciones a Escocia. Primero fueron a Edimburgo, donde visitaron las ruinas de la capilla en la que había sido coronada María Estuardo. Allí, al joven compositor se le ocurrió la idea de grabar sus impresiones sobre Escocia en una sinfonía. Escribió los primeros 16 compases de la introducción, que contiene el material melódico principal del movimiento de apertura.

El compositor estaba encantado con Escocia. Vio Glasgow, Perth, Inverness y Loch Lomond y conoció a sir Walter Scott, de quien había leído la totalidad de sus novelas. Su entusiasmo por Escocia es evidente en esta carta a su familia:

Todo aquí parece tan duro y vigoroso, envuelto a medias en neblina o humo o bruma. Además, hubo una competición de gaitas. Muchos montañeses llegaron de la iglesia vestidos con sus trajes típicos, llevaban victoriosamente a sus enamoradas con sus trajes domingueros y miraban magníficos y con aire de importancia al mundo, desde arriba. Con largas barbas rojas, mantos de tartán, gorras y plumas, las rodillas desnudas y sus gaitas en la mano, pasaron tranquilamente de largo por el castillo en ruinas que se halla en la pradera, donde María Estuardo vivió con esplendor y vio el asesinato de Rizzio. Siento como si el tiempo corriera muy velozmente cuando tengo ante mí tanto de lo que fue y tanto de lo que es... Hoy, a la hora del crepúsculo, fuimos al palacio donde vivió y amó la reina María. La capilla junto a él, actualmente ha perdido su techo, está cubierta de césped y de hiedra y, en el altar roto, María fue coronada reina de Escocia. Todo está en ruinas, deteriorado y abierto al cielo. Creo que he encontrado aquí hoy el comienzo de mi Sinfonía Escocesa.

El destino de la sinfonía sería esperar una década hasta ser terminada. El siguiente invierno, Mendelssohn trabajó en ella junto con la Obertura de Las Hébridas y la Sinfonía Italiana, mientras viajaba por Roma y Nápoles. Como estaba en Italia, quizás era natural que la Italiana atrajera la mayor parte de su atención. "¿Quién puede sorprenderse de que me resulte difícil volver a mi brumoso humor escocés?" Para cuando finalmente trazó la doble barra al término de la Sinfonía en La menor, las otras obras narrativas de viajes hacía tiempo que estaban terminadas. De modo que, a pesar de la numeración confusa de las sinfonías de Mendelssohn (por orden de publicación y no de composición), la Escocesa fue verdaderamente la última de las obras sinfónicas que terminó.

El compositor volvió a Gran Bretaña varias veces. En 1842, cuando estaba en Inglaterra para dirigir el estreno en Londres de la Sinfonía Escocesa, conoció a la joven reina Victoria y al príncipe Alberto. Ellos estaban más nerviosos de conocer al famoso compositor que este de pasar una velada con la realeza. Pidió, y le fue concedido, permiso para dedicar la sinfonía a la reina.

Pero, ¿cuánto de escocesa es la Tercera Sinfonía! No se cita ninguna tonada folclórica. Mendelssohn, de hecho, tenía aversión por toda la música folclórica. Poco después de su visita a Escocia, escribió:

"¡Para mí nada de música nacional! ¡Diez mil diablos se lleven a toda la nacionalidad! Ahora estoy en Gales y, ¡válgame Dios!, en el salón de toda posada famosa se sienta un arpista, que toca incesantemente las así llamadas melodías nacionales, es decir, ¡la basura más infame, vulgar y desentonada, con un organillo que lo acompaña al mismo

Felix Mendelssohn Symphony No 3 A minor 'Scottisch' M Jansons , Bayerischer Rundfunk





Enlace del programa de mano

Hasta pronto

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