La programación del
concierto de anoche en el Auditorio Manuel de Falla de las tres obras bellísimas, geniales composiciones, Idilio de
Sigfrido pequeño poema musical de Richard Wagner, Concierto para piano y orquesta
núm.2 en Fa menor de Frédéric Chopin , y
la Sinfonía núm. 41 en Do mayor “Júpiter”, fueron
masacradas en él sentido interpretativo, por el director de turno Joseph
SWENSEN, que tiene que tener claro lo que quiere conseguir en su pensamiento de
cómo concibe la obras y después transmitirlo a la orquesta que va a dirigir.
Existe
un sentimiento que debe ser
inculcado en los ensayos previos, el resultado final que se quiere conseguir, en base a la forma
musical, estructura y género, “LA EXPRESIÓN “que no brilló por su ausencia.
Tampoco se tuvo en cuenta la administración de tempos, color
textura, y lo que es peor desajuste
total entre las distintas familias, las cuerdas eran tapadas por falta
de potencia por los tutti de las maderas, metales y percusión en los diálogos
establecidos por la composición.
En cuanto al pianista
solista inglés polaco Mateusz BOROWiAK, muy joven, su actuación no fue brillante pero digna,
nada pudo hacer ante el desastre de la velada.
Las comparaciones son
odiosas, pero si se visiona las versiones que he colgado de YouTube de las tres
obras de duración más extensa en tiempo, (por esa dichosa velocidad de
ejecución), podrán apreciar expresión, en las dos obras románticas, tanto en el
poema musical amoroso a su esposa Cosina
de Wagner, como la belleza del piano de Chopin en su concierto núm. 2, o
la sinfonía clásica de Mozart, el
contrapunto tan hermoso, la sordinas de las cuerdas, con que maestría maneja
una célula pequeña para montar el desarrollo de los motivos temáticos.
Hasta pronto.-
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