viernes 9 noviembre 2018 / A3
Auditorio Manuel de Falla, 20:30 horas
UNA LOCURA PALPITANTE
Robert SCHUMANNManfred, obertura, op. 115
Piotr Ilich CHAIKOVSKI
Variaciones sobre un tema rococó, op. 33
Robert SCHUMANN
Sinfonía núm. 4 en Re menor, op. 120
GUILLERMO PASTRANA violoncello
VÍCTOR PABLO PÉREZ director
Manfred de Robert Schumann
La música para Manfred fue compuesta en 1848-1849. Schumann dirigió el
estreno de la obertura en Leipzig, el 14 de marzo de 1852. La obra
completa fue puesta en escena ese año en Weimar. Schumann padecía
períodos de grave desequilibrio mental. A veces se sentía impulsado por
hostigaciones interiores que no lo dejaban descansar hasta que terminaba
una composición. Manfred, por ejemplo, fue compuesta por hostigaciones
constantes de voces interiores.
Era un proyecto especialmente apropiado para Schumann. Justamente había
terminado la ópera Genoveva, que se refiere a una mujer trágica. Ahora
sentía la necesidad de reconciliar uno de sus principales conflictos de
personalidad, abocando sus esfuerzos a la realización de una composición
dramática referida a un héroe masculino.
Así como era alternativamente dependiente o independiente de terceros, así como su conducta vacilaba entre el aislamiento y la intimidad, así como inventaba dos alter egos imaginarios para representar las fuerzas opuestas de su personalidad, así como luchaba con el clasicismo frente al romanticismo en sus composiciones, también padecía Schumann de un conflicto de identidad sexual. En su época juvenil había tenido intimidad tanto con hombres como con mujeres y ahora buscaba reconciliar su ambigüedad a nivel artístico: una ópera sobre una mujer seguida inmediatamente (en verdad comenzó Manfred a menos de un día después de terminar Genoveva) por una obra dramática sobre un hombre.
Schumann se identificaba con el Manfred de lord Byron, un héroe melancólico lleno de turbulencias interiores. El poema de Byron representa a Manfred en la cima de un peñasco en los Alpes. Experimenta una culpa intensa por haber destruido a una mujer cuyos errores en verdad habían sido los de él. Le distrae "un bello sonido, una voz vivida, una armonía palpitante". Manfred contempla la posibilidad de escapar a través del suicidio. Se da cuenta de que si decide no saltar quizá se vea sumido en la locura. Pero él evita ambas formas de autodestrucción.
Los paralelismos entre el héroe de Byron y Schumann son extraordinarios y no es sorprendente que el compositor se sintiera atraído por Manfred. Como explica el musicólogo Frank Cooper:
Así como era alternativamente dependiente o independiente de terceros, así como su conducta vacilaba entre el aislamiento y la intimidad, así como inventaba dos alter egos imaginarios para representar las fuerzas opuestas de su personalidad, así como luchaba con el clasicismo frente al romanticismo en sus composiciones, también padecía Schumann de un conflicto de identidad sexual. En su época juvenil había tenido intimidad tanto con hombres como con mujeres y ahora buscaba reconciliar su ambigüedad a nivel artístico: una ópera sobre una mujer seguida inmediatamente (en verdad comenzó Manfred a menos de un día después de terminar Genoveva) por una obra dramática sobre un hombre.
Schumann se identificaba con el Manfred de lord Byron, un héroe melancólico lleno de turbulencias interiores. El poema de Byron representa a Manfred en la cima de un peñasco en los Alpes. Experimenta una culpa intensa por haber destruido a una mujer cuyos errores en verdad habían sido los de él. Le distrae "un bello sonido, una voz vivida, una armonía palpitante". Manfred contempla la posibilidad de escapar a través del suicidio. Se da cuenta de que si decide no saltar quizá se vea sumido en la locura. Pero él evita ambas formas de autodestrucción.
Los paralelismos entre el héroe de Byron y Schumann son extraordinarios y no es sorprendente que el compositor se sintiera atraído por Manfred. Como explica el musicólogo Frank Cooper:
Schumann "conocía demasiado bien los dilemas de Manfred. No buscaba la locura que buscaba Manfred, pero esta buscó, halló y poseyó a Schumann. Su tragedia fue enloquecer mientras trataba desesperadamente de aferrarse a la cordura y al arte que sólo la cordura puede producir. Quizá por eso Manfred es una creación tan curiosa".Aunque Schumann compuso 15 escenas, en la actualidad la música de Manfred se conoce principalmente por la obertura. El dilema del héroe está simbolizado por esta apertura tan extraña: tres acordes parejamente espaciados que aparecen en la partitura como síncopas pero que no pueden ser escuchados como tales, ya que nadie en la orquesta toca realmente sobre los tiempos fuertes. El dilema del músico es cómo hacer que esos acordes suenen fuera de compás cuando el compás mismo es inaudible. Los tres acordes permanecen aislados de la posterior introducción, elaborada y lenta. Tampoco regresan de ningún modo manifiesto durante toda la obertura anhelante, perturbada y romántica. Por lo tanto la música no ofrece ninguna solución, del mismo modo en el que el Manfred de Byron no resuelve sus problemas.
Robert SCHUMANN
Sinfonía núm. 4 en Re menor, op. 120
Sinfonía núm. 4 en Re menor, op. 120
I. Ziemlich langsam - Lebhaft ∙
II. Romanze. Ziemlich langsam ∙
III. Scherzo. Lebhaft ∙
IV. Langsam -
En la década de 1840 Schumann era ya un reconocido
compositor de música para piano y después de haber creado ya buen número
de canciones sobre textos poéticos alemanes, era considerado uno de los
principales difusores de la música romántica alemana. Pero siguiendo un
impulso incontrolado que le llevaba a expresarse por el camino de la
gran forma, hizo de 1841 su gran año sinfónico.
La obra que marcó su carrera compositiva fue la Gran Sinfonía en do mayor de Franz Schubert(1797-1828). La brillante técnica compositiva y el escrupuloso cuidado que puso su autor en cada detalle de esta sinfonía, inspiraron a Schumann la idea de componer también dentro de este mismo género.
En 1841 escribió dos sinfonías, la no. 1 en si bemol mayor, Primavera y la primera versión de su cuarta sinfonía. A pesar de que cronológicamente esta sinfonía fue compuesta en segundo lugar no será catalogada en este orden debido a que después de su escritura la guardó para realizarle posteriores revisiones. Mientras tanto, en los años siguientes estrenó y compuso las que serían su segunda y tercera sinfonía, en do mayor yen mi bemol mayor, respectivamente.
En Leipzig se estrenó, el 6 de diciembre de 1841, la primera versión de esta sinfonía. En la Fantasía Sinfónica, como se designó en un principio a la obra, el compositor quería que los movimientos se interpretasen sin interrupción pudiendo escuchar así la reaparición de los temas de manera encadenada y con una clara intención de configuración cíclica. El planteamiento que Schumann utilizaba en la obra sería una aportación muy moderna que anuncia la etapa final del romanticismo.
Unos años después, en diciembre 1952, se estrena en Düsseldorf la versión definitiva de la sinfonía. Después de una profunda restructuración de la obra y una revisión de la estructura formal, Schumann reconstruyó la sinfonía para que todas las partes se relacionasen entre sí de un modo más armónico y equilibrado. En 1853 fue publicada como su Sinfonía no. 4.
Clara Schumann mantuvo siempre que la versión de 1841 no fue sino un esbozo de la versión definitiva, afirmando con ello que las últimas anotaciones que el compositor realizó de la sinfonía sería su versión elegida.
A pesar de los diversos comentarios sobre las pocas dotes que Robert Schumann tenía como orquestador, con unos recursos muy poco variados y pesantes que hacen que la escucha llegue a ser, en ocasiones, dispersa, hay que profundizar en la obra para observar detalles orquestales que distan mucho de tales aseveraciones. Encontramos varias combinaciones e instrumentaciones bastante jugosas durante la obra que demuestran los destellos orquestales con los que contaba el compositor alemán. Estructuralmente la obra se nos presenta con una innovación formal que va un paso más allá en la evolución sinfónica a la que llegará Brahms. La idea de concebir la obra en un solo trazo, para procurar una relación mucho más acusada de los motivos principales, da un paso más en la concepción cíclica que comenzase Beethoven.
Todo esto supondrá no sólo un destello de genialidad compositiva, sino un signo de modernidad que formará la base para los desarrollos orquestales posteriores.
Fuente: Tania Perón para la Orquesta Sinfónica del Principado de AsturiasLa obra que marcó su carrera compositiva fue la Gran Sinfonía en do mayor de Franz Schubert(1797-1828). La brillante técnica compositiva y el escrupuloso cuidado que puso su autor en cada detalle de esta sinfonía, inspiraron a Schumann la idea de componer también dentro de este mismo género.
En 1841 escribió dos sinfonías, la no. 1 en si bemol mayor, Primavera y la primera versión de su cuarta sinfonía. A pesar de que cronológicamente esta sinfonía fue compuesta en segundo lugar no será catalogada en este orden debido a que después de su escritura la guardó para realizarle posteriores revisiones. Mientras tanto, en los años siguientes estrenó y compuso las que serían su segunda y tercera sinfonía, en do mayor yen mi bemol mayor, respectivamente.
En Leipzig se estrenó, el 6 de diciembre de 1841, la primera versión de esta sinfonía. En la Fantasía Sinfónica, como se designó en un principio a la obra, el compositor quería que los movimientos se interpretasen sin interrupción pudiendo escuchar así la reaparición de los temas de manera encadenada y con una clara intención de configuración cíclica. El planteamiento que Schumann utilizaba en la obra sería una aportación muy moderna que anuncia la etapa final del romanticismo.
Unos años después, en diciembre 1952, se estrena en Düsseldorf la versión definitiva de la sinfonía. Después de una profunda restructuración de la obra y una revisión de la estructura formal, Schumann reconstruyó la sinfonía para que todas las partes se relacionasen entre sí de un modo más armónico y equilibrado. En 1853 fue publicada como su Sinfonía no. 4.
Clara Schumann mantuvo siempre que la versión de 1841 no fue sino un esbozo de la versión definitiva, afirmando con ello que las últimas anotaciones que el compositor realizó de la sinfonía sería su versión elegida.
A pesar de los diversos comentarios sobre las pocas dotes que Robert Schumann tenía como orquestador, con unos recursos muy poco variados y pesantes que hacen que la escucha llegue a ser, en ocasiones, dispersa, hay que profundizar en la obra para observar detalles orquestales que distan mucho de tales aseveraciones. Encontramos varias combinaciones e instrumentaciones bastante jugosas durante la obra que demuestran los destellos orquestales con los que contaba el compositor alemán. Estructuralmente la obra se nos presenta con una innovación formal que va un paso más allá en la evolución sinfónica a la que llegará Brahms. La idea de concebir la obra en un solo trazo, para procurar una relación mucho más acusada de los motivos principales, da un paso más en la concepción cíclica que comenzase Beethoven.
Todo esto supondrá no sólo un destello de genialidad compositiva, sino un signo de modernidad que formará la base para los desarrollos orquestales posteriores.
Las Variaciones sobre un tema rococó, opus 33, para violonchelo y orquesta es una obra escrita por Piotr Ilich Chaikovski en el año 1876, poco tiempo después de la Fantasía Sinfónica Francesca da Rimini. Es de corte clásico y se cree que Chaikovski la compuso pensando especialmente en Mozart.
La obra consiste en una introducción de la orquesta y un tema (basado en una melodía tradicional que expone elchelo y se desarrolla en siete variaciones separadas por breves cadenzas del solista e interludios orquestales. El tema de carácter gracioso y cortesano, brinda al chelista oportunidad de lucimiento a través de sus variaciones, no sólo en los pasajes virtuosísticos sino también en los momentos en que el tema adquiere un carácter elegíaco que exigen al solista grandes dotes expresivas.
HASTA PORONTO.-
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